Gloriosa victoria
Con el título de “Vargas Llosa y “Tiempos recios” en octubre del año pasado (2019) publicaría en este blog algo (https://bit.ly/358LKdN) sobre la novela del laureado Premio Nobel peruano. En esta oportunidad quisiera volver sobre el tema de Guatemala y del anticomunismo de Joseph McCarthy, aquel fascista gringo que dirigió la “caza de brujas” en el senado norteamericano durante los primeros años de la guerra fría, entre 1950 y 1956.
El muralista mexicano Diego Rivera pintó un cuadro titulado “Gloriosa victoria” que prohibido en los Estados Unidos desapareció completamente durante los siguientes cincuenta años... El artista le había regalado esta obra de 1954 sobre un lienzo de 2u5 metros durante sus años de militancia comunista, a la Unión de Pintores de la Unión Soviética, y dicha agrupación, la donó a su vez al Museo Pushkin en Rusia, el año 1958, donde fue expuesta en varias ocasiones hasta su desaparición. En el año 2000, el cuadro fue encontrado en una bodega del museo Pushkin, y desde entonces, está en calidad de préstamo y en exhibición permanente en México.
En el centro del cuadro, el secretario de estado de los EE.UU, John Foster Dulles le da la mano al coronel Castillo Armas. El jefe de la CIA, Allen Dulles, y el embajador estadounidense en Guatemala, John Peurifoy aparecen regalando dinero a los comandantes militares, mientras que los indígenas trabajan como esclavos, cargando los barcos de la United Fruit Company con bananos. A los pies del embajador, hay una bomba antropomorfizada que contiene la cara sonriente del presidente Dwight Eisenhower. En el fondo está el arzobispo Mariano Rossell y Arellano se observa oficiando una misa sobre los cuerpos masacrados de los trabajadores.
Cuando el gobierno de Guatemala tras haber decretado la Reforma Agraria, se tomó en serio el examen de los libros de contabilidad de la United Fruit Company, -compañía bananera que veía amenazados sus intereses económicos por la reforma agraria de Árbenz que le quitaba importante cantidad de tierras ociosas- el gobierno de Dwight Eisenhower lo consideró un atropello, y aquella impresión norteamericana se la hizo saber el gobierno al presidente Jacobo Árbenz a través del embajador John Peurifoy. Árbenz pretendió pagarles como indemnización, el valor que la propia empresa había atribuido a sus tierras; pero John Foster Dulles, secretario de Estado, exigió veinticinco veces más…
John Foster Dulles, secretario de Estado norteamericano y enemigo declarado del comunismo era un fuerte “macartista”. Su firma de abogados Sullivan and Cromwell había representado los intereses de la United Fruit (UFCO) y hecho negociaciones con gobiernos guatemaltecos. Su hermano Allen Dulles era el director de la CIA y miembro del Consejo Directivo de la UFCO. Junto a su hermano John, estuvo en la planilla de la UFCO durante 38 años. John Moors Cabot era hermano del Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos y había sido presidente de la UFCO. Ed Whitman, quien era el principal lobista de la United Fruit ante el gobierno, estaba casado con Ann C. Whitman, quien era la secretaria personal del presidente Eisenhower. En Maracaibo hubiéramos dicho… ¿y qué más queréis?
Sin lugar a dudas la intervención norteamericana de 1954 en Centroamérica estuvo inspirada en el pensamiento de McCarthy pero regida por motivos económicos. En este sentido, a comienzos de 1953 durante la administración del presidente Dwight D. Eisenhower, se puso en marcha un plan para derrocar el gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán el presidente democráticamente electo de Guatemala. Ya en agosto del año 53, J.C. King, jefe de la CIA para el hemisferio occidental, informó sobre el plan Operación PBSUCCESS iniciado con una acción de propaganda anticomunista que se complementaría con una invasión armada contando con el apoyo de los dictadores Anastasio Somoza de Nicaragua, Marcos Pérez Jiménez de Venezuela y Rafael Leónidas Trujillo de la República Dominicana. La CIA organizó, financió y dirigió una operación, en la que se autorizaron vuelos de los B-26 y de los P-47 desde Nicaragua para bombardear territorio guatemalteco, y fue seleccionado el coronel Carlos Castillo Armas, un rival castrense del presidente Arbenz. Así, bajo la supervisión del Departamento de Estado de los Estados Unidos, el 23 de diciembre de 1953 se presentó el “Plan de Tegucigalpa”.
La manipulación comunicativa del publicista Edward L. Bernays para su cliente el presidente de la multinacional estadounidense United Fruit Company, proporcionaba información falsa a diarios liberales de Estados Unidos, y terminó convenciendo al gobierno de Dwight Ike Eisenhower de que la Guatemala de Árbenz se estaba convirtiendo en una cabecera de playa de la Unión Soviética de Nikita Krushchev con el oscuro propósito de apoderarse del estratégico canal de Panamá y extenderse por América Latina. ¡Ve que molleja!
El Movimiento de Liberación Nacional, salió a la luz pública presentando el “Plan de Tegucigalpa” como su plataforma política. Ya desde la década de 1950 el Movimiento de Liberación Nacional, era un grupo paramilitar y partido político de derecha, brazo político que contribuiría a derrocar al gobierno de Jacobo Arbenz en el 54. En Guatemala los mítines y las manifestaciones de apoyo al régimen iban siendo cada vez menos frecuentes; los sermones y advertencias de la Iglesia arreciaban y en las principales ciudades del oriente guatemalteco, las paredes decían: “El día de la liberación: los que apoyen a Castillo Armas vivirán, los que apoyen a Árbenz morirán”. Había que salvarse del comunismo inminente. El papel del clero secular de la Iglesia Católica fue determinante. El arzobispo Mariano Rossell y Arellano entró de lleno a la arena política y al anticomunismo militante, utilizando al Cristo Negro de Esquipulas como bandera, terminaría por convencer al pueblo de que el gobierno era comunista y enemigo de la religión y lo puso en su contra.
El 21 de febrero de 1954, el influyente periódico “The New York Times“, que hasta entonces se había mostrado cauteloso a la hora de referirse al gobierno guatemalteco tanto del Dr. Juan José Arévalo como del presidente Jacobo Arbenz, publicó una nota que decía: “los comunistas estaban listos para asumir el control directo”. En junio de 1954, con el apoyo de los Estados Unidos, bajo el mando del coronel Carlos Castillo Armas que se encontraba exilado en Honduras la invasión entró al municipio de Esquipulas junto con el llamado Ejército de Liberación.
Después de la invasión por aire y tierra, Castillo Armas se convirtió en presidente de la República para un período que habría de concluir el 15 de marzo de 1960, según lo fijó la Asamblea Nacional Constituyente, elegida al mismo tiempo. Las primeras acciones del gobierno contrarrevolucionario fueron ilegalizar al Partido Guatemalteco del Trabajo, prohibir las asociaciones, los sindicatos y los partidos políticos, se suspendieron los programas favorables a los indígenas y a la clase obrera, se impuso una severa censura, y se disolvió el Congreso iniciando una dura persecución en contra de los intelectuales de izquierda.
Casi tres semanas después, el 23 de julio de 1954, el secretario de Estado John Foster Dulles enviaría un telegrama al embajador John Peurifoy en el que le solicitaba seleccionar toda la documentación que pudiese ser utilizada apropiadamente para reconstruir el patrón de la influencia comunista en Guatemala. Anticipando el fracaso de sus propios objetivos, la agencia indicaba que los documentos para demostrar las relaciones de los comunistas guatemaltecos con Moscú “habían sido destruidos”. Pese a esta “decepción”, sobre un inventario preliminar se presentó un informe en Washington, el 20 de julio con documentación que resultaría de interés para el presidente Eisenhower.
“Mi impresión -diría Vargas Llosa en la presentación de su novela “Tiempos recios” en Casa de América, en Madrid- es que la historia sería otra si Estados Unidos no hubiera derrocado a Árbenz. Fidel Castro no se hubiera radicalizado”… Los venezolanos habríamos de ver como décadas después, el comunismo penetraría a través de la invasión cubana auspiciada por la traición de una cáfila de militares serviles ante Fidel, para finalmente lograr la debacle del país que caería en las garras de un grupo de forajidos narcotraficantes ante la apacible y en algunos risueña y complaciente aceptación de las naciones del mundo. En 20 años destruirían un país que había sido el más rico y próspero de América.
Maracaibo, sábado 2 de enero, 2021
1 comentario:
Todo tiene que ver con todo...
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