viernes, 24 de diciembre de 2021

La Navidad

La Navidad

En medio del caos que padece la humanidad por la pandemia, quise regresar a los recuerdos gratos de cómo eran las navidades en familia, años atrás… En realidad le di vueltas y revueltas acufénicas al asunto; me parecía necesario hacer una especie de paréntesis, un “break” como dicen los referís de boxeo, ya que en estos días resultaría sin duda, incongruente regresar al tema de las enfermedades virales…

Comencé por imaginar cómo titularía una crónica navideña y pensé que han sido muchos los artistas que representaron a través de sus obras pictóricas y esculturas la estampa del momento y el lugar en el que nació el niño Jesús. Lo cierto es que la tradición del pesebre es muy antigua, y hay evidencias de su composición en catacumbas del cristianismo primitivo, como también en antiguas iglesias y lugares de peregrinación del culto cristiano.

En el año 1021 se realizó una representación del Nacimiento con figuras inanimadas de arcilla o terracota, en la iglesia de Santa María de Nápoles, de manera que fue en esa población italiana donde realmente nació la tradición pesebrista por lo que el nombre común de los belenes montados con figuras era conocido también como “pesebre napolitano” (presepe napoletano) y puede decirse que alcanzó su mayor difusión entre las familias y creyentes de Nápoles, en el siglo XV, impulsada por el religioso italiano Cayetano de Thiene (San Cayetano), quien trasladó la tradición desde las iglesias hasta los hogares, poniendo de moda montar un pesebre en las casas particulares.

En el año 1223, Giovanni di Pietro un italiano que sería  conocido después como San Francisco de Asís, decidió realizar con autorización del papa Honorio III, una recreación del Nacimiento, con personas y animales en una cueva cercana a la localidad de Greccio. Desde entonces, los monjes de la orden franciscana creada por Giovanni di Pietro lo convirtieron en una tradición navideña realizando la representación anualmente. San Francisco de Asís sería quien dio origen al “pesebre viviente”.

A España llegó la costumbre de montar ese tipo pesebres durante el Renacimiento y realmente se popularizó hacia la segunda mitad del siglo XVIII, denominándoles “Belenes” costumbre que llegó exportada desde Italia por el rey  Carlos III de España (anteriormente nombrado también rey de Nápoles donde se acostumbraba a montar el presepe napoletano) y desde aquí se difundió por las colonias y posesiones de la Corona Española (América, Filipinas, e islas en el Pacífico) haciéndose muy popular montar un pesebre coincidiendo con las fechas navideñas.

Pesebre, Belén, Nacimiento o Portal, es una representación plástica de tamaño y materiales variables del nacimiento de Jesús de Nazaret, evento que tradicionalmente se ubica en un granero, una cueva o en un portal solitario, o un lugar para alimentar a los animales. De hecho, la palabra pesebre designa literalmente establo, que es donde, según la tradición, nació Jesús. 


 

Los pesebres son escenificaciones, en las que intervienen figuras o figurillas que representan a quienes, según la tradición, estuvieron presentes en la venida al mundo del hijo de Dios: la sagrada familia (José, María, y el niño Jesús), el arcángel Gabriel y los tres Reyes Magos que vienen de Oriente, así como la mula y el buey. Sin embargo, es común que aparezcan también pesebres de mayor tamaño con otras figuras secundarias o terciarias, como pastorcillos con sus rebaños, paseantes, bailarines, ángeles, etc. No fue sino hasta 1.465 que fue fundada la primera fábrica de pesebres navideños en París. La elaboración de los pesebres suele corresponder a las familias, las comunidades religiosas parroquiales o las instituciones educativas y/o públicas. Era frecuente que se celebrasen certámenes para premiar la mejor representación del nacimiento.

Los pesebres fueron incluso empleados como herramienta de evangelización en la América hispana, a lo largo del siglo XVIII, incorporando a su representación especies vegetales y animales locales. Ya en el siglo XIX, eran tan popular que surgieron las primeras “Asociaciones Belenistas” en Europa, y se llegó incluso a celebrar congresos especializados en la materia. Sin embargo, hoy en día se considera una forma de expresar libremente la fe católica y de celebrar la llegada de las fiestas navideñas. Por esa razón, son muchas y muy variadas las costumbres actuales en torno al pesebre.

El pesebre venezolano se origina de las tradiciones españolas traídas a América por los colonizadores. El pesebre se arma antes de la Navidad, generalmente el día 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, y se deja en pie hasta el 2 de febrero, fiesta de la Candelaria. Claro está que la Navidad en el país es una festividad que se acompaña con la música de villancicos y en el Zulia con las gaitas y existen las “misas de gallo” y hasta hubo una tradición de patinadores, ya casi todas estas tradiciones muy debilitadas o desaparecidas…

El pesebre siempre fue una tradición en Venezuela. El primer domingo de diciembre, comenzaban las celebraciones en los diferentes estados de Venezuela. En los estados andinos Táchira, Mérida y Trujillo entre el 24 de diciembre y el 2 de febrero se realiza la Paradura del Niño, que consiste en pasear al Niño Jesús en un pañuelo de seda, con cantos y procesiones con complejos y elaborados pesebres. El día de la celebración, músicos, cantantes, rezanderos y padrinos entonan coplas pidiendo al Niño Dios que bendiga las casas y los campos. Cuando termina el paseo de “la paradura”, el Niño es regresado y vuelto a colocar en el Pesebre, pero de pie.

En casa, mi madre revelaba sus ancestros tachirenses y todos sacábamos las telas arrugadas y los bártulos del pesebre, cada año, para con engrudo coloreado con anilinas ir preparando las serranías donde colocaríamos los conjuntos de casitas y pequeños personajes y animales, con calles en el coleto, creando valles de aserrín pintado, con pastorcitos, ovejitas de anime y muñequitos que estaban presentes, emergiendo cada año. Las figuras principales del pesebre, la Virgen María, San José, la mula y el buey, esperaban ya ubicados hasta la medianoche del 24 por el Niño Jesús. Además, estarían los tres Reyes Magos que acostumbrábamos ir acercándolos hasta hacerlos presentes el 6 de enero del año siguiente. Una cueva o la casita para albergar las figuras centrales se lograba siempre y el piso de lama y musgo que teníamos la precaución de haber guardado recogiéndolo en los páramos andinos durante las vacaciones. De esa manera, todo el año, nos preparábamos para la próxima Navidad.

Así lo hacíamos en casa, también mi madre usaba algo que era común según sus tradiciones ya heredadas por nosotros, ocultaría al principio al niño Jesús (retirado físicamente de la escena), hasta la medianoche del 24 de diciembre, cuando se hace presente y se considera que por fin Jesucristo “ha nacido”. Así era la navidad en mi casa y lo hacíamos con un ritual de llevarlo al Niño Dios en un pañuelo por la casa catando villancicos y tocando campanitas hasta colocarlo en su sitio en medio del pesebre entre San José y la Virgen María… Así era nuestra Navidad…

Maracaibo, viernes 24 de diciembre del año 2021

 

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