lunes, 1 de junio de 2020

Los tanqueros llegaron ya…


Los tanqueros llegaron ya…

Algunas reflexiones publicadas recientemente por José Toro Hardy editor adjunto de Analítica, me han animado a escribir brevemente, destacando algunos detalles sobre aspectos básicos históricos que gravitan sobre la actual situación de política internacional en la que vemos se encuentra sumido nuestro país, Venezuela.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el petróleo del Medio Oriente le dio al Golfo Pérsico una importancia geopolítica fundamental. Los hidrocarburos, vitales para la economía de las naciones, tenían que atravesar el estrecho de Ormuz milenariamente enfrentado; en una de sus orillas había iraníes y chiítas y en la otra, árabes y suníes. Las diferencias que entre chiíes y suníes existen desde hace más de mil trescientos años, por lo que esta conflictividad histórico religiosa ha sido la causa de recurrentes conflictos que en diversas ocasiones amenazaron con detener y casi que interrumpieron efectivamente el flujo petrolero de los países árabes y de Irán hacia los mercados mundiales. 

Algunos de estos conflictos se remontan al año 1967 cuando se produjo el cierre del Canal de Suez desde el 67 hasta 1975. En 1969, con la crisis de Libia y luego el Embargo Petrolero Árabe de 1974. Otros inconvenientes se verían, en la caída del Shah de Irán en 1979, la guerra entre Irán e Iraq desde 1980 a 1988, la invasión de Iraq a Kuwait en 1990-1991, y finalmente la guerra del Golfo comandada por Busch hijo en el año 2003. Venezuela siempre había sido una nación neutral en relación a las sangrientas disputas entre árabes e iraníes, sin parcializarse, e igualmente el país no se involucraba en los conflictos entre Israel y sus vecinos árabes. Así, cuando se sucedieron todas las mencionadas intervenciones al suministro petrolero, nuestro país pasó a ser el suplidor más seguro y confiable del planeta.

Venezuela, que siempre había sido inmune frente a toda esa tragedia de guerras y conflictos religiosos, era un país del hemisferio occidental, con una religión heredada de España de origen judeo-cristiana de mayoría católica, cuya política internacional tradicional había sido respetuosa de las creencias de los demás… Hasta que llegó el momento, infausto cuando esa condición, ideal, cambiaría. Hace ya hace más de 20 años desde los acercamientos entre Chávez y los regímenes dictatoriales del fundamentalismo islámico, tanto con los difuntos Kadafi y Sadam Hussein, como con sus proyectos secretos de cooperación con Ahmadinejad, fue creando asociaciones con otras culturas, muy lejanas a la nuestra. 

En la misma línea de comentarios y para situarnos hoy en 2020, cuando ya hemos pasado a ser un país que ha aceptado ser ocupado por fuerzas de otra nación, no debe extrañarnos los intercambios de lingotes de oro por armas y petróleo con Turquía, o ver cómo las narcoguerrillas de las FARC y el ELN se mueven libres por el territorio nacional, así podemos permitirnos divisar una fila de tanqueros iraníes intentando apuntalar la destruida empresa petrolera nacional, y siempre en el afán de desmarcarse de los Estados Unidos según los dictámenes de Cuba. Así, hemos escuchado por radio- televisión ya no hay- las exaltadas declaraciones del vicepresidente connotado líder de Hezbolláh, profundizando al aire las relaciones de Venezuela con Irán. 

Como dijera Toro Hardy “Por primera vez estamos tomando partido. Eso implica que en adelante ya no seremos percibidos como una parte de la solución, sino que más bien seremos tratados como una parte del problema”…
 Así pues, los tanqueros llegaron ya, y no llegaron, como decían antes, bailando cha cha chá… Más bien les recordaré lo que nos decía mi primo Ernesto: “Que oiga quien tenga oídos”…
Maracaibo, lunes 1 de junio del 2020.

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