domingo, 14 de noviembre de 2021

El vosceo y la elipsis

 

El vosceo y la elipsis

Hace siete años, en noviembre del 2014 escribí en este blog sobre la elipsis y el vosceo en la literatura  a propósito de una novela inédita, que trataba de “los amores elípticos” de un médico e investigador de nuestra tropical región del planeta. Me preguntaba entonces… ¿Por qué considerar elípticos los amores de aquel curioso personaje y del por qué me atrevía a utilizar el voseado como léxico para relatarlos?

Recordaría entonces, que la primera Ley de Kepler asegura que cada uno de los planetas del Sistema Solar describe una órbita elíptica, uno de cuyos focos está ocupado por el Sol, y que un elipsoide es el equivalente tridimensional de una elipse y puede ser descrito comúnmente como una esfera achatada y su volumen puede ser calculado a partir de la longitud de sus tres ejes. Esto por el tema de la elípsis…

Hice un comentario sobre mi relato (https://bit.ly/3De76sb) intitulado “Elipse” donde describo a un indígena en la selva quien se marchaba de su hogar para olvidarse de sus penurias pero terminaba regresando a sus orígenes a través de un viaje nocturnal con lluvia, y reflejos de luna en escenarios fantasiosos; y en aquel viaje de ida y vuelta, el personaje se acercaba y se alejaba con un giro elipsoidal, nunca parabólico donde yo no pretendía fin didáctico alguno…

La gramática tradicional nos dice que la "elipsis consiste en suprimir algún elemento del discurso sin contradecir las reglas gramaticales". Cuando se habla de elipsis, en lingüística se trata de ciertas construcciones sintácticas en las que no aparece alguna palabra que se refiera a una entidad lógica necesaria para darle sentido a una frase. 

Karl Vossler (1872-1949) un romanista e hispanista alemán, crearía la escuela del Idealismo lingüístico y de la Estilística, y en su análisis teórico de la sintaxis participó en una polémica histórica concerniente a la naturaleza de la elipsis lingüística. Sobre Vossler, y el lenguaje, discurriría Ernesto Sábato en un artículo titulado “El voseo” donde señalaba que, “ya Karl Vossler, con dialéctica hegeliana, nos había dicho que el lenguaje es una estructura que oscila entre dos polos opuestos, entre el individuo y la sociedad, entre la creación y la tradición, entre la originalidad y la convención, entre la libertad y la determinación, entre la poesía y la acomodación social, entre el espíritu y la cultura hecha, entre la psicología y la gramática”.

Sábato escribió aquel artículo en Santos Lugares, Argentina, el año 1966 e insistió en que, “el único idioma general y universal es el de las matemáticas, porque se refiere a entes lógicos y helados, no a seres humanos calientes y contradictorios. Así como bien afirma Rosenblat, hay un castellano de Madrid otro de Bogotá y otro de Buenos Aires, y todos igualmente lícitos”. 

Años más tarde en 1989 refiriéndose a “La lengua de Castilla en el Nuevo Continente”, en una conferencia dictada en Buenos Aires, el mismo Ernesto Sábato precisaba: “cuando hablamos del castellano tenemos que tener presente lo que afirmaba Humboldt, que el lenguaje no es un hecho cristalizado, sino una energía en permanente creación”… “porque esa lengua, como todas, difiere de un lugar a otro, sino hasta de un hablante a su vecino, motivo por el cual hay un castellano cervantino, otro quevediano y otro gongorino. Y así hasta el infinito”. 

Estos comentarios me parecieron pertinentes para discutir el por qué atreverme a utilizar el voseo en la escritura de una novela. Jesús Ángel Semprúm Parra ya había señalado en esos días, que “el voseo usado en Maracaibo es diptongado, lo que lo hace genuino, utilizado sólo por algunas comunidades en la sierra del Ecuador, es único en el mundo y no rompe totalmente con el voseo español de los siglos XII-XVI, que no es totalmente diferente de aquella modalidad latina, que comenzó a propagarse en tiempo del Bajo Imperio Romano. El vos que se fortalecerá en América es el vos que ya había comenzado a declinar y desaparecer en la Península”. El mismo Jesús Ángel se había referido en a la existencia de movimientos literarios que propugnaban el rescate del habla cotidiana de la calle, e informaba cómo en su opinión estaba irrumpiendo cierta literatura en el Zulia en ese sentido, la cual siempre conllevará, decía él, “sus aliados y detractores”.

Con los comentarios en el blog, planteaba el tema y aquí, nuevamente, muchos años después y en diferentes y más complejas situaciones como las que padecemos en el país y universalmete (narcogobierno y pandemia), me atrevo a replantear una posible renovada revisión sobre el uso del voceo en la literatura regional y nacional.

Maracaibo, domingo 14 de noviembre del año 2021

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