domingo, 28 de marzo de 2021

Akelarre, y brujería vasca.

 

Akelarre, y brujería vasca. 

En 1525, en el proceso de conquista de Navarra, las autoridades castellanas desatarían una feroz persecución en los valles de Erro, Salazar y Roncal, donde ejecutarían a más de cuarenta mujeres bajo la acusación de brujería. Estos procesos, se incrementarían a principios del siglo XVII cuando bajo la patraña de la brujería, se escondía la voluntad de atemorizar a las poblaciones rurales de difícil control, sometiendo y limitando de forma especial el papel social de la mujer. A pesar de la cristianización del pueblo vasco en el último milenio y de las persecuciones contra las brujas -como el caso de las Brujas de Zugarramurdi en 1610 o la caza de brujas en el país vasco francés del año anterior- Euskal Herria ha conservado numerosas leyendas que dan cuenta de una antiquísima mitología propia. Son muy conocidos los estudios de Joxemiel Barandiaran y de Julio Caro Baroja.

 

Recientemente he visto el filme Akelarre en Netflix; estrenado el 11de marzo de este año 2021, como una coproducción con España dirigida por el argentino Pablo Agüero, la película, está ambientada en el País Vasco en el año 1609, cuando eran tiempos de la Inquisición y de la caza de brujas. El filme -que había sido elegido para el Festival de Cannes 2020-, tuvo su estreno mundial en la Competencia Oficial de San Sebastián y en marzo, acaba de ganar 5 premios Goya.

 

En las secuencias centrales de Akelarre, un grupo de chicas acusadas de brujería baila frente al representante del rey una danza arraigada en las costumbres y el folclore del País Vasco, que acaba por transformarse en un aquelarre a ojos del inquisidor y su séquito. En esta mutación residen algunas de las claves del cineasta argentino Pablo Agüero, que apunta a una sustitución del punto de vista masculino (del acusador) por el femenino (el de las acusadas) para narrar, a través de esta nueva perspectiva, un proceso de empoderamiento dentro de un universo patriarcal.

 

A través de esa danza, las protagonistas se manifiestan contra los prejuicios y los abusos de poder imperantes en la sociedad de comienzos del siglo XVII, un mundo en el que la rebeldía se combatía a golpe de falsas acusaciones. Además de unas revelaciones de calado histórico e ideológico, este pasaje bailado también pone de manifiesto la tesis formal del filme, basada en una reflexión en torno al poder de la representación, donde en ocasiones las protagonistas simulan ser otras personas y a través sus canciones, recuerdan historias míticas de su tierra o se trasladan a lugares idílicos. 

 

 

 

Agüero plantea un juego con las imágenes donde la mirada de quien observa da forma a una realidad subjetiva. Por un lado, la pureza de las chicas, que escenifican de un modo inocente su tétrica situación, y del otro lado, el delirio y las pulsiones punitivas del juez, que altera la realidad hasta el punto de convertir un inofensivo divertimento en un verdadero aquelarre. El empoderamiento femenino es la tesis esencial de un filme que se alimenta de la potencia de las imágenes y que cuenta con una magnética banda sonora y canciones que firman Aranzazu Calleja y Maite Arroitajauregi, más conocidas en el ámbito musical como Mursego. Las melodías ilustran ese doble proceso judicial y de madurez que da forma a la película, y junto a las coreografías son un verdadero reflejo de los estados de ánimo de los personajes.

 

La historia de la brujería en las zonas vascoparlantes del actual País Vasco y de Navarra en España, así como en el País Vasco francés, se remonta a principios del siglo XVII con el caso de las brujas de Zugarramurdi. Julio Caro Baroja​ y otros investigadores​ al referirse a la brujería en el pueblo vasco, hablan de "la brujería vasca” -que es el título de la obra clásica de Caro Baroja sobre este tema-, ligado a la peculiar situación social del país y adherida a una tradición de paganismo, que llevaba a las personas del siglo XV a decir que los vascos, tan católicos hoy, eran “gentiles".

 

Hacia 1500 se abrirían varios procesos contra los brujos y brujas de la sierra de Amboto (en el Señorío de Vizcaya) en la que se decía que habitaba una especie de divinidad llamada la "Dama de Amboto". En esta ocasión ya se hablaba de rituales de adoración al diablo en figura, entre otras, de macho cabrío. Siete años después aparecería otro foco de brujería en un lugar no precisado que hace que intervenga el tribunal de la Inquisición española de Logroño, produciéndose la quema de unas treinta supuestas brujas.

 

Navarra desde el año 1279, era considerada como tierra de brujería, y hay muchas referencias documentales de casos de herboleras, faytilleras, brujas, hechiceras, curanderas que en base a estas creencias en brujas hubo quema de brujas en la Alta Navarra y en la Baja Navarra. El primer caso documentado es de 1330 en San Jean de Pie du Port, cuando Jurdana de Irisarri fue condenada a morir en la hoguera acusada de herbolera. En la Alta Navarra la brujería se ha hecho famosa a través de historias habidas en localidades como Zugarramurdi, Urdax, Bera y Bargota.

 

Después del de Navarra de 1527 se mencionan otros casos de brujería en el país vasco-navarro. En 1530 las Juntas Generales de Guipúzcoa pidieron la intervención de un inquisidor para que acabara con las brujas, quien según la tradición murió envenenado por ellas. Hubo otro foco en Navarra en 1538 que dio lugar a numerosas detenciones y en 1555 varios pueblos de Guipúzcoa volvieron a reclamar la intervención de la Inquisición, pero no se les envió ningún inquisidor.

En euskera hay muchas palabras sobre animales, plantas y actos que se asocian con las brujas: sorguin-baratsuri, ajo silvestre; sorguin-ira, variedad de helecho; sorguin-khilo, junco (rueca de brujas); sorguin-mandatari, mariposa (recadera de brujas); sorguin-oilo, mariposa; sorguin-orratz, libélula; sorguin-piko, higo silvestre; sorguin-tsori, trepatroncos (o pájaros de brujas); sorguin-aize, remolino de viento. ​Además hay determinados lugares que se consideran puntos de reuniones de brujas, como las cuevas de Zugarramurdi o la de Azcondo, el dólmen de Arrizala (Álava), la fuente de Narbaja (Álava), o la peña de Osquia, en el valle de Iza (Navarra), entre otros. Así al pasar por ellos se tomaban precauciones como coger guijarros y trazar una cruz con ellos. ​ Para finalizar, vale la pena ver la película Akelarre premiada con 5 Goyas, que está en Netflix.

Maracaibo, domingo 28 de marzo, del año 2021

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