Regreso a copiar algo escrito diez años atrás (2016) para hablar repitiéndome sobre dos libros, uno de Milton Quero Arévalo escritor nacido en Coro en 1959 (https://tinyurl.com/3kw65kum) y residenciado en Maracaibo, en la oportunidad cuando la Editorial Norma, publicó su novela “Corrector de Estilo”, el otro es el hoy ya fallecido José Napoleón Oropeza (1950-2024) novelista, cuentista, poeta, gran promotor cultural venezolano, graduado en la Universidad de Carabobo en 1972, y en el King’s College con grados de Mph y Phd de la Universidad de Londres con tesis de grado “Para fijar un rostro” de gran apoyo para mis inicios en el oficio de escribidor…
Milton Quero Arévalo se impuso, con su primera novela titulada “Corrector de Estilo”, presentada al Premio de Novela Adriano González León 2004, entre más de ochenta escritores concursantes, provenientes de todo el territorio nacional. El jurado evaluador al referirse a su obra dictaminó: "El autor exhibe un oficio narrativo que se sustenta en un punto de impostación en el tono que le confiere una vigorosa ironía. Reconstruye el espacio urbano en forma inteligente y crítica, y demuestra un conocimiento del alma humana que se expresan en personajes que a su edad lo han vivido todo, menos el amor."El joven escritor nacido en la ciudad de Coro en el año 1959 y
residenciado en Maracaibo, en la oportunidad cuando la Editorial Norma, publicó
su novela “Corrector de Estilo”, decía en una entrevista concedida a
José Napoleón Oropeza: "Siempre
he procurado sugerir y no mostrar abiertamente el acto sexual, ya que puedo
caer en la trampa de la gratuidad. El reto literario es decirlo en formas y
planos de la realidad que no sean molestas para el lector, y para ello contamos
con la poesía, las mudas, el juego verbal, etc. Un magnífico ejemplo de esto es
Gustavo Flaubert en su Madame Bovary. ¿Recuerdas la escena del carruaje?, ¿cómo
el acto sexual es sugerido con tal elegancia y poesía que ya es un clásico para
nosotros? Por otro lado la sexualidad es algo inmanente al ser humano, forma
parte de nosotros, debemos ser osados, pero en el tratamiento y el estilo, a la
final todo es cuestión de estilo. Obras magníficas y bien estructuradas se
pueden perder por la pacateria en el tratamiento del tema, pero también por el
abuso. ¡Elegancia y sentido de la trascendencia! han de ser la consigna". Debo
citar aquí al Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa quien pronunciaría
esta reflexión en la fecha de cumplir 80 años este 2016. “No tenía conciencia clara de qué escritor
quería ser. Fue al leer Madame Bovary, de Flaubert, cuando lo supe. Entendí que
el realismo no significaba chabacanería”.
Traigo a Milton Quero y su excelente novela, para enfatizar algo sobre lo que en 2014 expresamente me tocó decir en una reunión cuando en Maracaibo se cerraba un ciclo sobre la narrativa local. “Ésta en una razón por la cual algunos nos hemos esforzado en escribir como hablamos. En una apuesta por preservar nuestra identidad, que nos acostumbremos cada vez más usar nuestro lenguaje, sin temores, atreviéndonos a ello. Es importante saber decir utilizando el lenguaje escrito lo que escuchamos en nuestro alrededor. Arriesgarnos a poner en letras el hablar de la calle, el léxico de los hombres y las mujeres de nuestra región. Esta forma de hacer literatura eventualmente debe dar sus frutos y conformará un verbo literario nuestro, vernáculo”.
Las
bondades del estilo de Milton Quero Arévalo apoyan lo antes expresado y pueden
ser captadas por cualquier lector. Esa impresión fue más que evidente
ante José Napoleón Oropeza quien opinó, que
aquella novela de Quero Arévalo tenía el encanto de un relámpago en el
deslumbrante sol de Maracaibo, al hablar sobre la fascinación de su luz, o de
los colores que se alternan con el de las viejas casas de El Saladillo y Santa
Lucía, pero sobre todo, le llamó la atención por la música del habla de su
gente, “alma bullente, bulliciosa y candente”. Oropeza diría, “si “Tierra
del Sol Amada”, de José Rafael Pocaterra nos atrapa, en “Corrector
de Estilo” nos seduce por la jerga maracucha de un habla y un argot de la
estética del alma marabina de picardía y fino humor”. Fueron estas las
impresiones sobre la novela de Milton Quero, expresadas por el brillante
escritor nacido en Puerto Nutrias (1950) y durante muchos años el adalid del
Ateneo de Valencia…
“Las puestas
ocultas” de José Napoleón
Oropeza, fue editada por bid&Co.Eds, y publicada el año 2011, y relata las
peripecias de Eduardo, alter-ego del escritor quien el 26 de
diciembre de 1974 llegaría a La Habana en plan turístico con la intención de
buscar un ejemplar de “Celestino antes del alba” y con
la esperanza de localizar a su autor, Reinaldo Arenas. Dentro de una situación
realmente kafkiana, como el famoso checo estará dando vueltas alrededor de
un Castillo, en ese caso buscando a una persona de quien nadie parece saber
nada pero que sin embargo existe allí, de momento prisionero en las mazmorras
del Castillo del Morro, hasta 1980, cuando escapó saliendo por el puerto
Mariel, para morir en Nueva York suicidándose en 1990.
Roberto Lovera de Sola, hombre de letras, agudo lector, escritor,
ensayista, investigador, profesor y editor, se refirió a la novela “Las
puertas ocultas” en febrero de 2013, ofreciendo una extensa
información sobre la literatura cubana desde José Martí hasta Leonardo Padura,
y Alberto Hernández (1952) en Ciudad Letralia se refirió también a la
novela “Las puertas ocultas” y su trama que revela la maestría
de José Napoleón Oropeza, reconocida por la crítica y los lectores en novelas
anteriores.
Yo confieso en este 2025 de otro siglo, que al leer la novela de “las puertas ocultas” vino a mi mente de
inmediato “Escribir en La Habana” y
recordé que había conocido a José Napoleón como jurado del premio de narrativa
del 64 para mi novela y releyéndola, no dudé al pensar que la trama de mi
novela había definitivamente inspirado al maestro Oropeza para escribir su
novela, pero ahoya ahora ya él ya ha fallecido... También diría en 2016…
He aprovechado esta oportunidad para mencionar mi novela “Escribir en
La Habana” premio Narrativa en la Bienal José Rafael Pocaterra del año
1994, curiosamente, cuando José Napoleón Oropeza dirigía magistralmente el
Ateneo de Valencia, la cual relata como Marcelo, un médico que arriba a La
Habana para asistir a un congreso de inmunología, se ve involucrado en un
problema de narcotráfico, de espionaje y de santería en una Cuba que vivía los
últimos estertores de la ayuda soviética. Estos sucesos ocurren en 1989, el año
del fusilamiento del General Arnaldo Ochoa héroe de la revolución cubana, con
el coronel Antonio de la Guardia, el Mayor Armando Padrón, el capitán Jorge
Martínez Valdez mientras que el General Patricio de la Guardia y los otros
involucrados en una supuesta conspiración y tráfico de drogas fueron condenados
a más de 30 años de prisión. Ese diciembre, los Estados Unidos invadirán a
Panamá y la embajada del Vaticano entregará al General Noriega quien también
sería juzgado y condenado por tráfico de drogas.
La novela “Escribir en La Habana” fue resumida
brillantemente el año 2014 en una semana dedicada a la Narrativa Zuliana, por
el joven politólogo Miguel Insignares meses antes de ser asesinado por el hampa
para robarlo en las calles de Maracaibo. Miguel nos demostró en una
caleidoscópica visión de música, literatura, cine y santería las terribles desigualdades
de un sistema político que acabaría con la libertad del pueblo cubano desde
1959. Más recientemente Maria Elena Lavaud (“La Habana sin
tacones” 2ª. ed. Caracas: Editorial Libros Marcados, 2012), entendería
en su novela la verdad de “aquella
leyenda de la isla y sus miserias; el dolor de tantos años de libertad perdida” y
se dio cuenta “el extremo al
que han debido llegar esos seres humanos para medio sobrevivir”, según
fue leído por Roberto Lovera de Sola en la sede la Fundación Francisco Herrera
Luque, la tarde del jueves 31 de mayo de 2012. Maracaibo
3 de abril del año 2016.
Traigo este “regreso al pasado”, que indudablemente no viene a ser “Veinte años después” como la novela de Alexandre Dumas (padre) sobre d’Artagnan y sus mosqueteros, son solo diez y estamos regresando a hablar sobre Maracaibo y La Habana, ciudades reales e imaginadas por dos escritores venezolanos, quizás poco conocidos como novelistas, MiltonQueroArévalo y JoséNapoleónOropeza.
En Maracaibo, el domingo 26 de
enero del año 2025
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