La politica de los chimpancés
Frans de Waal es un renombrado primatólogo nacido en los Países Bajos en 1948. Es profesor del comportamiento de los primates en el departamento de psicología de la Universidad de Emory y director del Living Links Center, adscrito al Yerkes National Reserch Center de Atlanta. En 1977, de Waal recibió su doctorado en biología de la Universidad de Utrecht, después de su aprendizaje y formación como zoólogo y etólogo. Su tema de investigación y disertación se refirió a la formación agresiva del comportamiento y de la alianza en macacos. Frans de Waal es miembro de la Academia Americana de las Ciencias y de la Real Academia holandesa de las Artes y las Ciencias. En 2007 la revista Time lo incluyó en la lista de las cien personalidades más influyentes del planeta.
En 1975, de Waal comenzó a estudiar la colonia más grande del mundo de chimpancés cautivos, en el parque zoológico de Arnhem. El estudio que duraría seis años, dio lugar a muchos escritos científicos, y a la publicación en 1982 de su primer libro, Política del chimpancé. En 1981, se trasladó a los Estados Unidos al centro de investigación nacional del primate en Wisconsin, y en 1991tomó su puesto actual en Emory y el centro de investigación nacional del primate de Yerkes,. Su investigación sobre la capacidad natural para empatizar entre primates ha conducido a de Waal a la conclusión de que los grandes monos y los seres humanos son tipos simplemente diversos de monos, y que hay poca diferencia entre estas especies.
Su libro, El mono que llevamos dentro, examina el comportamiento humano a través de los ojos de un primatólogo, usando el comportamiento de chimpancés y de bonobos comunes como metáforas para entender la psicología humana. De Waal también trabaja en el campo de la psicología social; sus contribuciones incluyen la interpretación e investigación científica de las raíces de la compasión, del altruismo, y de las relaciones humanas pacíficas. Además, de Waal, también escribe una sección sobre empatía y buen compartimiento y tiene una columna en Psychologie, una popular revista mensual holandesa. Junto con Jennifer Pokorny ganó el Premio Ig Nobel de Anatomía en 2012.
Frans de Waal lleva años haciéndonos ver a los animales de otra manera, y nos ha obligado a reflexionar sobre atributos que considerábamos exclusivos nuestros como la empatía, esa capacidad de sentir lo que sienten los otros. Frans de Waal es autoridad de referencia en los bonobos (pan paniscus), mal llamados chimpancés pigmeos, de los que ha revelado su extraordinario –por prolijo- comportamiento sexual.
De Waal explica que en los últimos años se ha producido un gran desarrollo en el estudio de las habilidades cognitivas de los animales. Por ejemplo, las arañas saltarinas “Son unas pequeñas arañas cazadoras que demuestran su inteligencia dando rodeos para atrapar a las presas”. Todos los animales en realidad muestran cognición, capacidad de procesar información en su beneficio. El problema es que nuestra visión, antropocéntrica, nos impide darle la relevancia que poseen a esos procesos como la ecolocalización, o la exploración del entorno con ultrasonidos, de los murciélagos y delfines.
¿Qué nos espera en el futuro al respecto?, ¿igualdad de los humanos y los animales? “No necesariamente. Hay que reconocer las diferencias entre especies. Pero más respeto, seguro. En la filosofía sobre todo, donde siempre ha sido tradicionalmente el ser humano el centro de todo”. Todos estos cambios, apunta De Waal se ven muy influenciados por la neurociencia, que muestra, por ejemplo, cómo el proceso del miedo es muy similar en nosotros y en las ratas. Eso tiene muchas implicaciones filosóficas, sin duda. “Tenemos que pensar más en los humanos como animales y menos como ángeles”, sintetiza el investigador.
Y están los pulpos, nuevos grandes intelectos de moda. “Tienen un gran cerebro pero además un sistema de ganglios que forman centros nerviosos y envían mucha información desde todo el cuerpo: algo similar a una red, como Internet”. Una inteligencia alien. “No, es diferente, un desafío a nuestra interpretación corriente de la inteligencia, pero llamarle alienígena es, de nuevo, antropocentrismo. Simplemente, el pulpo percibe el mundo de maneara diferente a la nuestra”.
Si es complejo evaluar el proceso cognitivo de los animales, lo de sus sentimientos… “Es muy difícil saber lo que siente un pulpo, ciertamente. Lo es incluso saberlo de un humano. Curiosamente con muchos animales funcionan los mismos parámetros para analizar las emociones que con nosotros: el ritmo cardiaco, la expresión facial –muy parecida en el ser humano y los chimpancés- , los gestos. En realidad el lenguaje, nuestra forma característica de expresión, a menudo ofrece menos información fiable que las demás fuentes”.
La diferencia con la sociedad humana, -recuerda de Waal- es que en la de los bonobos (pero no en la de los chimpancés) la jerarquía la ostentan las hembras, que se basan en la cooperación (y en el sexo) y no en la rivalidad. Los habituales casos de violencia de género se ven en los chimpancés, cuyos machos pueden ser realmente brutales, pero De Waal recalca que en los seres humanos es peor. “Los chimpancés machos son violentos para conseguir hembras para reproducirse, así que matar una no sería muy inteligente: sería completamente estúpido”.
A diferencia de los humanos, los grandes simios no tienen el concepto de infidelidad, porque no tienen parejas estables, recuerda De Waal quien nos dice que en el ser humano, la poligamia es en general poco típica. “La vasta mayoría de relaciones se establecen entre un hombre y una mujer. Aunque la monogamia humana es muy imperfecta”. ¿Por qué los humanos somos monógamos (aunque imperfectos) y los chimpancés, bonobos y gorilas no? “Por razones evolutivas. Ellos se quedaron en los bosques y nosotros nos movimos a la sabana donde el entorno es mucho más peligroso. Era importante que los machos se involucraran en la protección de las crías, ofreciendo un cuidado extra. Eso a cambio de la certeza paterna”.
De Waal explica algo sucedido durante la guerra: En el zoo de Múnich tenían chimpancés y bonobos cuando se produjeron los grandes bombardeos aliados sobre la ciudad y la batalla final por la misma: toda la colonia de los segundos murió de ataques cardiacos y toda la de los primeros sobrevivió. Eso dice mucho de la sensibilidad de unos y otros a la violencia. Los chimpancés practican la guerra y los bonobos no. Y son capaces de relacionarse de manera amistosa con otros grupos”.
En 2016 la revista Science reveló que antropólogos de EEUU y Japón habían demostrado en un experimento con chimpancés, orangutanes y bonobos, que estos grandes simios tienen la capacidad de “leer la mente”, algo que hasta el momento se creía reservado para la especie humana. Los investigadores, de la Universidad de Duke de EEUU y de la Universidad de Kioto de Japón, pusieron a 30 primates a visualizar una dramatización y monitorearon el movimiento de sus ojos para comprobar si estaban siguiendo la escena.
Carla Krachun de la Universidad de Saskatchewan y Robert Lurz del Brooklyn College, quienes estudian la teoría de la mente en primates, están muy contentos de que los investigadores fueran capaces de medir indirectamente los procesos mentales de los simios utilizando seguimiento ocular, lo que "abre todo tipo de posibilidades para el estudio de “la teoría de la mente” en simios".
Maracaibo, sábado 5 de diciembre del año 2021
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