martes, 26 de noviembre de 2024

Bebían sangre los zancudos…(2)

 


Ayer hablábamos de zancudos chupando sangre, pero chupar sangre hasta para los zancudos también puede tener sus problemas. Uno de ellos es que la sangre, a pesar de todo, es un alimento poco equilibrado: tiene muchas proteínas. Sí, pero una concentración baja de glúcidos o lípidos, los combustibles más eficaces para sostener el metabolismo y ya sabemos que los mosquitos, para volar, necesitan bastante energía: aletean entre 250 y 500 vueltas por segundo. Por eso no es extraño que los mosquitos, como las hembras, mantengan siempre una dieta combinada con sustancias azucaradas, perfecta para su metabolismo cotidiano.

 

También está el problema del hierro. A pesar de ser necesario para la ovogénesis del mosquito, la sangre lo contiene en una concentración demasiado alta (como sabemos, forma parte de la hemoglobina) y, por ser un oxidante potente, puede ser peligroso para el organismo. Por eso los mosquitos poseen mecanismos bien ajustados que neutralizan el ión Fe y eliminan el exceso, como muestran investigaciones recientes.

 

Un mosquito, macho o hembra, puede vivir muy bien sin picar, lamiendo solamente sustancias azucaradas, como el néctar de flores. Pero una hembra no pondrá huevos (o, en algunas especies, sólo unos pocos) si no logra encontrar un vertebrado al que chuparle la sangre. La razón es que una dieta de néctar, a pesar de ser muy energética, no proporciona casi proteínas (aminoácidos) ni otras sustancias necesarias para la generación de huevos, la ovogénesis. Y esto se ha comprobado experimentalmente: si se inyecta un buen combinado de aminoácidos a un mosquito hembra, este producirá huevos sin tener que ingerir sangre.


Pero la respuesta nos plantea inmediatamente muchas otras preguntas que la investigación reciente está empezando a resolver y que presentan un interés científico (y humanitario) notable. Cualquier asunto relacionado con los mosquitos nos interesa y mucho y existe una primera cuestión, quizá la más obvia, pero de ninguna manera banal para un biólogo: ¿Por qué esa dependencia de la sangre cuando la inmensa mayoría de hembras de insectos, incluidas las de otros dípteros (como la mosca común), no tienen ningún problema en poner huevos sin chuparnos la sangre?

 

Pero sobre todo los mosquitos hembra deben superar el hecho de que el organismo de los vertebrados, lógicamente, dispone de mecanismos bastante eficientes para evitar cualquier pérdida de sangre. Para abordar esta cuestión fijémonos antes en otro aspecto intrigante de la picadura del mosquito: el simple hecho, experimentado por todos, de que “duele”, o como dicen: “escuece”. ¿Y por qué escuece la picadura del mosquito?

 

No es una pregunta estúpida: si cuando te extraen sangre en una donación o en los análisis con una jeringa no sientes apenas dolor… ¿Por qué molestan tanto las picaduras de los mosquitos, a veces durante mucho tiempo, a pesar de que un mosquito extrae menos de una gotita de sangre? No se trata de una cuestión mecánica: de hecho, el aparato picador del mosquito hembra está tan perfeccionado técnicamente que resulta más sutil que cualquier aguja clínica: según algunos estudios recientes, incluso podría servir como modelo para diseñar un sistema de inserción de agujas clínicas menos molestas que las actuales, que mejorarían la vida de los que tienen que someterse a inserciones hipodérmicas continuas.


¿Entonces? Pues bien: las picaduras escuecen porque los mosquitos hembra no sólo perforan la piel con su sutil aparato chupador y extraen sangre de los capilares, sino sobre todo porque inyectan saliva antes de empezar a succionar. Esa intrusión de las moléculas ajenas que contiene la saliva del mosquito es la que provoca una reacción en el organismo en forma de prurito y, a veces, incluso produce reacciones alérgicas graves en personas sensibles o si las picaduras son numerosas.

 

Esta inyección de “saliva de zancudo” es necesaria para contrarrestar las reacciones defensivas normales de un organismo que sufre una herida, o sea, una ruptura celular que rompe vasos sanguíneos: primeramente, vasoconstricción (disminución del flujo sanguíneo) y, en segundo lugar, coagulación de la sangre, procesos que dificultarían la extracción de sangre que necesita el mosquito. Es por esto que el mosquito hembra debe inocular, con su saliva, un cóctel de sustancias, muy depurado evolutivamente, que incluye principios anticoagulantes y vasodilatadores, y que contrarresta los mecanismos del organismo atacado para detener el flujo sanguíneo. Solo la saliva de los mosquitos hembras contiene ese cóctel, que está siendo estudiado con detalle porque podría proporcionar enseñanzas farmacéuticas muy relevantes.

 

Es obvio que a los mosquitos no les interesa para nada que la picadura moleste la víctima, ya que ésta, a través del dolor, se entera de que está sufriendo un ataque y, por tanto, podría acabar de un manotazo con el insecto. Por eso muchas especies de mosquitos también incluyen en el cóctel salival sustancias anestésicas. De hecho, la situación normal es que nos enteremos del ataque (o sea, que empezamos a sentir prurito) mucho después de que el mosquito haya satisfecho sus necesidades.

 

El tema importante es que esta inyección previa de esta saliva tan refinada es el factor que dota a las picaduras de los mosquitos de una importancia enorme para la historia de la humanidad. Si el mosquito se limitara a chupar sangre, si no hubiera de inyectar saliva, sería muy difícil que fuera vector de tan funestas enfermedades como el paludismo, la fiebre amarilla, el dengue y tantas otras (auténticos flagelos históricos de la humanidad) y que inocula de manera inconsciente, cuando el agente patogénico ha infectado previamente, en una picada anterior, sus glándulas salivales.

Varios estudios recientes indican que los mosquitos hembra parasitados por Plasmodium, el agente del paludismo, tienen un comportamiento alterado por el parásito (atrincherado en las glándulas salivares) que los induce a picar más a menudo. Claramente, el mosquito queda controlado, aunque no se sabe bien de qué manera, por los intereses del parásito, como un zombi puesto al servicio del microbio. Y más aún: parece comprobado que la composición de la misma saliva de la hembra del mosquito, ese cóctel químico complejo, permite al Plasmodium infectar con facilidad al huésped.

 

Los investigadores están encontrando todo un mundo detrás de la picadura de un mosquito hembra, un mundo que nos interesa mucho. Las enfermedades transmitidas por los mosquitos han causado más muertes de personas que todas las guerras juntas. Analicemos que por este complejo mecanismo de la picadura del mosquito está en el origen, aún hoy, de la muerte de más de un millón de personas cada año, especialmente niños.

 

No es nada banal dedicar nuestros esfuerzos a dilucidar todo lo que hay detrás de la simple picadura de un mosquito… hembra.

 

NOTA: Parte de este trabajo ha sido tomado de las investigaciones de Carles Martín. Profesor Titular de Ecologia del departamento de Ciencias del Mar y Biología Aplicada. Universidad de Alicante, España.

 

Maracaibo, martes 26 de noviembre del año 2024

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