sábado, 10 de agosto de 2024

Del sapo Bufus y de la música

 

El escritor brasileño Rubem Fonseca galardonado en 2003 con el Premio Camöes y en 2012 con el premio Iberoamericano de Narrativa “Manuel Rojas”, publicaría en 1985 una novela en Seix Barral, Colección Biblioteca de Bolsillo, con el título original de Pasado Negro, la cual luego se denominaría Bufo & Spallanzani”.


En 1729, en Scandiano un pueblo cerca de Reggio, al noreste de Italia nació Lazzaro Spellanzani, un personaje que siendo hijo de un abogado decidió desde muy joven hacerse sacerdote, fue profesor de física y matemáticas en la Universidad de Reggio donde enseñaría griego, latín y metafísica. El naturalista sueco Carlos Linneo dio por primera vez el nombre de Rana bufo al sapo común en la décima edición del Systema Naturae, en 1758.

 

En el trabajo de Linneo, puso todas las ranas y los sapos en el único género Rana. Más tarde se hizo evidente que este género debía ser subdividido y en 1768 el naturalista austríaco Josefo Nicolaus Laurenti puso el sapo común en el género Bufo, nombrándolo Bufo bufo. Los sapos de este género están incluidos en la familia Bufonidae. Durante años Spallanzani dirigiría el Museo de Historia Natural de Pavía y en 1769, Spallanzani refutó la generación espontánea, anticipándose a Pasteur y confirmó que los organismos unicelulares son seres vivos.

 

El sacerdote católico inglés Needham había hecho una serie de experimentos en favor de esa teoría y Spallanzani repitió los experimentos prolongando el periodo de calentamiento y sellando con más cuidado los recipientes evitando que aparecieran las colonias, lo que contradecía la teoría de la generación espontánea. Estudió la circulación de la sangre a través de los pulmones y experimentó con los jugos digestivos que, según observó, están especializados en la digestión. En otro de sus interesantes experimentos de transplante,  Spallanzani implantó con éxito la cabeza de un caracol sobre el cuerpo de otro.


El interés primigenio de Spallanzani siempre estuvo centrado en la biología. Le apasionaban los misterios sobre el origen de la vida, le impresionaba ver experimentalmente cómo ciertos reptiles y anfibios son capaces de regenerar partes perdidas de sus cuerpos. En aquella época, tuvo que realizar muchos experimentos con animales, en particular con sapos, particularmente con el sapo que Carlos Linneo había denominado Bufus marinus. Los bufónidos (Bufonidae) es la familia más numerosa de los anfibios y agrupa la  familia de anfibios anuros con unos ochenta géneros y hay setencientoscincuenta especies actuales. El sapo común Bufo bufo fue clasificado por Linnaeus, en 1758. Los experimentos con los sapos que en sus tiempos hiciera Spallanzani quizás sonarían muy crueles ahora en estos tiempos “tan civilizados”…

 

Spellanzani también llegaría a descubrir que los murciélagos orientan su vuelo en la oscuridad comunicándose por el oído. Definitivamente no era un simple cura. Lazzaro Spellanzani fue profesor de física y matemáticas en la Universidad de Reggio donde enseñaría griego, latín y metafísica. Durante años dirigiría el Museo de Historia Natural de Pavía. Rubem Fonseca aprovechó su novela Bufo & Spallanzani para reflexionar sobre la escritura de las novelas, a través de un narrador-personaje, denominado Gustavo Flavio -como tributo a Gustave Flaubert.

 

Fonseca tomará distancia frente a la escritura para hablar de lo que va a ocurrir, ya que, según él, toda novela sufre una maldición, la de terminar siempre de mala manera. El hecho de hallar a nuestro personaje Spallanzani mencionado en aquella novela policial sonaba disparatado, pero la novela negra de Fonseca, con matices biológicos suscitaba una reflexión muy humana hecha por el escritor brasileño, y en ella algunos de sus personajes discurrirán sobre el ejercicio de escritura, las problemáticas del escritor, y de cómo se piensa una novela desde sí misma.


En la página 254 de mi novela La Entropía Tropical dice… “Tú has venido escuchando “Los Cuentos de Hoffman”, de Offembach, en tus audífonos personales, los del 727”…(un avión donde viajaba desde Zurich a Caracas) y recordaría que  Los cuentos de Hoffmanes una ópera en tres actos, con prólogo y epílogo, con música de Jacques Offenbach y libreto en francés de Jules Barbier, basada en una obra que el propio Barbier y Michel Carré que la habían escrito sobre cuentos de E.T.A. Hoffmann (https://tinyurl.com/ys494ths) y lo curioso de esta ópera es que el mismo Hoffmann aparece como un personaje.

 

Hoffmann era un músico, admirado por Bethoven y por otros, ya que sus creaciones literarias inspiraron muchas piezas musicales de otros autores. Algunas de las más famosas son, los cuentos Los cuentos de Hoffmann(1880) sobre los que Jacques Offenbach fundó su ópera, donde el mismo Hoffmann es el protagonista de las historias: “El hombre de arena”, “La noche de San Silvestre”, “El puchero de oro”, y “El violín de  Cremona”. El célebre compositor francés, Léo Delibes, también utilizó El hombre de arena” para su ballet Copelia (1870) y su personaje del kapellmeister Johannes Kreisler también inspiró la obra para piano Kreisleriana del compositor alemán Robert Schumann.

 

Richard Wagner también usó un tratamiento de E.T.A.Hoffmann para Los maestros cantores de Núremberg. Vicenzo Bellini usó El dux y la dogaresa para la ópera Marino Faliero, Gaetano Donizetti toma muchos rasgos de Signore Formica para su ópera bufa Don Pasquale. Así mismo. Hoffmann se inspiró en la ópera Don Giovanni de su admirado Mozart para su complejo relato Don Juan.  E.T.A. Hoffmann, fue siempre un artista completísimo, que imprimió un horror deliciosamente elegante en sus obras magistrales como El magnetizador, El mayorazgo, Vampirismo, Los autómatas y otros.

 

Sobre esta ópera cómica ya hemos hablado en este blog en otras ocasiones y hasta recientemente este año ( https://tinyurl.com/38tmem23 ) y en ella, veremos a nuestro personaje como el profesor de física y matemáticas en la Universidad de Reggio Spellanzani, quien aparece como un brujo interesado en la ciencia, uno que construye muñecas mecánicas y curiosamente se llama Spelanzani, así, con una sola ele, un Spelanzani quien con la ayuda del malvado Copelius, orquestado por la música de Offembach ha creado a Olimpia, un maniquí mecánico.

 

El malvado Copelius le venderá gafas mágicas a Hoffman para que vea en Olimpia a un ser humano, aunque de pronto cantando, Olimpia se detenga y Spelanzani tendrá que correr a darle cuerda para que continúe su danza. Como en las zapatillas rojas de Andersen, Olimpia canta y baila sin parar pero E.T.A.Hoffman pierde las gafas y comprende que Olimpia de quien él se ha enamorado, no es humana. Cuando Copelius decide destruir a Olimpia, los invitados de Hoffman se burlarán de él por el engaño y entonces en el Acto Tercero, se escuchará “Belle nuit”, la barcarola de Offembach que me transportó a mi infancia lejana y siempre al escucharla regreso a verme en el teatro Baralt de Maracaibo…

 

Con las notas de la barcarola de Weber siempre puedo sentirme transportado a épocas de escolar, adolescente tal vez, y puedo ver la gran lámpara facetada de vidrio y barras de plomo en el centro del techo de multicolores retazos, puro Art Déco, lo que señalara siempre que estoy en el Teatro Baralt de Maracaibo, y con las notas  musicales de Hoffman, escuchando su barcarola volvere a ver a Zizi JeanMarie, bailando ballet en el escenario, vestida de rojo sangre, gira, y regresa en puntas de pie, mientras Hoffman suena profundamente... 

 

Recordando la música a propósito de los sapos, esto ha sido escrito en :

Maracaibo durante las trágicas situaciones post electorales, habidas “en este país”, “tu país, mi país”, todavía en el día sábado 10 de agosto de 2024

 

 

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