miércoles, 5 de junio de 2019

¿A encamburarse?


¿A encamburarse?

La noche del 22 de marzo de 1931, desde un puesto de frutas al lado de la Plaza de San Nicolás en Barranquilla, dos futuros presidentes de Venezuela planearon el final del régimen dictatorial que controlaba el país y soñaron con una nueva nación, construida con el apoyo de la riqueza petrolera”. Así lo relataría Salomón Asmar el 10 de Febrero de este año, 2019, y yo he querido aprovechar, además de la manoseada foto de “la generación del 28”, algunos retazos de su artículo para regresar a la tragedia que se está viviendo hoy día en Venezuela.

El otrora país de riqueza y pujanza, de hombres y mujeres honestas y trabajadoras, ahora es una nación empobrecida y envilecida por militares traidores a su patria que han depuesto sus armas para apoyar a la feroz narcotiranía que desde hace 20 años controla el país. Con el falaz discurso populista planificado por “el engendro de Sabaneta” que destruyó las fuentes de trabajo, extirpó la meritocracia y envileció al pueblo incauto, al trastocar el amor al trabajo por engañosas dádivas mientras paulatinamente apresaban, torturaban y asesinaban a centenares de jóvenes estudiantes y militares que se no se arrodillaron ante los invasores. Así todo el mundo ha podido ver como cubanos, colombianos del ELN y de las FARC, terroristas importados de hezbolá, asesores iraníes, chinos o rusos, han contribuido a consolidar el poderío de la narcotiranía. Entretanto, ante la insólita pasividad de los politiqueros de oficio, cientos de compatriotas siguen siendo torturados en las ergástulas del régimen por militares traidores, y esbirros vendidos a las órdenes del castrocomunismo cubano, y dice la gente… ¡No pasa nada!

Raúl Leoni, era estudiante de derecho y había escapado de su país como polizón a bordo de un buque holandés. En la República Dominicana, acordaría con Rómulo Betancourt y otros jóvenes exiliados, viajar hacia Barranquilla, en la costa colombiana. Raúl Leoni, con su padre y Rómulo Betancourt llegaron a Barranquilla, donde montarían una frutería. Vendían manzanas y peras chilenas, uvas de California y naranjas y bananos de Colombia, y no me extrañaría que igualmente vendieran los codiciados cambures o guineos venezolanos y así, todo aquello se daba mientras hacían planes y se reunían con los exiliados venezolanos, todos jóvenes estudiantes que soñaban con un mejor país.  

Raúl Leoni y Rómulo Betancourt quienes no tenían más de 25 años con los demás jóvenes que habían sido expulsados por Juan Vicente Gómez, el dictador enquistado en el poder. Se reunirían reiteradamente hasta el 22 de marzo de 1931 cuando esos venezolanos decidirían concretar un proyecto que denominarían “Plan de Barranquilla” el cual habría de transformarse en la guía principal para luchar contra el régimen dictatorial imperante en Venezuela. Raúl Leoni, Rómulo Betancourt, Pedro Juliac, Simón Betancourt, Ricardo Montilla, Carlos Peña Úslar, César Camejo, Mario Plaza Ponte, Rafael Castillo, Valmore Rodríguez y Juan Palacios firmarían en aquella ciudad el Plan de Barranquilla, documento que guiaría la actividad política de la Venezuela del siglo XX. 

Luego del fallecimiento del dictador Juan Vicente Gómez, Betancourt se posesionó como presidente en 1945, pero el “Plan de Barranquilla” “no fue ejecutado de manera estricta”, según explicaría Rafael Arráiz. “Más que una estrategia para derrocar a Gómez fue un proyecto político que muestra a la Venezuela que ellos querían vivir”…“Al momento de llegar al poder, Betancourt y Leoni eran hombres diferentes. Se mantuvieron por la línea del Plan de Barranquilla, pero también aplicaron políticas que incorporaron con el paso de los años”. Después, la historia demostró que, tras otra dictadura militar, los proyectos terminarían por germinar y dar frutos y el país creyó vivir en un sistema democrático, que (equivocadamente) parecía ser perdurable…

Es sabido que las comparaciones, en general no son bien vistas, son odiosas dice la gente, pero en el caso actual, las similitudes entre lo comentado y la prolongada e irresuelta debacle nacional, es muy preocupante. Mientras miles de venezolanos están viviendo un exilio forzado y uno puede referirse, específicamente a quienes subsisten en Colombia, existe un dictador con un aparato represivo que sin piedad tortura y asesina a los opositores. Esto sin referirme a los cientos de muertos por desnutrición y falta de medicamentos… Aquí, seguramente, el lector avispado me interrumpirá… ¡Pero en el caso actual, hay una variante! Tenemos un presidente electo en estricto apego a las normas señaladas en la Constitución vigente (curiosamente la misma, muy promocionada -más no acatada y usualmente violada- por el mismo dictador), y contamos con el apoyo de más de 50 países del mundo... 
 
Sin embargo, y lo digo tras el “punto y aparte”; al parecer, hasta ahora todo esto no ha valido de mucho, y cada vez es mayor la impresión de quienes aseveran que “no ha valido de nada”, mientras ven como los politiqueros de oficio, ante la presión de la historia, o quizás por el temor de caer prisioneros, parecieran estar buscando los mecanismos más inverosímiles que les habrá de permitir encamburarse como otrora…   Vuelvo a decir la frase usada por mi difunto primo hermano:  Quien tenga ojos, que vea”. Ernesto GM dixit.

Mississauga, Ontario, vecindario de Toronto, el día miércoles 5 de junio de 2019


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