sábado, 6 de noviembre de 2021

Retazos de un “discurso”

 Retazos de un “discurso”

El año 2014 a propósito de la ceremonia de clausura de la “Semana Zuliana de la Narrativa” tuve la oportunidad de pronunciar un discurso, del cual hoy, en noviembre del 2021, siete años después, se me ocurre compartir con los lectores de este blog un retazo de aquellas palabras destinadas a explicar mi camino iniciático en la narrativa.

Durante casi 30 años estuve trabajando en un Instituto de la Universidad Central de Venezuela que era el sitio donde se los médicos se especializaban en Anatomía Patológica. Me tocó dirigir aquel centro formador de patólogos durante más de 12 años y me mantuve al frente de un laboratorio de investigación, inventando lo que denominaríamos la patología ultraestructural y produciendo más de un centenar de publicaciones. Iniciándose la década de los ochenta, con cinco hijos creciendo debí comenzar a re estudiar el bachillerato, y ayudándoles, regresaría a la literatura.

 

Reincidí en mi pasión por la lectura y hube de reconocer al Gabo y sus cien años, a Vargas Llosa y los perros de su ciudad, y después, tras leer La Muerte de Artemio Cruz me entusiasmé con Carlos Fuentes, y luego Rayuela, y detrás de Cortázar llegaron Borges y Rulfo, Cabrera Infante y Arguedas, Asturias y Donoso, y así regresé a la literatura, especialmente a la de Latinoamérica, que además, en aquellos días estaba haciendo, ¡boom! Así el destino me llevó a re encontrarme con la lectura…

 

En ese entonces, a comienzos de los 80,  me supe hipertenso y al creer que estaba gravemente enfermo, recordaría mi historia de los 7 años en Maracaibo intentando hacer investigación sin ser aceptado por mis colegas, y la veía como una situación que nadie habría de conocer, y eso me dolía. Pensé que era cierto lo que dice Eduardo Liendo, de que el mayor desafío del escritor “es vencer a la muerte con el filo de la palabra. Lo pensé e imaginé que debería escribir mi historia en mí tierra...

 

Quizás con un deseo larvado de trascender, escribí un manuscrito que por su nombre resumido la gente confundía con el extraterrestre. No con Alf, no, lo confundían con i-ti, la película de Spielberg que estaba de moda, y era porque en la portada simplemente decía ET, pero era las siglas de la Entropía Tropical. Aquella era una expresión, que le escuché decir un vez al doctor Humberto Fernández Morán quien la utilizó para describirme ese desorden tropical que nos caracteriza.

 

El manuscrito de ET, estaba parcialmente escrito en maracucho, por lo que sus lectores me dijeron que  tenía “malas palabras”, y además, ¡me querían acentuar las esdrújulas!, por lo que cuando intenté publicarlo, fue varias veces rechazado. Fue necesario que ese intento de escribir algo esperase unos 20 años más, -¡y dice el tango “que 20 años no es nada”!- desde 1983 hasta el año 2003 cuando aproveché que un compañero de promoción era el Rector de LUZ y entonces sí, alguien se atrevió y en Ediluz, me editaron la novela “La Entropía Tropical”.

 

Pero: no quiero hablarles de mis novelas. Ya hemos tenido oportunidad de revisarlas y hablar de ellas durante esta semana. Debo decirles, que transcurrirían más de 25 largos años, en lo que yo denominé “mi exilio capitalino”, para lograr, al fin, regresar a mi tierra; desde 1975 hasta formalmente, el año 2005...

 

Recuerdo que el año 1991, que sería en un discurso durante un evento de mi especialidad cuando dije, -para preocupación de mis amigos-, que ya tras 13 años de estar viviendo en Caracas, debería pensar en regresar, quizás buscando, esa luna que se encumbra y un cielo azul de porcelana alumbra, o tal vez para saber si en el lago, la onda medio caliente, entumecida, coronada de espuma, acaso aún continuaba, soñando melancólica


 

En aquel mes de diciembre del 91, reflexionaba sobre estas ideas, y las hice públicas preguntándome, si acaso en ese andar cotidiano por el trillado sendero de la ciencia, no habría llegado para mí el momento de regresar pues resonaban en mi mente las estrofas del bardo guariqueño aprendidas en mi bachillerato caletrero: “Es tiempo de que vuelvas. Es tiempo de que tornes”… Pero el tiempo siguió su curso inexorable y con el correr de los años y en la Dirección de Cultura de la UCV, me convencieron de que el ET que había escrito, y que estaba allí en su manuscrito, era una novela…

 

Por eso, desde antes de poder publicarla, decidí que tenía que seguir escribiendo; de manera que tras verme obligado a jubilarme en la UCV en el año 1998, luego de muy tristes contingencias personales, había escrito ya, casi cinco novelas… No fue sino hasta enero del año 2005 cuando de nuevo regresé a Maracaibo y desde aquel entonces he publicado dos novelas más, y hace unos meses he terminado otra, ésta última sobre un personaje histórico del siglo XVI, “Andrés Vesalio el anatomista”.

 

Bien, hasta aquí llegaré en esta especie de replay de peli que podría recordar a La Máquina del tiempo, o Regreso a pasado, y cómo ya lo he mencionado hace un par de días (https://bit.ly/3bJYcXq), “Vesalio el anatomista” ha sido mi última novela publicada. Descargo algo de mi pasión por la escritura a través del ejercicio diario o del oficio de escribir a través de este, mi blog y le agradezco por la paciencia para leerme. Gracias nuevamente.

Maracaibo, sábado 6 de noviembre del año 2021

 

 

No hay comentarios: