Alberto Barrera Tyszka (Caracas, 1960), ganador del Premio Herralde 2006, con su novela La
Enfermedad, y del Premio
Tusquets, 2015 con Patria o Muerte, una
obra que fue traducida a varios idiomas (https://tinyurl.com/2pyv4w92). Barrera Tyszka es, sin la menor duda, uno de los
nombres referenciales de la narrativa venezolana actual (https://tinyurl.com/57zne8xf) y uno de los intérpretes más asertivos de la realidad
nacional.
El narrador venezolano ha lanzado ahora, en España
y en México su esperada novela, El fin
de la tristeza, una historia sobre las tragedias de la intimidad filtradas
en el huracán de las redes sociales en una nación que perdió el juicio y ha
sido entrevistado para el diario El País
por el periodista Alfonso Moleiro quien nos informa…
“Barrera Tyszka
como narrador y poeta, como ensayista, y libretista de televisión, posee una
pluma afilada y fibrosa, caracterizada por la economía de los medios de
expresión, sus frases tejen sus historias, casi siempre muy agudas, salen
disparadas como una saeta, haciendo ajustes frecuentes con el punto y seguido, y
acertando con la precisión de una cerbatana”.De
Antes de sus éxitos internacionales, Barrera Tyszka
fue un articulista de culto, entre los lectores de la prensa dominical en Venezuela. Su libro, Hugo Chávez Sin Uniforme, realizado junto a su esposa, Cristina Marcano, y publicado en casi
toda Latinoamérica, ha sido uno de los perfiles biográficos mejor acabados del difunto
malhadado caudillo venezolano. Barrera Tyszka resulta ser una especie de
continuador de la tradición intelectual del progresismo venezolano que incluye conocidos
nombres como Miguel Otero Silva, Teresa de la Parra, Teodoro Petkoff o José
Ignacio Cabrujas.
En El fin de la tristeza, Barrera
Tyszka le responde a Alonso Moleiro (11/05/2024) -para El País, España- sobre temas que aborda como la psiquiatría, el suicidio
y las redes sociales, señalando que le interesaba destacar esa relación extraña
entre la normalidad y la locura. Al hablar del absurdo en el que vivimos lo
hace tocando estos temas, y de su terapia, ante su personaje central, Gabriel
Medina, envuelta en la tormenta de las redes sociales que la llevan a sentir
paranoia, al no saber en quién confiar.
Un punto tan
delicado como el suicidio forma parte del relato porque son cosas que están
presentes entre nosotros y está ocurriendo, que han aumentado en Venezuela, dice Alberto Barrera… En la novela las redes
sociales, son como un nuevo actor sociológico que entra deliberadamente en el
relato como una enorme epidemia, una expresión, no solo del populismo moderno,
en crisis de representación política. La exposición pública se ha convertido en
una virtud, un negocio, o una forma de vida. La propia dinámica humana la ha
convertido en esto que es ahora, en otro tipo de espacio.
Las redes son un espejismo perfecto, una ilusión de
información, de compañía, de activismo, de poder. Una virtualidad que no
existe, aunque mucha gente vive ahora de eso. “Desde el poder, en Venezuela se le aplica una especie de gaslighting a los ciudadanos,
hay una triangulación perpetua de responsabilidades, dudamos todo el tiempo de
si las cosas son verdad o no. Hay demasiadas versiones de lo real, y el
ciudadano está indefenso ante la información. La realidad puede ser un montaje”.
En El fin de la tristeza, nos dirá Barrera Tyszka que : El final del libro es abierto, el lector
juzgará donde está su “final de la tristeza”. Es una novela triste, tanto que viene
con un epígrafe de Alejandra Pizarnik. He planteado- dice Alberto Barrera Tyszka- que hay sistemas, como el venezolano, empeñados en
producir desesperanza y desaliento. Nos ha costado mucho
comprenderla, o aceptar, incluso, el uso de la palabra dictadura para referirse al Gobierno que hay en
Venezuela.
Cuando Alonso Moleiro le pregunta si tiene alguna
predilección personal por alguna de sus novelas, Barrera Tyszka le responde que
no cree tener mucha relación con sus libros una vez que son publicados. -Si con La
Enfermedad, pudo sentir una cercanía emocional, en esta, El
Fin de la Tristeza cambio el ritmo narrativo, con inflexiones y
modalidades del lenguaje que no había usado en trabajos anteriores y que me
interesaba destacar.
Moleiro insiste en que en el libro queda retratado
también “el papel del influencer”, el
nuevo malestar cultural de la comunicación pública y Alberto Barrera le
responde que él casi no usa las redes sociales, solo ocasionalmente, sin cuentas
en Instagram, e insiste en que no se siente cómodo con esos excesos de
exposición.
A pesar de su “poco
apego a las redes sociales”, Alberto Barrera dice para la red Facebook": La falta de una narrativa propia puede ser también una ventaja. Maduro
parece haber aprendido a vivir en modo de simulacro permanente. Dice lo que sea
y como sea. Dice y se desdice de cualquier manera y ante cualquier auditorio.
Es un Cantinflas con pompa revolucionaria; un Cantinflas que aspira a ser
Gramsci. No necesita una voz propia. No hace falta. Él es la representación -o
la sucesión interminable de representaciones- de lo que requiere la
corporación. Puede prometerlo todo. Puede ofrecer una negociación de paz y una
agresión violenta al mismo tiempo. Puede invocar a Dios y denunciar una guerra
satánica en contra de Venezuela. Puede acusar a Elon Musk y a Gabriel Boric de
ser compadres y de querer destruirlo. Puede bailar como Karol G. Puede tenderle
la mano a Trump e insultar al imperialismo. No es un delirante. Sólo cumple su
tarea, sigue una estrategia. Su misión es confundir para hacer verosímil el
absurdo."
Alonso Moleiro finalizará la entrevista para El País, escuchando a Barrera Tyszka quien
concluye insistiendo en el tema alienante de “las redes” para plantear que: “ a la humanidad le costó mucho trabajo tener
vida privada, la intimidad es un valor civilizatorio, y que de pronto todo eso
se pierda, que la impudicia se vuelva una virtud, es lo que es sorprendente…
Maracaibo, domingo
25 de agosto del año 2024
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