domingo, 5 de diciembre de 2021

Vittorio De Sica

 
Vittorio De Sica

Vittorio De Sica (1901-1974) fue un famoso actor y director de cine italiano. Sus años infantiles transcurrieron entre Nápoles y Roma, y tras realizar estudios de contabilidad, el joven Vittorio iniciará su carrera como actor en el mundo del cine gracias a un amigo de la adolescencia. Así, en 1918 debutaría en El proceso Clemenceau, protagonizada por la diva italiana Francesca Bertini, y poco después daría saltaría al teatro en la compañía de Tatiana Pavlova. Esta actividad interpretativa ya no la abandonaría nunca a lo largo de su vida, llegando a intervenir en más de ciento cincuenta películas y en un número no muy inferior de obras teatrales,

A finales de la década de los treinta, De Sica tendrá la posibilidad de dirigir películas el melodrama romántico Rosas escarlatas (1939) y será con Los niños nos miran (1943) cuando logre su primer éxito e inicie sus estrechas colaboraciones con el guionista Cesare Zavattini, junto al que desarrollaría todos los fundamentos del cine neorrealista. Sus siguientes películas, El limpiabotas (1946) y Ladrón de bicicletas (1948), acabarían catapultando al máximo reconocimiento popular.

Ladrón de bicicletas, es una de las obras cumbres del cine neorrealista, que tendría problemas para encontrar financiamiento tanto en Italia, Francia o Inglaterra, por la aparente simpleza del tema, pero Vittorio De Sica continuó fiel a su idea de que la película debía estar protagonizada por actores no profesionales, como el obrero Lamberto Maggiorani o el niño Enzo Staiola.

En Roma pocos años después de la Segunda Guerra Mundial, Antonio Ricci un hombre desempleado, padre de dos hijos, está de pie ante su esposa quien amorosamente le arregla la gorra del uniforme y Bruno, su hijo mayor, un niño apenas, le limpia la bicicleta;  Antonio ha conseguido un empleo pegando carteles en las paredes de la ciudad y Bruno lo acompañará a ese, su primer día de trabajo, una jornada que representa reintegrarse al mundo laboral, con la esperanza de prosperar, de volver a tener ilusiones, de volver a ser parte de ese tejido social que lo ha marginado. Así se inicia la película Ladri di biciclette, (1948) dirigida por Vittorio De Sica, la cual será parte importante del neorrealismo italiano y reflejará la realidad cotidiana denunciando el abandono y la crisis social y económica de la postguerra.

El neorrealismo italiano en realidad fue un movimiento narrativo y cinematográfico en Italia, nacido a partir de 1945 durante la posguerra de la Segunda Guerra Mundial. El término fue acuñado por el crítico Umberto Barbaro, y alejándose del estilo histórico y musical que hasta entonces se había impuesto en la Italia fascista (1922-1945) valdría para mostrar (https://bit.ly/2WpsPqM) las verdaderas críticas condiciones sociales humanas. El neorrealismo italiano posee características propias que lo diferencian de todo lo que hasta entonces se había realizado en el cine, y se convirtió en el documento de toda una época, mostrando la cotidianidad de las personas y de sus problemas tras el fin de la guerra. Se buscaba reflejar la realidad cotidiana y denunciar el abandono y la crisis social y económica de la postguerra.

Luigi Bartolini había nacido en Cupramontana en febrero de 1892 y sería en 1946 cuando publicó su novela Ladrones de bicicletas, de la que Cesare Zavattini se inspiraría para el crear el guión de la conocida película de Vittorio De Sica. Bartolini estudió en la Academia de Roma y su trabajo fue reconocido como escritor, poeta, crítico de arte y polemista; con más de 70 libros publicados con los principales editores y colaborador con los principales periódicos y revistas italianas: Il Selvaggio, Frontespizio, Quadrivio, Maestrale, Corriere della Sera o Il Borghese.

Bartolini, había sufrido la persecución y el exilio por sus ideas antifascistas y por ello su texto es un largo ajuste de cuentas, donde con la disculpa del robo de una bicicleta de aluminio que él mismo padecería -su relato en primera persona, es protagonizado por él mismo- recorre todo el lumpen romano buscando su bicicleta y tratando de desentrañar el mercado negro de las bicicletas robadas mientras se queja de la corrupción estatal y de la inoperancia de la policía y de la ley y con un conocimiento profundo de la experiencia humana y de cómo representarla de manera tan realista, la intención del director Vittorio De Sica lograría conmover al público con Ladrón de bicicletas.


Luego del triunfo del filme, Bartolini no dejó institución en pie en su perorata contra el crítico estado de las cosas en su país sumido en la pobreza, el caos institucional y la falta de valores de todo orden. Para él, tendría que haber sido una buena noticia, haber recibido una llamada del dramaturgo y guionista Cesare Zavattini, quien le dijo, “He pasado la noche en blanco para leer de un tirón tu maravillosa novela, y mañana se lo propondré al director para que la represente en pantalla de cine”

Los triunfos de Vittorio proseguirían, con Milagro en Milán (1950), donde los habituales elementos neorrealistas se fundirían con aspectos mágicos. Mientras que Umberto D (1951), giraría en torno a las dificultades para sobrevivir de los jubilados. Estación Termini (1952) inauguró una renovada etapa en la carrera de Vittorio. Producida por el norteamericano David O. Selznick sobre las relaciones amorosas de un ama de casa norteamericana con un profesor italiano. Pero su encuentro con el matrimonio del productor Carlo Ponti y la actriz Sofía Loren, lo llevaría a hacer varias importantes películas entre las que destacaron sobre todo Dos mujeres (1960), sobre las peripecias de una madre y su hija durante la posguerra que incluía la dura secuencia de una violación, o Matrimonio a la italiana (1964), ácida comedia sobre las presuntas bondades de la vida conyugal.

El jardín de los Finzi Contini (1970) pareció devolverle a sus antiguas épocas de esplendor, por más que entonces estuviera ya únicamente interesado en continuar trabajando como actor de comedia y gozar de las delicias de la vida. Vittorio De Sica fue galardonado con la Palma de Oro del Festival de Cannes por Milagro en Milán (1951). Umberto D. (1952) y Estación Termini (1953) filmes de su etapa neorrealista. En 1953 interpretó Pan, amor y fantasía, de Luigi Comencini, junto a Gina Lollobrigida, con tal éxito que un año más tarde repetiría en Pan, amor y celos.

Vittorio contó siempre con Sophia Loren y Marcello Mastroianni, De Sica mereció todavía un tercer y un cuarto Oscar a la mejor película de habla no inglesa por Ayer, hoy y mañana (1963) y El jardín de los Finzi-Contini (1970), siendo ésta última el inicio de un giro hacia un cine más personal. Durante el rodaje de El viaje (1973), su último filme, cayó enfermo de una afección bronquial; un año después falleció en una clínica de París, adonde había acudido para asistir al estreno de dicha película.

Maracaibo, domingo 6 de diciembre del año 2021

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