jueves, 2 de agosto de 2018

Los golpes de Truffaut




Los golpes de Truffaut 

"Los 400 golpes" es una película  emblemática de la Nouvelle Vague que se puede analizar mirándola como si estuviese dividida en dos partes. Francois Truffaut (1932 –1984) de inicio nos pinta un cuadro de la sociedad francesa de los años cincuenta relativo a la educación, y en particular a la relación padre-hijos, para finalmente en una, como segunda parte, percibimos el filme más débil y en la última media hora parecería como si la película perdiese su ritmo y su propósito inicial pareciera oscurecerse.

François Truffaut, en uno de los relatos más insólitos y excepcionales de la historia del cine, nos presentó la biografía de Antoine Doinel a lo largo de su infancia cruzando el desierto afectivo de su familia y la selva hostil de la escuela, una historia de un niño no amado, que descubrirá pronto que su padre no es su verdadero padre que ni le quiere ni está interesado por él, quien siente que sobra y molesta en la vida de sus padres y en la escuela, donde no pocas veces es castigado injustamente. La calle es su salvación pues significa el compañerismo y la amistad con René, el mundo de los sueños donde el cine representa la gran afición de Antoine, y su otra gran afición es la lectura.

Los cuatrocientos golpes es una película casi autobiográfica. François Truffaut fue también un hijo bastardo que tardó en descubrir que el hombre que le había dado sus apellidos no era su verdadero padre, que fue entregado, primero, a los cuidados de una nodriza y, después, a las sucesivas atenciones de sus abuelas. Truffaut fue mal estudiante, expulsado de varios colegios, y acabó también en la cárcel y en un correcional. El amor de Truffaut por los libros, se puede ver expresado en numerosas citas y homenajes a lo largo de su filmografía, concretado en la adaptación de novelas, sublimado hasta el extremo en Fahrenheit 451, la película basada en un relato de Bradbury, que mostraba un mundo en el que los libros eran prohibidos y se quemaban cuando existía un esforzado grupo de hombres y mujeres, que luchaban en la clandestinidad por aprender de memoria las obras maestras para poder transmitirlas a la posteridad. El Antoine de la película Los cuatrocientos golpes, que se cuela en el cine y roba un cartel de Un verano con Mónica de Ingmar Bergman, se parece al François que a los quince años fundó un cine-club y que a los dieciséis ya escribía críticas de cine cuando contaba con al apoyo de André Bazin, la verdadera figura paterna de su vida, Bazin, un crítico y teórico cinematográfico apadrinó la Nouvelle Vague, pero murió de leucemia en noviembre de 1958, el mes cuando se inició el rodaje de Los cuatrocientos golpes.

¿Puede ser una película como una novela, o como un poema? ¿Acaso como un relato que casi represente una autobiografía? ¿Podría ser una película un testimonio personal, una confesión de parte, especie de crónica íntima? Truffaut nació el 6 de febrero del año 1932 en París. Fue el hijo de Janine de Monferrand, soltera. Francois vivió en sus primeros años con una nodriza, y más tarde con su abuela Genevive en el barrio de Pigalle. Su madre, se había casado con el arquitecto Roland Truffaut, quien adoptó legalmente a François y le dio su apellido, pero sus padres se desentendieron bastante de su hijo, permaneciendo al cuidado de Genevieve hasta su muerte en el año 1942, momentos cuando el joven François atraviesa con sus padres una relación bastante difícil y abandonó los estudios mientras se evadía en los libros y en el cine. Su escritor favorito era Honoré de Balzac. Hasta la llegada de la Nouvella Vague nadie se había imaginado una cosa semejante. Nadie había osado utilizar el realismo documental, reflejo detallista de cotidianidad, con bajo presupuesto, ligereza y sencillez en la puesta en escena, con actores desconocidos, espontaneidad en los diálogos, para contar una historia, tan, ¿personal?... 

En fin, Truffaut y sus compañeros darían otra vuelta de tuerca a los postulados neorrealistas, las propuestas de Rossellini en particular, con películas como Los cuatrocientos golpes, renovarían totalmente la vieja y fosilizada narrativa del cine francés. Su trabajo como crítico de cine en “Cahiers du Cinema” y “Arts and Entertainments”, su artículo de 1954 titulado “Una Cierta Tendencia Del Cine Francés”, removería los cimientos del cine de su país, al que acusó de academicista y encorsetado, promoviendo la teoría de autor de Alexandre Astruc con la visión personal del director como base del proyecto cinematográfico, con formalismos menos rígidos, escaso presupuesto, mayor uso de localizaciones naturales, retratarían emociones y situaciones íntimas, cotidianas y existenciales… Truffaut fue, al igual que sus colegas de revista como Jean-Luc Godard o Claude Chabrol, un puntal entre todo aquel grupo de cinéfilos-cineastas admiradores del estilo del neorrealismo italiano, en especial las películas de Roberto Rossellini, o el realismo poético de Jean Renoir o Jean Vigo, quienes también le atendían a las películas del Hollywood de los clásicos autores como Alfred Hitchcock, Howard Hawks, Orson Welles o John Ford, sin olvidar el cine negro, el cine cómico mudo, o las obras de Yasujiro Ozu, Carl Theodore Dreyer, Robert Bresson, Jacques Tati, Luis Buñuel o, entre otros, Ingmar Bergman. Con esto, le pongo punto final a este repaso sobre Trufaut a propósito de sus 400 golpes.

Maracaibo 3 de agosto, 2018

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