Quiroga según HAMurena
Hace una semana, mi amigo Miguel me regaló un ejemplar del libro de HA Murena titulado “El pecado original de América”, obra editada por la Universidad Católica Cecilio Acosta de Maracaibo en 2004, con un estudio introductorio del propio Miguel Ángel Campos. Leyendo uno de sus capítulos iniciales (El sacrificio del intelecto) me entusiasmé con la visión que tenía el autor sobre Horacio Quiroga (1878-1937) y he llegado al atrevimiento de permitirme, usando las mismas palabras de HA Murena, relatarles parte de lo que pensaba sobre el célebre escritor uruguayo.
En
2017 había hablado ya en el blog (https://bit.ly/3l9D0Op) sobre Quiroga
y sus infortunios, a propósito de Alfonsina Stormi y de la canción de Ramírez y
Luna popularizada por Mercedes Sosa.
Ayer, martes 16, conversé sobre la obra de HA Murena el joven escritor,
traductor, poeta y ensayista argentino, y leyéndolo se me ocurrió que lo que
había escrito sobre Quiroga era hermoso. Por tal motivo, recortándolas, he plagiado sus palabras para crear este espacio para Uds.
“En los años con que terminaba el siglo para Horacio Quiroga eran años de un satanismo aprendido en los libros. Años de admiración por Mallarmé, por Poe, y por el modernismo. A los 23 años publica su primer libro “Los arrecifes de coral”. En 1902 va a acompañar a Lugones en una expedición a Misiones. En 1904 publica otro volumen de cuentos y en 1908, una novela y más relatos. Tenía 30 años, su vida era un éxito…”
“Él había escogido como maestros a las voces más perfectas de la literatura europea de la época. Literatura latinoamericana nacida del modernismo de autores franceses e ingleses… Tenía 30 años y era un triunfador. Lugones así le saludaba… Acontece “el escándalo”. Quiroga marcha a radicarse en plena selva misionera. Durante ese período en la selva, Quiroga protagonizó los 7 volúmenes de cuentos misioneros con una técnica que estaba clara en Poe y en los maestros europeos. Quiroga viaja a Misiones y fue su camino a Damasco. En Misiones se sintió súbitamente golpeado en el rostro, volteado de su cómoda cabalgadura por el rayo del verdadero horror”...
…“El horror ese que el hombre debe descubrirlo a cada paso para mantenerse vivo. El espíritu debe ir en pos del horror para descubrirlo, nombrarlo, humanizarlo para dar paz al hombre. La literatura es el sagrado oficio del que mentándola fielmente, conjura el horror de las cosas. Quiroga cambió el evidente camino de la universalidad por el problemático sendero de una selva perdida en el confín del mundo. Lo cierto es que había encontrado el camino”…
…“A medida que aumenta el dramatismo en sus obras, mayores deterioros va sufriendo la escritura, el estilo, como si un monstruo impalpable se lo fuera devorando sin remisión. La selva como un cáncer enclavado en el centro del ser, lo roía y lo corroía con su horror. Pero pagó. Pagó con el cuerpo porque soportó penalidades sin nombre; pagó con el alma porque tuvo que poner la suya para absolver las cosas. Su tragedia fue ser un hijo de altas culturas y sentirse elegido, llamado a una misión que le exigió rebajarse hasta las bestias, sufrir en silencio como un árbol”. “Sin embargo, llegó el momento en que no pudo más y salió de la selva, era la selva la que lo había escupido como un despojo”…
“Publicó entonces un libro de cuentos en el que vuelve a sus antiguos temas, a los motivos de antes de marchar a Misiones: la locura, la telepatía, lo erótico fantástico. Como si los de esta fueran ya demasiado espantosos como para seguir sosteniéndolos en el cerebro”…“La noche lo esperaba. Al cabo de un año murió. Pero la selva está también aquí, en la ciudad, en cualquier parte de este nuevo mundo, en nosotros mismos, nosotros somos la selva”.
Finalizo los retazos de lo escrito por HA Murena regresando a lo ya comentado en este blog en 2017: “La obra de Quiroga la relacionan con Edgar Allan Poe y Baudelaire por la fascinación con la muerte, los accidentes y la enfermedad, quizás debido a la vida increíblemente trágica que le tocó en suerte. Quiroga, pensó que en medio de la selva podría vivir tranquilo con su mujer y la hija de su segundo matrimonio, pero un avatar político provocó un cambio de gobierno, que rechazó los servicios del escritor y lo expulsó del consulado. Un avanzado estado de su enfermedad prostática lo hizo padecer de dolores y dificultades para orinar, hasta que una cirugía exploratoria reveló que sufría de un avanzado cáncer de próstata, intratable e inoperable. La madrugada del 19 de febrero de 1937 Horacio Quiroga bebió un vaso de cianuro que lo mató pocos minutos entre espantosos dolores”.
Maracaibo, miércoles 17 de marzo, del año 2021
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