De las vacunas, sencillamente…
Para aclararme algunas dudas, le pedí ayuda a mi amigo el virólogo maracucho José Esparza quien me escribió dándome algunos sencillos detalles sobre virus y vacunas. Dada la precisión de sus explicaciones, muy concretas, le pedí que me autorizara para divulgarlas en el blog. Las ofrezco aquí para todos, en estos tiempos de pandemia.
La introducción de ARN y ADN viral en el organismo humano puede llevar a la adquisición de nuevo material genético. Lo vemos en el caso de VPH, y del VIH. y de retrovirus en pollos y ratones. La regla es que esos ácidos nucleicos microbianos rara vez dejan su material genético con nosotros.
La mayoría de las vacunas exponen al organismo a proteínas del agente que queremos proteger. Las proteínas son usualmente las más exteriores en el virus y responsables de acoplarse al receptor en las células. Tradicionalmente esas vacunas eran de virus completo inactivado o virus atenuados.
Con el advenimiento de la ingeniería genética se comenzaron a hacer vacunas basadas, no en el virus completo, sino en las proteínas importantes de la superficie del virus producidas en bacterias o levaduras. El mejor ejemplo es el de la vacuna contra la hepatitis B. También la vacuna contra VPH.
El próximo paso fue, no inmunizar con las proteínas, sino con segmentos del ADN que codifica esas proteínas. Entonces a alguien se le ocurrió que en vez de inyectar ADN, porque no inyectar directamente el ARN mensajero de la proteína de interés. Así se ahorraría todo el esfuerzo de que el ADN migrara al núcleo y se tradujera a ARN mensajero. El problema había sido que el ARN es muy lábil y el mundo está lleno de ribonucleasas.
La vacunación con ADN se pensaba como más fácil y menos costosa que la producción de la proteína misma. Pero después de más de veinte años de investigación se han encontrado ciertas dificultades técnicas que resultan en poca inmunogenicidad. ¡Es una buena idea! En paralelo se desarrollaron las vacunas a vectores virales (como adenovirus o vaccinia) que cuál caballos de Troya, llevan el ADN de interés al interior de las células, induciendo no solo anticuerpos sino provocando también inmunidad celular. En esos casos no hay integración en el cromosoma del hospedero. Aunque en algunos casos de terapia genética se diseñan vectores que si se integran.
Pero en los últimos diez o quince años esos problemas con el ARN se resolvieron y muchos creemos que las vacunas a ARN son el futuro de la vacunología. En este momento hay ocho vacunas contra la COVID en pruebas de fase 3. Cuatro son chinas. Tres vacunas son basadas en virus inactivados. Dos basadas en vectores Adeno y dos en ARN mensajero. Hasta ahora todas lucen “prometedoras” pero todavía no se sabe si realmente protegerán contra la infección o la enfermedad. José Esparza (agosto 2020).
Maracaibo miércoles 2 de septiembre 2020
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