sábado, 12 de septiembre de 2020

Los, Primo de Rivera.

 

Los, Primo de Rivera.

José Antonio era el hijo mayor de Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (1870-1930) un militar que gobernó a España como dictador entre 1923 y 1930. Se había formado en el ejército y estuvo destinado en Marruecos, Cuba y Filipinas hasta ascender a general.​  A su hijo José Antonio se le conoce como el político fascista español, fundador de la Falange y sobre él hablaremos hoy.

José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (1903 -1936), es considerado como un mito por los partidarios, del franquismo y recibe el desprecio de quienes le culpan de ser uno de los responsables de la Guerra Civil.

José Antonio, era el primogénito en una familia de varios hermanos que perdieron a su madre cuando eran pequeños y en la cual, él pasaría a ser “el director de todos ellos”. José Antonio crecería con el deseo de emular a su padre, el dictador Miguel Primo de Rivera. La personalidad de José Antonio destacaría su por un afán por el autocontrol, y la pulcritud de sus modales, que tenían como reverso “trazos violentos” que combinaban con “el uso de ironías que con frecuencia devenían en sarcasmos hirientes”.

Durante su etapa universitaria, tomaría las riendas la Asociación Oficial de Estudiantes de Derecho a finales de 1920 y sus pleitos con Gil-Robles de la Sección de Estudiantes Católicos, se deberían a su apuesta por la separación entre la Iglesia y el Estado. José Antonio ostentaba el título de marqués de Estella gracias a su tío abuelo Fernando, que lo había ganado combatiendo del lado de los liberales en la Tercera Guerra Carlista.

A los 19 años, en 1922, terminó el Derecho y al día siguiente comenzó la dictadura de su padre, que duró hasta 1931. El desenlace que tuvo la vida de su progenitor, con choques con Alfonso XIII, un exilio vergonzante y su muerte en París, fueron para él, entonces ya abogado, las consecuencias principales de su deseo de venganza queriendo restaurar la figura paterna. 

José Antonio creó la Falange en un acto que se celebró en el Teatro de la Comedia de Madrid el 29 de octubre de 1933. Para aquel entonces, él era un muchacho joven, de voz un poco nasal que usaba en sus discursos metáforas brillantes. José Antonio se rodearía de escritores y de poetas, quienes el 3 de diciembre de 1935, compusieron la letra de “Cara al sol”, el himno de la Falange.

Así nació la Falange, con un discurso violento que José Antonio tomaría  de Ortega y Gasset, con matices de glorificación a los “hombres egregios”, una minoría destinada a las grandes gestas…  Crecería la Falange en medio de una espiral de muertes, entre ataques y venganzas, causada por el enfrentamiento con los socialistas. José Antonio viajó en mayo de 1935 a Roma para pedirle a Mussolini ayuda económica para la formación de su partido, pensando en urdir un golpe que derrocase la República.

En las elecciones de 1936, no obtuvo ni un solo escaño, lo cual demostraba su escaso apoyo en la opinión pública, pues ya la Falange estaba decidida a ir hacia el uso de la fuerza y el abandono de la lucha política legal para impedir el ascenso del poder de la izquierda y de los nacionalismos regionales. La derrota electoral de 1936 lanzó a los falangistas al pistolerismo y a la conspiración contra la República, por lo que el gobierno de izquierda declaró ilegal a la Falange y la señaló como responsable de desórdenes públicos, y encarceló a su jefe.

Cinco meses más tarde, el 18 de julio de 1936, tuvo lugar el golpe de Estado militar encabezado por los generales Emilio Mola y Francisco Franco, con el que dio comienzo la Guerra Civil (1936-39). Cuando se dio el golpe militar José Antonio llevaba ya meses en la cárcel, condenado desde mayo de ese año por tener armas en su casa. El presidente Azaña, el presidente del Consejo, Giral, e Indalecio Prieto, todos ellos lograron detener un primer plan para matar a José Antonio, preparado por los comunistas, pero ninguna gestión, lo pudo librar de ser fusilado el 20 de noviembre de 1936.

Su muerte dejaría expedito el camino para convertir la Falange en un partido que sería domesticado por Francisco Franco, quien perduraría como el jefe nacional con aquel partido que estaba desprovisto de la mística revolucionaria inicial de la Falange de José Antonio, quien en su testamento, pareció renegar de la violencia al escribir: “Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles”.

Maracaibo, sábado 12 de septiembre, 2020

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