miércoles, 11 de septiembre de 2019

¿Escritura premonitoria?



¿Escritura premonitoria?
Publico nuevamente algunos retazos del artículo “En este país”, escrito el año 2002diciendo “cuatro años después de iniciarse el proceso que nos conduciría hasta donde estamos”; publicado en este blog lapesteloca.blogspot.com el 4 de diciembre del 2014, y citado aquí el martes 1 de enero este año 2019 con el título de “Del 99 a nuestros días: la política en un blog”(https://bit.ly/2QdlYxC). Regreso pues a retazos del trabajo original y solo me cabe usar un infierno de El Bosco como imagen…
“… Casi como aquella novela del Gabo, esta, la nuestra, es “la crónica de una muerte anunciada”. El desmoronamiento de nuestra nación es de consecuencias impredecibles, y nos está llevando a la ruina a todos los venezolanos, pero además, será catastrófica para muchas naciones del mundo que dependen de nuestros recursos energéticos. Se está dando paso a paso, en este país, y lo  estamos viviendo paulatinamente, ahora, cuando estamos comenzando este nuevo milenio
… Pero antes, hace menos de treinta años, en este país, y en el curso de toda nuestra historia, ¡todos éramos venezolanos!, y nuestro orgullo estaba en la mezcla de razas, en ese crisol que permitía a cualquier negrito, o zambo, o a cualquier indio o blanco de orilla, llegar a donde le permitiese su capacidad de trabajo y de lucha. Ahora, es triste decirlo, pero han bastado cuatro terribles años y las cosas han cambiado. Estamos cosechando la siembra de cuatro años de atizar el odio entre hermanos, de ver sistemáticamente a un presidente insultando, amenazando, vociferando mentiras, estimulando las diferencias para cosechar rencores, dividiendo de la manera más meticulosa y sistemática a los ciudadanos, gesticulando siempre con gestos de golpear con el puño para aplastar. Cuatro años de un país obligado a verlo y a escucharlo en cadenas interminables por la televisión, en todas partes amenazando, hasta que el daño germinó en suelo fértil, el mal anda suelto en este país, se ha regado como la mala hierba y la maleza crece por los cuatro confines de la patria de Bolívar...
… En este momento no tenemos tiempo de ponernos a pensar que de quien fue la culpa, que si fue de las cúpulas podridas en los 40 años de la infausta democracia, o si de veras cada cual no aprovechó las muchas oportunidades, ¡que eran abundantes! Sin duda que se podía llegar… ¡Para muestra un botón! He allí al señor presidente, ¿cómo llegó y desde dónde?, ¿y los demás presidentes?, esos que siempre fueron unos “reyecitos” cuando se sentaron en la silla, los que se olvidaron todos de su pueblo, ¿de dónde venían?, ninguno de ellos era un oligarca, aunque ese discurso haya sido cacareado también por el populismo de oficio. Lo que sí es muy cierto es una sola cosa, a todos y más a este último ejemplar, a todos sin excepción, los agarró el fenómeno de los tres monitos, se quedaron sin poder oír, ni ver nada para quedarse complacidamente callados. Pero no es tampoco el momento de pensar en que tal vez no se hizo lo suficiente, puesto que estamos en una situación crítica, el país está, digo,
… “El proceso” ya está en marcha. ¿Acaso no hace más de cuatro años que avanza? No hace ni un mes que se está mostrando de cara a todo el mundo, y las gentes en sus países están allí, impávidas, aguardado, sin saber a qué atenerse, o algunas, hasta sonreídas… ¡Tanto petróleo, pero ya se les está acabando la suerte!, dirán… Quizás repiten aquello de que, los pueblos tienen los gobiernos que se merecen… Pero debemos preguntarnos si, ¿de verdad esta tragedia se la merece nuestro pueblo? Sin haber trabajado mucho, hay gentes que esperan por lo que les han prometido. También están los que trabajaron duro, los que se prepararon, los que estudiaron, los que han adquirido bienes con el sudor de su frente, pues es bueno que sepa el mundo que ahora, estos venezolanos han pasado a ser en el lenguaje del régimen, los “oligarcas”, “los escuálidos”, son “golpistas”, “ladrones”, “vende patria” y muchos de ellos también son “agentes del imperialismo y de la CIA”… Muchos pobres engañados por la canalla populista, han aprendido a recitar las consignas acuñadas por el presidente en un léxico de odio para fomentar una novedosa y nunca existente lucha de clases, y muchos pobres e indigentes, están convencidos de que serán recompensados en su devoción al caudillo, que ellos se merecen el país…
No les ha llegado la dicha, pero estamos viviendo el odio, la desesperación y la pérdida de la cordura desatada por un populismo irresponsable, pero fríamente planificado. Cada día más cerca, estamos viendo cómo llegan los malandros de baja ralea y atropellan e insultan, y agreden y asesinan, y como lo amparan los que tienen la conciencia comprada, o lo aceptan los tontos útiles, ilusos los menos, caimanes en boca de caño los más, intelectualoides criminales muchos dirigentes que aúllan sus trasnochadas consignas del pasado, las que ahora solo sostienen algunos escasos regímenes de fuerza, al menos en el mundo occidental, porque en este mundo globalizado, siempre puede uno referirse a Argelia, a Iraq, o Irán, o hasta usar la pobreza de Afganistán o de naciones africanas, y hasta llegar a coquetear con el coloso Brasil tan abatido por el hambre y la pobreza de sus gentes para quererse sentir parte de un mundo que no es ni ha sido nunca el de los venezolanos.
Estamos mal. Los políticastros del régimen son sepulcros blanqueados por una impasible hipocresía. Mienten fría y descaradamente para poder de una buena vez, ponernos a todos bajo la égida de un Estado controlador. Al final, sabemos bien que no es un Estado, es un individuo, y el ejemplo de Cuba, con el mesianismo de Fidel, es el más evidente, y nadie negará que esa ha sido la esperanza y la intención de los dirigentes de “el proceso”, llegar detrás de un nuevo Mesías, que vaya caminando sobre mar de la felicidad. Da vergüenza el espectáculo de profesionales universitarios, militares de carrera y hasta generales, sentados como borregos, riéndole las gracias al “Señor Presidente”, el mismísimo personaje de Miguel Ángel Asturias. ¡Pena ajena nos dan estos pobres conciudadanos! El venezolano nunca había sido “un arrastrado”, nunca fue servil, ni en las dictaduras más feroces lo vimos reptando babosamente hasta estos extremos de postrarse y lamer las botas de “el Jefe”. Es muy triste decirlo, pero Adolfo Hitler era mucho menos simpático, tenía un bigotito horrendo, no lucía verruga y su pollina era poco elegante, no lanzaba bolas “rabo e cochino”, ni besaba ensalivando a las viejitas, ni juraba por Dios santo sacando a cada rato un crucifijo, y no cargaba carajitos ni prometía con taimada hipocresía acabar con los niños de la calle. Adolfo, el del bigotito, tenía menor rating, quizás porque, claro está, en ese tiempo no existía la TV ni se hacían “cadenas”, por todo eso, pues, su handicap era menor, ¡definitivamente!, y mire usted lo que vivió el pueblo alemán, quienes además eran catiritos y no estaban lombricientos, ni desnutridos, ni andaban con las patas en el suelo… También ellos se emborracharon con “mi proceso” o “mi lucha”, y todos sabemos cómo terminó la historia…
Así que no es necesario ponerse anteojos, ni ser un historiador de muchos kilates, para ver por dónde viene la cosa. La historia ha sido siempre cíclica y desgraciadamente repetitiva. Es fácil comprender hacia dónde vamos, aceleradamente. Estamos en nuestra patria, en este país, mi país, tú país, y no siendo esta tierra de gracia una isla, pues no tendremos balseros, sobretodo porque… ¿saben qué?, es porque no nos vamos a ir… “
Este revelador artículo, cuyos retazos reproduzco hasta aquí, me demuestra que en 2014, al publicarlo aún con esperanzas, estaba tristemente equivocado. Sí se dio, el éxodo de varios millones de ciudadanos, algunos se han ahogado en el Caribe, la mayoría ha escapado buscado salvarse de la destrucción total de una patria traicionada y depauperada por una cáfila de malandros que aún en 2019 controlan el poder desde un narcoestado forajido, donde solo nos está quedando la manida pandórica reflexión de que: “la esperanza es lo último que se pierde”…  
Mississauga, Ontario, el miércoles 11 de septiembre del 2019

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