Los
Romanov
Simon Sebag
Montefiore quien es el autor de “Los
Romanov” es también autor de "Catalina
la Grande y Potemkin" y "El
joven Stalin". En su bestseller, conversó sobre uno de los
imperios más vastos de la historia regido por la dinastía más exitosa de los tiempos modernos (de
1613 a 1917). En una entrevista con BBC
Mundo, Max Seitz (@maxseitz) entrevistó a Simon Sebag Montefiore, quien participaba
en el Festival de Querétaro (Hay
Festival Querétaro @BBC Mundo) en México, y reveló algunos aspectos poco conocidos
de la dinastía Romanov. Los reproduzco aquí sintéticamente para mis lectores…
Los Romanov, nos
cuenta Montrefiore, fueron autócratas
despiadados, crueles y traicioneros. De sus 20 monarcas pocos murieron
por causas naturales. La dinastía se caracterizó por la lujuria, la embriaguez y el sadismo. Catalina la Grande
coleccionaba amantes y Pedro el Grande, enanos. El libro sobre la dinastía
Romanov, en realidad ocupa 300 años de historia rusa, iniciándose con Iván el
Terrible (1547-1584) a quien se le atribuye la creación del Imperio Ruso. Los monarcas rusos recurrieron a la tiranía y
a la crueldad. Los Romanov fueron autoritarios y despiadados en su afán
por mantener el poder y expandir su imperio, pero los comunistas que vinieron
después, llegaron a un grado de opresión y crueldad mayor en la era soviética,
así que no fueron muy diferentes, según acota Montefiore.
En el caso de los Romanov las disputas y los asesinatos por la sucesión fueron
una constante, como ocurre en toda autocracia en la que el poder es personal. Cuando el poder
está tan concentrado en un individuo y su séquito, la batalla por el control se
libra en todos lados, desde la barbería hasta la corte y los amantes. Era así
con los zares y con Stalin, y tal vez con los tiranos latinoamericanos. La historia de Miguel I, quien con sólo 16
años se convirtió en el primer soberano de la dinastía Romanov. Probablemente
él no era muy sano, ni muy inteligente; era débil, analfabeto y cuando fue
elegido zar, era un niño y Rusia estaba en un proceso de desintegración: había
sido invadida por varios países desde distintos frentes; los polacos habían
ocupado Moscú. Miguel fue escogido por su inocencia, su buena estirpe y su
conexión con la familia dominante. Bajo su reinado se restauró la autocracia
que había iniciado en el siglo XVI Iván el Terrible (el creador del Imperio
Ruso), y se formaron ejércitos que expulsaron a los invasores extranjeros y se
establecieron las bases para que el zar fuera un comandante militar y para que su
corte actuara como un cuartel castrense. Esto se mantuvo durante todo el
dominio de los Romanov, siguió con Stalin y puede verse en la actualidad.
El hijo de Miguel, Alexis, consolidó la autocracia zarista al introducir
un nuevo concepto: el "deber de denunciar", lo que constituyó un modo de institucionalizar el miedo y el
terror. Era una forma de supervisión, ejercer el poder por la policía en un
Estado que no contaba con una fuerza de seguridad. El zar y su séquito tenían
sus fuentes de inteligencia personales. El "deber de denunciar" les permitía
obtener información de la gente común y ayudaba a propagar el temor de que el
zar estaba escuchando. Alexis fue uno los zares más importantes: fue el padre
de Pedro el Grande. Pedro el Grande, hizo
un gran esfuerzo por modernizar el imperio y era cruel y sanguinario con sus
enemigos, reales e imaginarios, torturó a su propio hijo hasta la muerte y protagonizó
grandes borracheras y orgías. Pedro el Grande era mitad monstruo, mitad
héroe, y su modernización llegó hasta cierto punto, ya que se limitó a la
modernización de las fuerzas armadas valiéndose de tecnología occidental. Así
es como Pedro el Grande quería convertir a Rusia en una gran potencia, y lo
consiguió valiéndose de una tiranía brutal. En realidad era un individuo verdaderamente aterrador. Stalin anhelaba ser Pedro el Grande, nos
recuerda Montefiore y el presidente Putin,
también desea ser, ante todo, Pedro el Grande.
Catalina II. es considerada una de las grandes, ya que logró poner fin a
la violencia brutal, se anexionó Ucrania, Crimea, Bielorrusia y Lituania. Fue
una promotora de la cultura. Catalina, en
realidad había nacido en Prusia, era culta de una manera que Pedro no lo era,
ella era encantadora, y tenía una personalidad atractiva, muy interesada en la
cultura occidental. Amaba el poder y lo persiguió, fue una usurpadora del
trono. Protagonizó un golpe de palacio que acabó con el asesinato de su propio
marido, el emperador Pedro III. Con Catalina II (1762-1796) los Romanov pasaron
a ser alemanes. Catalina se concentró en expandir el imperio ruso y lo hizo de
forma eficiente y despiadada. Tuvo ayudantes y ministros brillantes, el más
sobresaliente fue príncipe Gregorio Potemkin, el estadista y militar más
sobresaliente en los tres siglos de dominio Romanov. Potemkin y Catalina eran
amantes, y crearon posiblemente el vínculo más exitoso y deslumbrante entre una
mujer y un hombre en toda la historia. Catalina con Potemkin llevó a una fuerte
expansión del Imperio Ruso.
Alejandro I es otro de los zares importantes, fue el que ayudó a vencer a
Napoleón y tuvo la oportunidad de acercar a Rusia aún más a Europa. Alejandro I es precisamente
uno de los zares más subestimados de los Romanov. En su juventud enfrentó
grandes humillaciones, estuvo involucrado en el asesinato de su propio padre y
luego las constantes derrotas ante Napoleón lo desprestigiaron. Sin embargo,
luego de la quema de Moscú durante la invasión napoleónica, logró recuperarse y
liderar la coalición que destruyó a Bonaparte, y luchó desde Rusia hasta París.
La Ilustración y el liberalismo occidental, acabaría destruyendo la autocracia de los
Romanov. La historia de Alejandro II también
es interesante. Su época se caracterizó por la presencia de grupos rebeldes que
atacaban a la realeza (él mismo murió en un atentado con bomba) y por la
creación de la Okhrana, una suerte de policía secreta. Alejandro II era
uno de los Romanov más entrañables. Era un hombre encantador, tolerante,
decente y para nada cruel quien se dio cuenta de que debía modernizar el
imperio y liberalizarlo, e hizo eso, mientras intentó preservar la autocracia, lo que llevó
al surgimiento de un movimiento rebelde que buscaba asesinar a miembros de la
monarquía y al emperador mismo. Alejandro II creó una policía secreta. Era un
grupo diminuto manejado por nobles y generales del ejército tan incompetentes que
no lograron evitar la muerte del zar.
La tragedia de Nicolás II, es quizás la más conocida, el zar que terminó
siendo derrocado y fusilado por los bolcheviques. Nicolás II fue desafortunado,
quizás fue el menos capaz y el más débil y cobarde de todos los emperadores. Él
vio los cambios a su alrededor, pero los quiso resistir. Nicolás II realmente creía que la autocracia
era sagrada, pero el concepto de una monarquía absoluta, basada en la comunión
mística entre el monarca y el pueblo ruso, es una idea anticuada Hay muchos libros sobre Nicolás II, sobre él y
su esposa Alejandra, pero usualmente no
dicen que ellos eran de mente estrecha, profundamente antisemitas, y vengativos.
Lamentablemente no escucharon los buenos consejos. Eran buenos padres de sus hijos, que tenían
hemofilia, pero sus decisiones fueron catastróficas desde el punto de vista
político A partir de 1905, cuando
Nicolás II le dio al país una Constitución con un Parlamento electo o Duma ya
era difícil pensar que funcionaría con
él como zar. Aunque, lo menos probable
era la revolución bolchevique, porque las posibilidades de que Lenin pudiera
liderar ese levantamiento desde San Petersburgo eran reducidas y si no lo
hubiera logrado, Nicolás y Alejandra no habrían sido ejecutados junto al resto
de su familia pero así, no hubiera
existido la Unión Soviética.
Los Romanov fueron la dinastía más exitosa desde los tiempos de Gengis Kan y no dejaron
de expandir su imperio que rigieron con mano firme. Unieron a Rusia, la
convirtieron en una potencia y proyectaron grandeza, además de promover la
religión ortodoxa y la cultura eslava. Pero
también fueron trágicos. Eran una dinastía salvaje, homicida, decadente, por lo
que el libro de Montefiore es una saga de horror y crueldad dinástica. Pedro el Grande mató a su propio hijo,
Catalina la Grande mató a su propio esposo y Alejandro I mató a su propio padre.
Putin y su entorno han expresado
admiración por los zares más poderosos de los Romanov y de cierta manera Putin
es un poco un emperador Romanov y un poco un secretario general estalinista,
obviamente adaptado a la época actual.
Maracaibo 16 de septiembre del 2017
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