Del lector inteligente y del fanatismo
No hace falta ser escritor, ni
siquiera un buen escritor para hallar un buen lector que entienda lo que se
quiere expresar con la palabra escrita. Vuelvo a contradecir la tesis de Walter
Benjamin (1892-1940) sobre el Angelus
Novus, de Paul Klee con sus alas enredadas por el huracán del progreso
soplando desde El Paraíso, aquel que le hizo creer al mundo que la historia
solo podría afirmarse a través del olvido. No me parece prudente olvidarla. El
dibujo sobre papel en tinta china, tiza y acuarela, pintado por el pintor suizo
Paul Klee en 1920, lo adquirió Walter Benjamin en 1921, y el filósofo alemán
usaría su imagen para su teoría pesimista de la historia interpretada como
ciclos de desesperación. El “Ángel de la historia”, permanecería en
su poder toda su vida. En 1939, trató sin éxito de vender la pintura para poder
costear el pasaje a los Estados Unidos y en 1940, la sacó de su marco al huir
de París y la guardó junto con sus escritos en una maleta que entregó al
escritor Georges Bataille. Ese año, Benjamin se suicidó huyendo
infructuosamente del régimen nazi.
Hoy me gustaría recordar nuevamente historias sobre hombres a
caballo; las de aquellos que con El Libertador ascendieron por las montañas de Los
Andes para después liberar los pueblos de América, las del catire Páez, las de quienes
como Sucre en la selva de Berruecos caerían del caballo, o como Zapata al trote
en la emboscada fatal mientras los campesinos esperaban y siguen aún esperando
por él, o la del valiente gocho Miguelón
Contreras- en la poesía de mi tío Fernando Tamayo- de cara al
sol en la sabana de Tocuyito derribado de su cabalgadura y muerto tras marchar
con los sesenta de Cipriano y su compadre, Miguelón, soñando siempre con un
país mejor, con una nación diferente, sin entender que los esperaba en la
capital la historia verdadera para afianzar la realidad de nuestra nación,
siempre condenada a padecer los males del centralismo y el innombrable
caudillismo... Los presidentes se tornan siempre en reyezuelos. Precisamos
nuevamente de hombres a caballo, como Aguirre, aunque fuese con Elvira en la
grupa marchando ya rumbo a Barquisimeto para darle un finiquito a su historia
de incomprendidas esperanzas, y es que así pareciera haberse detenido sobre
nosotros mismos, una triste e
interminable noche, que ensombrece la historia del pueblo venezolano...
Cuando parecía que habíamos
dejado atrás la Venezuela rural, y creíamos estar dispuestos a ingresar en un
nuevo siglo de progreso, tras un siglo XX de guerras y caudillos locales.
Después de haber cerrado las heridas de la inútil y cruenta lucha armada, parecíamos
estar conscientes de que El Dorado no se encontraba en Miami, y ya en el siglo
XXI, ante un mundo globalizado y tecnológicamente avanzando a pasos agigantados,
estando obligados a estudiar cada vez más para estar actualizados, hemos
observado cómo estas siglas, XXI, fueron utilizadas perversamente para crear
una patraña que engañó al pueblo y ha servido para dilapidar la mayor fortuna
que nación alguna haya podido disfrutar en un lapso menor de 20 años. Nuevamente, el negro excremento del demonio pareciera continuar
torciendo el rumbo del país. En esta larga temporada de oscuridad a la que
estamos siendo sometidos, mientras crueles ideologías contaminan tristemente el
mundo, mentes perversas transnacionales, han ido minando desde adentro al país,
han logrado que traicionen su patria las fuerzas que deberían defendernos, y observamos
cómo de nuevo, las viejas tácticas populistas ya conocidas de todos, valen para
controlar la riqueza del subsuelo y retrotraer a Venezuela a etapas antes superadas.
Por ello es que el lector soñado de quien escribe, debe ser uno, con un ápice
de inteligencia, tan solo la necesaria para no dejarse engañar, pero a la vez con
una buena dosis de imaginación. Nada hay peor que el fanatismo, obscurece la
mente y disuelve la inteligencia de quien menos uno lo espera, como si aquel
que sabemos es un lector inteligente se pudiese dejar caer por inocente…
Tengo amigos que al leer, prefieren
despojarse de su identidad y desafiar la lógica más elemental que impondría una
limitada inteligencia. Piensa uno que bastaría una mente clara, recibida quizás
gratuitamente desde sus genes y posiblemente ganada tras el curso de
generaciones enteras para ser ese lector soñado. Los he visto entonces adoptar
ideologías trasnochadas que por demás, históricamente han demostrado llevar a
millares de seres humanos a la ruina y a la muerte, y en conocimiento de ello,
mis soñados lectores, ¡persisten! Los veo, y pareciera no importarles.
Permanecen impávidos, cual si no fuese con ellos. Pero, ¡carrizo!, me digo, sé
que son inteligentes… Esto provoca una profunda tristeza. Estamos viviendo una
larga noche en la historia universal y en nuestro país, el de nosotros, el
apagón lumínico no se queda atrás. Así que será tal vez en la oscuridad del fondo
de la caja de Pandora, donde residirá la esperanza depositada en nuestros
soñados lectores inteligentes, ya que confiadamente, de ellos dependerá que
podamos vislumbrar un renovador despertar.
Maracaibo, el 4 de septiembre del año 2017
PD: En
noviembre del 2016, publiqué “El lector soñado”, un breve texto, quizás en la
misma onda de este, sobre cosas que en octubre del 2015 decía el escritor
Javier Cercas sobre la importancia de los lectores ante el trabajo de los
escritores…
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