lunes, 13 de enero de 2025

Franklin y Pauling

 

En 2023 al hablar nuevamente (https://tinyurl.com/5n6ud7sv) de Rosalind Franklin para recordarla considerándola la heroína del ADN”, mencionamos con toda propiedad a Linus Pauling, como el químico más sobresaliente de aquel país, quien fuera el verdadero descubridor de la estructura del ADN y quien ya había sido en el año 2016 mencionado (https://tinyurl.com/33e2rak3), en este blog lapesteloca mientras que la historia de Rosalind Franklin  (https://tinyurl.com/3kr3y54b) la relatamos desde el año 2017. Hoy en 2025, traemos de nuevo a estas dos personas cuyo aporte a la ciencia ha sido siempre desatendido.

 

Desde hace muchos años creo en la eficaz ayuda de la vitamina C para prevenir resfriados, por lo que soy admirador de Linus Pauling el científico norteamericano que promocionó esta teoría, pero también como decíamos antes,  Pauling, del Instituto Tecnológico de California, no tenía rival en la tarea de determinar la arquitectura de moléculas ya que había sido un adelantado en el campo de la cristalografía de rayos X, técnica que resultaría crucial para atisbar el corazón del ADN, hasta que acabó convenciéndose de que la estructura era una hélice triple, no una doble, aunque nunca logró llegar a dar del todo con el procedimiento adecuado.

 

En 1917, Pauling ingresó a la Universidad Agrícola de Oregón, y en el transcurso de sus dos últimos años estudió el trabajo de Lewis y Langmuir sobre la configuración electrónica de los átomos, así como de la forma en que éstos se enlazaban para formar moléculas. Pauling prosiguió sus estudios, haciendo el posgrado en el California Institute of Technology (Caltech) en Pasadena y durante sus tres años en Caltech, publicó siete artículos sobre la estructura cristalina de los minerales por los que recibió el doctorado summa cum laude en 1925.


 

En 1930, Pauling estando aquel verano en Europa, vio la posibilidad de utilizar a los electrones para los estudios de difracción. A su regreso, construyó un aparato de difracción electrónica, auxiliado por su estudiante L.O. Brockway, y en 1931, Pauling recibió el Premio Langmuir, otorgado por la American Chemical Society, por el trabajo científico más significativo, realizado por un investigador menor de treinta años. En el Caltech, Pauling desarrolló una gran amistad con Robert Oppenheimer, quien trabajaba en la Universidad de California en Berkeley. Oppenheimer y Pauling planearon trabajar juntos en la investigación de los enlaces químicos, donde Oppenheimer efectuaría los cálculos matemáticos y Pauling interpretaría los resultados. Oppenheimer le propondría a Pauling ser el jefe de química del Proyecto Manhattan, pero Pauling rechazó la propuesta, argumentando que él era pacifista.

 

En 1930, Pauling estando el verano en Europa vio la posibilidad de utilizar a los electrones para los estudios de difracción. A su regreso, construyó un aparato de difracción electrónica, auxiliado por su estudiante L.O. Brockway. En 1931, Pauling recibió el Premio Langmuir, otorgado por la American Chemical Society, por el trabajo científico más significativo, realizado por un investigador menor de treinta años. En 1932 Pauling publicó el que es considerado su artículo más importante, desarrollando el novedoso concepto de hibridación de los orbitales atómicos, y realizaría un análisis del carácter tetravalente del carbono.

 

Pauling había ganado la carrera por descubrir la hélice alfa y cuando en los Laboratorios Cavendish se supo que Pauling trabajaba con los modelos moleculares de la estructura del ADN, se autorizó a James Watson y Francis Crick a proponer un modelo estructural de la molécula de ADN, utilizando material no publicado, de los investigadores Maurice Wilkins y Rosalind Elsie Franklin del King's College. Pauling enfrentó la imposibilidad de consultar las fotografías, de alta calidad, de difracción del ADN que Franklin había tomado. Cuando Pauling fue a verlas durante un congreso en Inglaterra, pero su pasaporte fue retenido por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, por sospechas de que Pauling tenía simpatías por el comunismo.


Rosalind Franklin y Francis Crick, habían pasado los años de la guerra trabajando para el Gobierno británico en minas... Crick en las que explotaban, Rosalind Franklin en las que producían carbón. El menos convencional de los cuatro era James Watson, un niño prodigio estadounidense que ya se había distinguido de muchacho como participante en un programa de radio muy popular llamado The Quiz Kids. Había ingresado en la Universidad de Chicago cuando sólo tenía quince años, había conseguido doctorarse a los veintidós y ahora estaba trabajando en el famoso Laboratorio Cavendish de Cambridge.

 

Ellos supusieron (correctamente, como se demostraría) que, si se podía determinar la forma de la molécula de ADN, se podría ver cómo hacía lo que hacía. Como Watson comentaría alegremente, «yo albergaba la esperanza de poder resolver lo del gen sin tener que aprender química». Aunque a Crick y a Watson se les atribuye en las versiones populares casi todo el mérito de haber aclarado el misterio del ADN, su descubrimiento tuvo como base crucial el trabajo experimental de sus rivales> que obtuvieron sus resultados «fortuitamente», según la historiadora Lisa Jardine. Muy por delante de ellos, al menos al principio, se encontraban dos académicos del Colegio King de Londres, Wilkins y Franklin.

 

Wilkins, oriundo de Nueva Zelanda, era un personaje retraído, y Rosalind Franklin era el personaje más enigmático de todos ellos. Watson, admitía que “no era fea y podría haber sido bastante sensacional si se hubiese tomado un mínimo de interés por la ropa”, pero en esto frustraba todas sus expectativas. Nunca usaba ni siquiera barra de labios, comentaba asombrado, mientras que su sentido del atuendo “mostraba toda la imaginación de las adolescentes inglesas que se las dan de intelectuales”. Sin embargo, tenía las mejores imágenes que existían de la posible estructura del ADN, conseguidas por medio de la cristalografía de rayos X, la técnica perfeccionada por Linus Pauling. La cristalografía se había utilizado con éxito para cartografiar átomos en cristales, pero las moléculas de ADN eran un asunto mucho más peliagudo. Sólo Franklin estaba consiguiendo buenos resultados del proceso, pero, para constante irritación de Wilkins, se negaba a compartir sus descubrimientos.

 

En el verano de 1952, Rosalind colocó una nota burlona en el departamento de física del Colegio King que decía: “Tenemos que comunicarles, con gran pesar, la muerte, el viernes 18 de julio de 1951, de la hélice del ADN... Se espera que el doctor M. H. F. Wilkíns diga unas palabras en memoria de la hélice difunta”. El resultado de todo esto fue que, en enero de 1953 Wílkins mostró a Watson las imágenes de Franklin… “Al parecer, sin que ella lo supiese ni lo consintiese”. Watson y Crick, armados con el conocimiento de la forma básica de la molécula de ADN y algunos elementos importantes de sus dimensiones, redoblaron sus esfuerzos.

 

Pauling se disponía a viajar a Inglaterra para asistir a una conferencia, en la que se habría encontrado con toda probabilidad con Wilkins y se habría informado lo suficiente para corregir los errores conceptuales que le habían inducido a seguir una vía errónea de investigación. Era “la era McCarthy”, y Pauling fue detenido en el aeropuerto, en Nueva York. Le confiscaron el pasaporte, para no permitirle viajar al extranjero. Crick y Watson tuvieron, la buena suerte de que el hijo de Pauling estaba trabajando en el Laboratorio Cavendish y les mantuviese inocentemente bien informados de cualquier acontecimiento. Watson y Crick, se enfrentaban a la posibilidad de que se les adelantasen en cualquier momento, y se concentraron febrilmente en el problema. Sabían qué el ADN tenía cuatro componentes químicos (adenina, guanina, citosina y tiamina) y que esos se emparejaban de formas determinadas, así que, jugando con piezas de cartón cortadas según la forma de las moléculas, Watson y Crick consiguieron determinar cómo encajaban las piezas.

 

A partir de ahí construyeron un modelo que consistía en placas metálicas atornilladas en una espiral, e invitaron a Wilkins, a Rosalind Franklin a echarle un vistazo. Era sin duda un ejemplo de trabajo detectivesco, con o sin la ayuda de la imagen de Franklin. La edición del 25 de abril de Nature incluía un artículo de 900 palabras de Watson y Crick, titulado “Una estructura para el ácido desoxirribonucleico”, acompañado de artículos independientes de Wilkins y Franklin. Rosalind Franklin no compartió el premio Nobel. Murió de cáncer de ovarios con sólo treinta y siete años, en 1958, cuatro años antes de que se otorgara el galardón y es casi seguro que el cáncer se debió a una exposición crónica excesiva a los rayos X en su trabajo.

 

Mañana terminaremos de hablar sobre Linus Paulig, la vitamina C y de sus esfuerzos como pacifista..

Maracaibo, el lunes13 de enero del año 2025

 

 

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