miércoles, 22 de enero de 2020

De la relectura


De la relectura
 
Roland Barthes consideraba que la intención de un autor al escribir una obra, no es el único anclaje de sentido válido a partir del cual se puede interpretar un texto, y que en la literatura se pueden encontrar otras fuentes de significado y relevancia. Puesto que el significado no está dado por el autor, este debe ser creado activamente por el lector a través de un proceso de análisis textual. Barthes formó parte de la escuela estructuralista, influido por los lingüistas Ferdinand de Saussure, Émile Benveniste, y Jakobson así como por el antropólogo Claude Lévi-Strauss
 
Roland Barthes precisamente señaló, que la relectura, es una operación opuesta a los hábitos comerciales e ideológicos de nuestra sociedad que recomienda “tirar” la historia una vez consumida (“devorada”) para que se pueda pasar a otra historia, comprar otro libro, de manera que la relectura sólo es tolerada en ciertas categorías marginales de lectores (los niños, los viejos y los profesores).

La relectura es propuesta de entrada, pues sólo ella salva al texto de la repetición, lo multiplica en su diversidad y en su plural: lo saca de la cronología interna y encuentra de nuevo un tiempo mítico, cuestiona la pretensión que intenta hacernos creer que la primera lectura es una lectura primera, ingenua, fonemática, que luego sólo habría que “explicar”, que intelectualizar no es ya consumo, sino juego”, Por lo tanto si se relee inmediatamente el texto, es para obtener, como bajo el efecto de una droga no el texto “verdadero”, sino el texto plural: el mismo pero nuevo.

En diversas ocasiones me ha tocado recordar a mis lectores que la literatura debe releerse. Lo decía en diciembre de 2015 en este blog (Sobre la lectura y la relectura https://bit.ly/2ulOR5l ). Este sencillo asunto, ya lo decía mi personaje de Anabella, en “Escribir en La Habana”: “Leer, siempre es difícil mi dóctor, es complejo, leer un libro es más complicado que leer un periódico. Tu amor es una noticia del pasado, no es literatura, es como lo que hay en los periódicos. ¿Para qué leer las noticias si son de ayer? Son noticias ya pasadas, propagadas y hasta olvidadas”. “Un libro, mi dóctor, se puede leer dos o más veces, la literatura es para releerla, inténtalo Marcelo querido. Lo que cada uno encuentre en los libros depende más del lector que del autor, sobre todo del lector que sea capaz de releer”.

Vladimir Nabokov en sus Cursos de literatura europea” señalaba que: aunque parezca extraño, los libros no se deben leer: se deben releer; Un buen lector, un lector de primera, un lector activo y creador, es un «relector»”. La relectura es una de las estrategias para lograr la comprensión de un texto. La relectura es el fruto de volver una y otra vez sobre las líneas de un párrafo. Esa labor de avance y retroceso la que va construyendo o develando el sentido, el significado profundo de una obra escrita.    

La relectura contribuye a subsanar la desatención, la distracción o la falta de concentración. Si hay relectura se pueden corregir muchos olvidos y percibir los asuntos vertebrales de un escrito, obligar al ojo a retroceder, a volver sobre sus pasos para recuperar información relevante o para explorar el significado de una palabra desconocida, en un proceso de lectura no son pérdida de tiempo sino seguras formas de avanzar en el viaje de la comprensión.

La relectura es una aliada eficaz para discriminar la información entretejida en un texto. Es releyendo como se puede ir estableciendo una jerarquía entre las ideas y cómo, poco a poco, se rearma la estructura de un texto. Si no fuera por la relectura seríamos incapaces para dar cuenta de la globalidad, del objetivo final, del mensaje transversal que subyace en cualquier texto y nos convertiríamos en lectores de palabras y seríamos incapaces para entender un discurso.

Maracaibo, miércoles 22 de enero 2020

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