sábado, 12 de octubre de 2019

Nota de Presentación


Nota de Presentación

Esta misma semana, el lunes 7 de octubre (https://bit.ly/2AOhDvJ) publiqué con el título de “Historia patria”, estos comentarios sobre Cuba… “el viaje, habría de ser transformado por mí en lenguaje escrito y el recuerdo de cómo caminamos por La Habana durante 9 horas y de cuanto lloramos aquella noche triste, ya lo he relatado, ocasionalmente. De aquel primer viaje del 83 y de otras varias visitas ulteriores que hice siempre relacionadas con eventos de patología, nacería mi novela “Escribir en La Habana”. El doctor Ildemaro Torres es un amigo médico, profesor universitario, quien había sido el Director de Cultura de la UCV y a quien le solicité escribiera algo para presentar la 2da edición de la novela en 1997. Él redactaría esta “Nota de Presentación” que 22 años después se me ha ocurrido reproducir aquí, en mi blog lapesteloca.blogspot.com

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“Escribir en La Habana no es lo mismo que hacerlo en cualquier otro lugar del mundo, o al menos de América latina, especialmente cuando lo que se quiere decir tiene que ver con la propia ciudad cual escenario y con sus habitantes, protagonistas de una historia que plantea como primer punto de reflexión y discusión si en marcha, a pesar de las contingencias adversas, o si detenida y no necesariamente por causa de estas.  Escribir en y desde La Habana no es nada fácil, y sobre todo en circunstancias en que son muchas las posiciones asumidas visceralmente a favor o en contra de lo que en ella sucede, y porque la importancia y trascendencia de la Revolución Cubana demandan, de quien la aborde como tema, no un vuelo superficial y apresurado sobre los hechos, sino una actitud reflexiva, un sentido crítico verdaderamente analítico y objetivo, y en particular, honestidad en los juicios. Visto lo cual cabe señalar como virtud inicial de este libro y de su autor, la transparencia con que están ventilados percepciones y sentimientos, de manera que más que el mérito de la no evasión de una realidad, está el de haber ido al encuentro de la misma y desde su seno percibirla y permitirse objetarla.

“Escribir en La Habana” de Jorge García Tamayo, es una novela en la que van de la mano precisamente realidad y ficción, a propósito de la vida y la conducta de cada personaje, como de las diferentes sociedades que les hacen de marco en pasado y presente. Al leerla se es testigo de un despliegue de sucesos que fluctúan entre lo que tiene connotación histórica y lo que nutre el anecdotario, fluidamente presentado, en uso eficiente de una técnica narrativa a su vez equilibrada entre el rigor de un escritor serio y el juego festivo de un narrador con sentido del humor.

Un médico, que bien pudiera ser el propio autor de esta novela, viaja a Cuba para asistir a un congreso de su especialidad, y la suma de cuanto le sucede y lo que ve a su alrededor, le sirven de pretexto para retratar la sociedad cubana y sus características de entonces; y quienquiera que haya estado allí en algún evento de tal naturaleza y tenga amigos que lo reciban y acompañen, en más de un detalle se verá retratado en estas páginas, además de que reconocerá como vivencias propias muchos de los lugares y situaciones descritos.

Resulta de particular interés el paralelismo de la evolución física y anímica de uno de los principales personajes femeninos, y los cambios en lo estructural y en la emoción operativa de un proceso político revolucionario; la mezcla de desencanto con que por momentos son encarados ambos, no es óbice para la posibilidad de un rencuentro en el que, aunque sea por un instante, se vuelve a sentir la vieja pasión de un vínculo alguna vez estrecho.

García Tamayo ha sabido articular un relato en el que se conjugan juegos galantes, ritos, amores, equívocos, tensiones, suspenso e intriga. Como en la conocida imagen del diablito travieso que nos habla desde un hombro, en contraposición al angelito que nos llama a capítulo desde el otro, el escritor saca a relucir sus dudas sobre asuntos complejos, a la vez que deja caer abierta o sutilmente sus cuestionamientos; siente que es honesto aceptar que hay que hacer y hacerse preguntas, haciendo valer de facto la idea de que cuestionar no es desertar y de que de ningún modo benefician a una causa revolucionaria la aceptación acrítica de dogmas y de hechos cumplidos, el maquillaje de los hechos o el disimulo de situaciones negativas; y a esa actitud agrega la de meditar, también en voz audible, sobre el hecho de escribir y el rol del escritor, y sobre la definición del llamado compromiso como inquietud sentida.

Asistimos, como en aquella extraordinaria película “Memorias del Subdesarrollo”, a un exposición de contradicciones que unos cuantos de nosotros llevamos por dentro junto con el deseo genuino de revisarlas, más allá del tormento individual que las dudas no resueltas o cuando menos discutidas con franqueza, pueden llegar a constituir. Pero resulta que tal relación no es casual, porque evidentemente el amor de este escritor por el cine es semejante al que siente por la literatura, y de allí que no le baste con la evocación de artistas, de escenas célebres, y de títulos y argumentos de viejas películas, sin que “Escribir en La Habana” tiene capítulos de construcción abiertamente cinematográfica, a manera de un dinámico guion y en manejo acertado de una cámara que cambia de lugar, ajusta sus enfoques o explora acuciosa el lugar de filmación, a partir de descripciones altamente sensoriales que le permiten al lector una clara visualización de lo narrado.

Jorge García Tamayo es un destacado patólogo e investigador, con múltiples ocupaciones profesionales, y la misma disciplina que ha hecho de él un académico reconocido por su desempeño en el campo de la ciencia, la aplica a la condición de escritor. Sea que se trate del autor transmutado en personaje como recurso para decir lo que él piensa, o que el asunto quede librado al juego de que el lector siempre ve en una obra rasgos autobiográficos del autor, en muchos aspectos, esta novela -ya ganadora de un importante premio- será leída con predecible avidez por su trama bien estructurada, y estimulará interesantes reflexiones, conversaciones y discusiones, en razón de los juicios que contiene”.

Ildemaro Torres

“Escribir en La Habana” ganó en Narrativa la Bienal José Rafael Pocaterra del Ateneo de Valencia, Venezuela, el año 1994 y se ha publicado una tercera edición -especial con 812 citas en pie de páginas-, en 2011.

Maracaibo, sábado 12 de  octubre, 2019

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