lunes, 2 de septiembre de 2019

Edgar Allan Poe (2)



Edgar Allan Poe
2- En su adolescencia.
Helen será la primera mujer de quien Edgar Poe habría de enamorarse sabiendo que era un ideal, sólo un ideal imposible y que no podía ser una mujer conquistable. Mrs. Stanard, la joven madre de uno de sus condiscípulos era hermosa, delicada, de maneras finísimas. “Helen, tu belleza es para mí como esas remotas barcas niceas que, dulcemente, sobre un mar perfumado, traían al cansado viajero errabundo de retorno a sus playas nativas”. Esto escribiría sobre ella en uno de sus poemas más misteriosos y admirables. Su amor fue secreto, perfecto y duró lo que su vida, por debajo o por encima de muchos otros. Helen enfermó, la locura la alejó de sus amigos y al morir en 1824 tendría tan solo treinta y un años.

John Allan se mostraba cada día más severo y era que Edgar cada día se sentía más rebelde. En aquellos días John Allan se convirtió en millonario al heredar la fortuna de un tío, y paradójicamente, Edgar debió comprender que sus posibilidades de ser adoptado, y por tanto de heredar, habían disminuido todavía más. Edgar leía vorazmente todo lo que caía a su alcance; pero no parecía feliz, y ni siquiera el traslado a la magnífica casa que la fortuna de su protector requería, o la comodidad de una excelente habitación, le bastaban para alegrarlo.

John Edgar, su guardián, veía ya un mozo en Edgar y sus diálogos eran de hombre a hombre. Edgar le reprochó alguna vez, en nombre de “su madre” Frances, las infidelidades conyugales, y Allan debió en su turno replicar con algo capaz de herir al joven en lo más vivo; una velada referencia, deshonrosa para Mrs. Poe, acerca de la verdadera paternidad de Rosalie, la hermana menor de Edgar. Él acababa de enamorarse de una jovencita de bellos rizos, Sarah Elmira Royster (ver), que habría de representar un extraño papel en su vida. A John Allan no le gustó la idea de que Edgar llegara a casarse con Elmira, y además había antes que pensar en su ingreso en la Universidad de Virginia. Las cartas de Edgar a Elmira fueron interceptadas, y se obligó a la niña a que aceptara el presunto olvido de su novio como prueba de desamor y se casara con un tal Mr. Shelton.  

Edgar se despidió de Frances y de John Allan en febrero de 1826 para irse a la universidad. Sobre la vida estudiantil de Poe hay numerosos documentos acerca del clima de libertinaje y anarquía de la flamante Universidad fundada por Thomas Jefferson. Los estudiantes jugaban por dinero, bebían, disputaban y se batían en duelo, endeudándose con la mayor extravagancia, seguros de que sus padres pagarían al final por cada período escolar. John Allan se negó desde el primer momento a enviarle más dinero del estrictamente necesario para sus gastos escolares y Edgar comenzó a escribirles pidiendo pequeñas sumas, haciendo minuciosos estados de cuenta para demostrar que las cantidades recibidas no bastaban para sus gastos elementales.

Exaltado e incapaz de reflexionar con calma en nada que no fueran materias intelectuales, a Edgar no le ayudaba su desesperación al no recibir respuestas de Elmira y sospechaba que ésta lo había olvidado. Por primera vez se menciona el alcohol en la vida de Edgar. El clima de la Universidad era como el de una taberna, donde Poe jugaba, perdía casi invariablemente, y bebía.  El alcohol desde el principio provocó en él un efecto terrible pues le bastaba beber un vaso de ron (que bebía de un trago, sin paladearlo) para intoxicarse. Un solo vaso lo hacía entrar en un estado de hiperlucidez mental que convertía a su víctima en un conversador brillante, hasta el segundo trago que lo hundía en una borrachera absoluta. El despertar era lento, torturante, y Poe se arrastraba días y días hasta recobrar la normalidad.

Como estudiante, Edgar fue sobresaliente. Hablaba y traducía las lenguas clásicas sin esfuerzo aparente, preparaba sus lecciones y mientras otros alumnos estaban recitando, él se ganaba la admiración de profesores y condiscípulos. Leía, infatigable, historia antigua, historia natural, libros de matemáticas, de astronomía y, naturalmente, a los poetas y novelistas. El estudio, el juego, el ron, las fugas, todo sería casi lo mismo de modo que cuando las deudas de juego alcanzaron una cifra exasperante John Allan se negaría una vez más a pagarlas y Edgar tuvo que abandonar la Universidad.

Recién llegado a Richmond descubrió Edgar lo ocurrido con Elmira. El hijo pródigo encontró a Frances Allan cariñosa como siempre, pero su “querido papá” ardía en indignación por el balance del año universitario y Allan se negó a que Edgar volviera a la Universidad. Sin buscarle un empleo, le reprochaba su holgazanería. Edgar replicó escribiendo secretamente a Filadelfia en demanda de trabajo y Allan le dio doce horas para que decidiera si se sometería o no a sus deseos. Edgar lo pensó en la noche y repuso negativamente; de modo que se marchó golpeando la puerta. Después de errar durante horas, escribió desde una taberna pidiendo su baúl, y dinero para viajar al Norte y Allan no le contestó, pero “su madre” le hizo llegar el baúl con algún dinero, y  Edgar se embarcó rumbo a Boston para probar fortuna.

Entre 1827 y 1829 se abrirá en su vida un paréntesis. Llegando a Boston, la amistad incidental de un joven impresor le permitió publicar en mayo de 1827, Tamerlán y otros poemas, su primer libro. En el prólogo sostuvo que casi todos los poemas habían sido compuestos antes de los catorce años. Mientras sobrevivía, melancólicamente, miraba en sí mismo y a veces en torno, y fue así como reunió el material para el futuro Escarabajo de oro, aprovechando el pintoresco escenario que rodeaba al fuerte Moultrie, en la Carolina, donde pasó la mayor parte de ese tiempo y donde su adolescencia quedó irrevocablemente atrás.
Fin de la parte 2-
(continuará mañana)
Mississauga, Ontario, lunes 2 de septiembre, 2019

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