viernes, 26 de marzo de 2021

Los caníbales de las islas Fore

Los caníbales de las islas Fore

En octubre de 1956 Vincent Zigas trabajaba como oficial médico del Departamento de Salud Pública en el “Territorio de Papua y Nueva Guinea” que para aquel entonces formaba parte de Australia. Zigas, de ascendencia alemana, aunque en 1911 había nacido en Tallin (actual Estonia) a comienzos de la década de 1950, había adquirido la nacionalidad australiana viajando a Nueva Guinea como médico rural y se había lanzado de lleno a la investigación de campo de una extraña enfermedad que afectaba a unos indígenas en la región de Moke, al interior de las inexploradas Tierras Altas.

Vincent Zigas  hablaba estonio, lituano, alemán, ruso, polaco y algún dialecto de la Melanesia; había estudiado medicina en las universidades de Kaunas, Koenisberg, Breslau y en Hamburgo, y luego de emigrar a Australia y pasó a un cargo en Salud Pública. Su historia está en un libro de su autoría editado post mortem con el curioso título imitando el título de Víctor Hugo, de Laughing Death,La muerte que ríe”.

Los indígenas que el doctor Zigas había decidido examinar eran los fore, del distrito de Okapa; un grupo veinte mil personas que vivían talando árboles para traficar con su madera y cazando animales selváticos pequeños para sobrevivir. Los miembros de algunas patrullas militares denominaron a la extraña enfermedad que padecían kurú (que en la lengua hablada por los lugareños significaba  temblor causado por miedo o frio”). Aprendiendo a comunicarse con la tribu en lo que denominaban el paraíso verde fore, este hecho llamó la atención de Vincent Zigas. Su objetivo era mejorar las muy precarias condiciones de vida de esas gentes mediante la erradicación del canibalismo, mejorando la higiene y alimentación.


 

Zigas se interesó de modo especial por las regiones donde se manifestaban los casos de kurú, una inexplicable enfermedad degenerativa y mortal. Gracias a su integración en las comunidades primitivas logró enviar muestras de suero y tejido cerebral de fallecidos al Walter and Eliza Hall Institute, de Melbourne, Australia, para su estudio detallado, en busca de una posible explicación, tal vez un microorganismo infeccioso.

Por aquella época, Daniel Carleton Gajdusek, un virólogo estadounidense, se unió a Vicent Zigas en sus trabajos de campo. En el año 1957 Gajdusek y Zigas publicaron un trabajo profusamente ilustrado sobre la extraña enfermedad (1). En ese mismo año (1957), Zigas y Gajdusek publicaron en la revista New England Journal of Medicine otro exhaustivo trabajo, de extenso título (2).Degenerative Disease of the Central Nervous System in New Guinea-The Endemic Ocurrence of Kuru in the Native Population.

La integración de Vincent Zigas en las comunidades tribales facilitó su propia investigación junto a la de su colega estadounidense, y ambos ensayaron numerosos fármacos sin lograr resultado alguno. La enfermedad neurodegenerativa debutaba con ataxia progresiva e insidiosa (pérdida de la coordinación motora). También aparecían artralgias, cefalea, tos, fiebre y un tipo peculiar de balanceo al desplazarse que los locales describían como si hubiesen “perdido las rodillas”. Los afectados, mayormente mujeres y niños, sufrían estrabismo y un temblor progresivo que terminaba por hacer imposible cualquier actividad, sufriendo incontinencia y postración hasta la muerte final. La enfermedad era siempre mortal, generalmente menos de un año desde la aparición de los primeros síntomas.

A partir de 1965 la incidencia de kurú disminuyó progresivamente (sobre todo entre los niños) debido a las mejoras en la higiene y especialmente por la progresiva erradicación del canibalismo. Esta enfermedad guardaba muchas semejanzas con otras encefalopatías espongiformes (nombre derivado de que el aspecto de los cerebros de los fallecidos remeda una esponja, más que una masa compacta, debido a la masiva pérdida de materia gris). Entre estas encefalopatías espongiformes se hallan el scrapie del ganado lanar (lo que los pastores suelen denominar las «ovejas modorras»), también la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob conocida en Occidente desde la segunda década del siglo XX y que puede considerarse como la variante humana de la denominada “enfermedad de las vacas locas”.

En el año 1966, Gajdusek, Gibbs y Alpers demostraron experimentalmente que la inoculación de una suspensión de extractos cerebrales de víctimas del kurú en chimpancés desencadenaba en los simios una enfermedad semejante a la humana. Por lo que inicialmente se consideró que existía un “virus del kurú”. Hoy se sabe que se trata de un prion, apócope de una proteína que no se destruye por ebullición. Con la desaparición del canibalismo, la enfermedad (kurú) desapareció también en las tribus de Nueva Guinea, pero su estudio hizo posible la explicación de otras encefalopatías espongiformes. La denominación prion fue acuñada por su descubridor, Stanley B. Prusiner, galardonado por ello con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en el año 1977.

Referencias : 1) Zigas V., Gajdusek D.C. Kuru: clinical study of a new syndrome resembling paralysis agitans in natives of the Eastern highlands of Australian New Guinea. Medical Journal of Australia 1957; 2: 745-753. 2) Gajdusek DC, Zigas V. Degenerative disease of the central nervous system in New Guinea; the endemic occurrence of kuru in the native population. N Engl J Med 1957; 257: 974-8.

Maracaibo, viernes 26 de marzo, del año 2021

 

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