Cine de monstruos del pasado, mojados o helados
Como la semana pasada fue “la de los premios Oscar” y millones de espectadores
estuvieron pendientes de la televisión que mostraría el triunfo de Chile con la
mejor película internacional y de México no solo por “Coco” sino por el filme de Guillermo del Toro, al final resultando
el mejor Director y la suya, la mejor película para este 2018, no quise dejar
pasar la oportunidad para hablar de algo que inmediatamente recordé, al ver la
criatura monstruosa y verde habitante del agua del simpático Fernando. Vino a
mi mente, automáticamente, una película que admiraría, creo que el
año 1954, en el cine, o teatro, “Estrella” de Maracaibo. Cine o teatro, así
denominados pero casi todos ellos, funcionando bajo el cielo estrellado o
nublado, pero al aire libre, requisito necesario para percibir la casi siempre
refrescante, en ocasiones lluviosa brisa marabina. Inolvidable desde entonces
había sido para mí “El monstruo de la
laguna negra”, una bestia que nadaba
en aguas de Amazonas en el filme de Jack Arnold, con la hermosa Julia Adams y
con Richard Carlson, quienes eran navegantes de un barco pesquero metido en los
vericuetos de la Amazonía con el pintoresco nombre de Rita. Se había hablado ya
antes, de que el chapaleante monstruo en blanco y negro, había influido en Spielberg para crear su
famoso tiburón “Jaws” y el mismo
Fernando del Toro no había tenido ningún empacho en afirmar que la bestia de la
laguna negra había sido su inspiración para el nuevo “monstruo” húmedo de “La forma del agua” su homenajeado filme
de este 2018. De manera que el mío no había sido un increíble hallazgo, o
descubrimiento en los vericuetos de mi adolescencia cinéfila, puesto que lo del
bicho de la “black lagoon” ya era un
hecho de muchos conocido.
Había sido unos años antes, en 1951 cuando en
el cine Venecia, a una cuadra de mi casa, vi con mis hermanos otra película que
recuerdo como realmente nos impactaría. El título en inglés era “The Thing”
(en español se llamaba algo como, el ser del otro mundo, algo así) y estaba
dirigida por Christian Nyby, con música de
Dimitri Tiomkin. Se trataba de un OVNI que se estrella en el Polo Norte, donde había
un laboratorio de la Fuerza Aérea y un capitán es enviado a la base científica cercana
a la zona de impacto, donde descubrirán una cosa, algo que quizás no era más
que un meteorito enterrado bajo el hielo, pero lograrían encontrar un cuerpo dentro
del hielo. Al llevarlo en un bloque a la base, la creatura (¿alienígena?), sin
saber cómo, se escapará. Aquí me resulta casi inolvidable una especie de
pulmoncitos con dos vesículas que en impresionante blanco y negro, se inflaban
y colapsaban, algo jamás pensado para unos adolescentes sin muchas nociones de
ciencia ficción, conceptos que para la época recién se iniciaban… La base se
puso en alerta, y durante una impresionante tormenta de nieve que los mantenía
aislados de refuerzos y sin comunicación, se sucederían disputas internas entre
el Dr. Carrington quien insistía en preservar la creatura, y el Capitán Hendry,
decidido a destruirla. Lo interesante del filme es que nunca se ve en primer
plano el ser (the thing) y no obstante, se mantiene el suspenso todo el tiempo
hasta el final cuando desaparecerá electrocutado.
Casi treinta años más tarde, en 1982, John
Carpenter hará un “remake” de “The Thing”
que como segundas partes nunca sería mejor que el original y quiero señalar que
habían pasado 30 años de cinematografía y ya habíamos visto bastante cine bajo
el cielo de El Venecia. Habíamos admirado “El
día que paralizaron la tierra”(1951), “La
guerra de los mundos”(1953), “20mil
leguas de viaje submarino”(1954),
“La máquina del tiempo”(1960), “El Dr Strangelove” de Kubrick(1964) y “Fahrenheit 451” de Truffaut(1966), “Barbarella” de Vadim(1967), y “2001 Odisea del espacio”, nuevamente de
Stanley Kubrick (1968), el mismo año cuando se estrenó “El planeta de los simios” para jamás olvidar el final cuando
Charlton Heston y Linda Harrison sobre el lomo de un caballo me dejarían
atónito, y lo recuerdo bien, pues fue en el Teatro Baralt de Maracaibo, cuando
vería aparecer semihundida la estatua de la libertad para informarnos a los
espectadores que los astronautas se hallaban de vuelta en la tierra... Quiero
destacar que estuve hablando de “mis películas” de “los sesenta”, o sea que
habrían de transcurrir veinte años,
veinte años después como le sucediera a Edmundo Dantés, para que por allá, el
año 1982 veríamos nacer a “Blade Runner”
de Ridley Scott y a “E T El
extraterreste” de Steven Spielberg.
Maracaibo
8 de marzo de 2018
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