sábado, 26 de septiembre de 2020

Angelus Novus

 

Angelus Novus

Estamos viviendo una larga noche en medio de esta pandemia viral, única en la historia universal. En nuestro país, se ven las cosas cual si alguien (y todos saben quién) hubiese abierto la caja de Pandora. El apagón lumínico es tal, que solo nos cabe confiar en que, en la oscuridad del fondo de la caja, realmente resida la esperanza… Estas lógicas preocupaciones me llevaron hace tres años, y precisamente en el mes de septiembre de 2017 al hablar sobre “el lector inteligente” y a referirme a un cuadro del pintor Klee y de su conexión con la vida del filósofo alemán Walter Benjamin. Hoy hace 80 años que el 26 de septiembre de 1940 falleció y por ello, hablo nuevamente del Angelus Novus.

Paul Klee (1879-1940) fue un pintor alemán nacido en Suiza, cuyo estilo cabalga entre el surrealismo, el expresionismo y la abstracción. Entre 1886 y 1890, Klee estudió en la escuela primaria y a los 7 años, recibió clases de violín en la Escuela Municipal de Música, con tanto talento que, al cumplir 11, fue invitado como miembro extraordinario de la Asociación de Música de Berna. A los 16 años, los dibujos de paisajes de Klee ya mostraban considerable habilidad y cuando obtuvo la ciudadanía alemana, estudió arte en Múnich con Heinrich Knirr y Franz von Stuck. Klee sería  uno de los Die Blaue Vier ("Los cuatro azules") junto a Kandinski, Feininger y Jawlensky(https://bit.ly/30cxCAD).

Los miembros del Blaue Reiter, compartían un interés por el arte gótico y primitivo y por los movimientos modernos del fovismo y el cubismo. Paul Klee pintó Angelus Novus en un año decisivo para su carrera; cuando en 1920 realizaba su primera gran exposición en Múnich, y había publicado su credo artístico, “Confesión creativa”, donde explicaba su percepción metafísica de la realidad. Los seres mitológicos presentes en sus cuadros (durante sus últimos años de vida, plasmó medio centenar de ángeles celestiales) se enmarcan dentro de este contexto metafísico. 

El dibujo del Angelus Novus sobre papel en tinta china, tiza y acuarela, pintado por Paul Klee en 1920, fue adquirido por el filósofo alemán Walter Benjamin en 1921, y usaría su imagen para su teoría pesimista de la historia interpretada como ciclos de desesperación. Un “ángel nuevo”, según la tradición hebrea, es una criatura celestial creada para servir y renovar un cántico eterno ante Dios. En la presentación de la revista Angelus Novus Walter Benjamin lo explicaba así: Una leyenda talmúdica nos dice que una legión de ángeles nuevos son creados a cada instante para, tras entonar su himno ante Dios, terminar y disolverse ya en la nada”.

En la tesis IX del ensayo Sobre el concepto de Historia, escrita durante sus últimos meses en Paris, en vísperas de la ocupación alemana y concluido unos días antes de abandonar la ciudad, sin corromper las intenciones del artista sobre las imágenes de esos ángeles contemporáneos que tanto le interesaron, Benjamin haría su propio relato interpretativo del cuadro de Klee, y escribió: Hay un cuadro de Paul Klee llamado Angelus Novus. En este cuadro donde se representa a un ángel que parece a punto de alejarse de algo a lo que mira fijamente. Los ojos se le ven desorbitados, tiene la boca abierta y las alas desplegadas. Este aspecto deberá tenerlo el ángel de la historia. Él ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, él ve una única catástrofe que amontona incansablemente ruina tras ruina y se las va arrojando a los pies. Bien le gustaría detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, una tempestad se enreda en sus alas, y es tan fuerte que el ángel no puede cerrarlas. Esta tempestad lo empuja incontenible hacia el futuro, al cual vuelve la espalda mientras el cúmulo de ruinas ante él va creciendo hasta el cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad”.

La imagen del Angelus Novus se convirtió en una obsesión recurrente en el pensamiento de Benjamin. Era “Ángel de la historia”, y permanecería en su poder toda su vida. El Angelus Novus, de Paul Klee con sus alas enredadas por el huracán del progreso soplando desde El Paraíso, según Benjamin le mostraba al mundo que la historia solo podría afirmarse a través del olvido. En 1939, trató sin éxito de vender la pintura para poder costear el pasaje a los Estados Unidos.

En 1940, la sacó de su marco al huir de París y la guardó junto con sus escritos en una maleta que entregó al escritor Georges Bataille. Benjamin, preocupado por un futuro demasiado incierto, antes de abandonar la capital francesa, en la maleta con sus posesiones más preciadas estaba el dibujo del Angelus Novus y sus últimos escritos, entre los que se encontraba el manuscrito de “Las Tesis sobre la Filosofía de la historia”, con el encargo de que si algo le pasaba se lo hiciese llegar a Theodor W. Adorno. El ensayo lo publicó Adorno en 1942 en un número especial del Instituto de Estudios Sociales.

Tras haber salido de la localidad francesa de Port Vendres guiado por la activista antinazi Lisa Fittko, Benjamin, ya al atardecer del día 25 de septiembre llegó a Portbou muy cansado. Tras cruzar los Pirineos fueron interceptados por la policía española y él carecía de la visa requerida. Antes que tener que volver a Francia y caer en manos de la Gestapo, decidió acabar con su vida en el Hotel Francia, donde el grupo que le acompañaba había sido detenido por la policía. 

Hay quienes ponen en duda su suicidio y plantean que fueron agentes nazis en la España fascista los que le suministraron la morfina, y hay quien afirma que afirma que Benjamin fue asesinado por agentes secretos de Stalin. Su muerte ha sido considerada en una película y el episodio ha sido tratado en la novela “El pasajero Walter Benjamin” del escritor colombiano Ricardo Cano Gaviria. De manera que las horas que precedieron a la muerte del escritor, siguen siendo discutidas. En opinión de Enrique Vila-Matas, Benjamin oficialmente murió de una hemorragia cerebral en aquel hotel de frontera de Portbou el día 26 de septiembre de 1940. El cuadro del Ángel terminó en manos de Gerschom Scholem, por expreso deseo de Benjamin y actualmente forma parte de la colección del Museo de Jerusalén.

Maracaibo, sábado 26 de septiembre del año 2020

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