jueves, 23 de agosto de 2018

Clouzot y el suspenso en el cine




Clouzot y el suspenso en el cine

El día 9 de este mes de agosto, al hablar sobre Simone Signorett me referí al film de Clouzot “Las diabólicas” recordando nuestras aventuras cinéfilas en el Cine Venecia a una cuadra de mi casa y me quedé corto al no decir nada más sobre este director de cine francés de cuyo filme más famoso me quisiera ocupar hoy, brevemente… Henri-Georges Clouzot (1907-1977) fue un director, guionista y productor de cine francés, autor de clásicos como Manon, El cuervo, El salario del miedo, Las diabólicas y La verdad. Clouzot está situado entre el primer cine francés y la nouvelle vague. Sin ser un revolucionario del lenguaje cinematográfico, logró crear atmósferas opresivas y sórdidas, y nos mostró unos personajes de instintos primarios y de ambivalencia moral. La tuberculosis lo postró en cama durante algunos años lo cual le llevó a leer muchas novelas de detectives y quizás ellas forjaron su perspectiva negativa de la sociedad. Sus primeras películas (El asesino vive en la 21) tenían un cierto toque de humor que el autor hizo desaparecer en sus siguientes películas. Después de terminar sus estudios, trabajó de periodista. En la década de 1930 trabajó en Berlín como supervisor de doblajes, y de regreso en Francia, comenzó en el cine escribiendo guiones, para sí mismo y para otros directores.

En 1942, durante la ocupación alemana, el Ministerio de propaganda de Goebbels fundó la productora Continental-Films, creada para reemplazar la producción de Hollywood, en la cual Clouzot debutó como director en El asesino vive en la 21 (1942), para luego al año siguiente filmar El cuervo (1943), película que causó polémica, que trata de la miseria moral de los habitantes de un pueblo francés. La película fue tachada de colaboracionista, y le costó al director cierta marginación en el ambiente del cine francés. Sin embargo pronto retomó su actividad, y algunas de sus siguientes películas fueron premiadas en varios festivales (Premio Internacional al mejor director del Festival de Venecia por En legítima defensa (1947), y León de Oro del mismo festival, por Manon (1949). Fundó entonces una productora propia, Vera Films, por su esposa la actriz Véra Clouzot.  En la década de 1950, dirigió el largometraje El salario del miedo, que fue premiado en el Festival de Berlín y en el Festival de Cannes, seguido de Las diabólicas (1954), el documental Le Mystère Picasso (1956) y el filme La Vérité (1960), con la participación de Brigitte Bardot. Henri-Georges Clouzot falleció en París el 12 de enero de 1977.

En El salario del miedo (1953)Le salaire de la peur”, por primera vez, Clouzot escaparía de los ambientes cerrados y negros de sus anteriores producciones, para concebir una película que si bien es luminosa y soleada, está formada por dos partes bien diferenciadas. La primera es una larga exposición en la que vemos el lento transcurrir de la vida en un mísero pueblo, perdido de un lugar no definido de Sudamérica, donde un grupo de aventureros que son como parias del destino, vagabundos de diferentes nacionalidades, hablan en diferentes idiomas, español, portugués, inglés, francés, alemán,,, Han recalado en ese pueblo que se les ha transformado en una especie de prisión de la que no pueden escapar. Allí no hay dinero, ni trabajo y apenas hay comunicación con el resto del mundo y todos pasarán los días, esperando algún acontecimiento que al parecer nunca llegará. Un día a varios cientos de kilómetros del pueblo, se produce el incendio de un pozo de petróleo de una compañía extranjera y esta situación llegará para plantear una oferta. Se ofrece una importante suma de dinero para quien pueda ayudar a apagar el fuego del pozo petrolero ardiendo. La oferta es vista como la posible salida de la situación estancada para algunos de los personajes y la aceptarán quienes están dispuestos a llevar una carga de nitroglicerina, necesaria para apagar el incendio, a través de unas carreteras simas y en condiciones de extremo peligro ante el riesgo de explosión de la carga.

A partir de ese momento, el film narrará el viaje de los dos camiones que transportan la nitroglicerina y de los cuatro conductores que han aceptado el encargo. Aquí todo son exteriores, espacios abiertos, luz y calor. Pero nunca como hasta ahora había sido el cine de Clouzot tan desesperado, ni su reflexión sobre el hombre tan amarga. La película está impregnada del existencialismo en boga para la época de su realización y vemos en sus personajes rasgos que nos remiten a Camus, o a Sartre. Todos resultan ser individuos destruidos por la inutilidad y el vacío de vivir, sin futuro, iluminados de momento por la posibilidad de creer que el dinero les dará una liberación que se presiente nunca va a llegar. En la segunda parte, Clouzot despliega todo su genio y crea una electrizante tensión narrativa que mantiene en vilo al espectador, con momentos de una frialdad y violencia casi insoportables. La crueldad que se siente al final con el personaje interpretado por Charles Vanel, es para creer que pocas veces el cine nos ha ofrecido una secuencia tan escalofriante. El destino del personaje protagónico Yves Montand codificó en nuestra mente por lo inesperado la frase de “final de cine francés”. Dirigida con un absoluto dominio del lenguaje y con una eficacia prodigiosa, nos comunica de forma ejemplar la tremenda tragedia narrada. La fotografía meticulosa, de naturalismo depurado, y las interpretaciones son formidables para completar el gran logro de esta película. El salario del miedo es un filme magistral y tuvo un extraordinario éxito popular, la ctica alabó unánimemente y supuso la consagración internacional de Clouzot.

Maracaibo 23 de agosto 2018

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