sábado, 14 de marzo de 2020

El embrujo de Shanghai




Hace una semana, en el canal Antena 3 de la TV española, el domingo a las 10:30 pm volví a ver una película dl cine español, y personalmente recordé haberla visto hace varios años tras haber leído la novela homónima de Juan Marsé. En marzo de 2017, hablé sobre esta película en el blog (https://bit.ly/32KN2fy) y francamente como la primera vez que la vi y me gustó mucho. En esta ocasión quiero volver a compartir mis impresiones con ustedes.
La novela de Lowry Bajo el volcán, (https://bit.ly/3cQz1kW) fue convertida por Cabrera Infante en un brillante guión y filmada luego por John Huston. Esto no es lo habitual en las películas de obras literarias. El hecho que coincide con la impresión de Vicente Molina Foix, quien ha afirmado que con la excepción de Shakespeare, y de Gustave Flaubert, Juan Marsé “es el único autor capaz de trasladar más de una versión de su libro propio a otro medio”. Marsé lograría este difícil cometido con la película de El embrujo de Shanghai en la cual tuvo la suerte de estar presente y hay constancia de su trabajo por la publicación de su largo guión perteneciente al limbo del cine invisible ya que la película que iba a ser dirigida por Víctor Erice, por desavenencias con Andrés Vicente Gómez el productor, terminaría dirigida por Fernando Trueba quien en realidad no utilizaría el guion escrito y preparado por Erice.

Juan Faneca Roca, nació en Barcelona en 1933, y tras la muerte de su madre en el parto fue adoptado por un matrimonio, de quienes tomó sus apellidos, pasándose a llamar Juan Marsé Carbó. Inició su carrera literaria en 1958 con unos relatos que aparecerían en las revistas Ínsula y El Ciervo. En 1959 obtuvo su primer premio literario, el “Sésamo de cuentos” por su relato Nada para morir y dos años más tarde publicó su primera novela Encerrados con un solo juguete. También en 1959 se instaló en París, ciudad en la que residiría hasta 1962 como profesor de español, traductor y mozo de laboratorio en el Departamento de Bioquímica Celular del Instituto Pasteur. Regresó a Barcelona, donde colaboró con el mundo publicitario, de una empresa editorial y fue guionista cinematográfico. Como periodista ha sido redactor jefe de la revista Boccaccio y colaborador de la revista Por favor, en la que llegó a ocupar el puesto de jefe de redacción. Se casó en 1966 con Joaquina Hoyas, de la que tendrá dos hijos, Alejandro en 1968, y Berta en 1970; en este mismo año aparecería su novela La oscura historia de la prima Montse, donde están las claves del universo literario que ha seguido cultivando hasta el presente. La década de los 90 supone la consagración definitiva del escritor barcelonés. En 1990 recibe el Premio Ateneo de Sevilla por El amante bilingüe; en 1994 le conceden por El embrujo de Shanghai el Premio de la Crítica


“El embrujo de Shanghai” (1993), su novela que fue galardonada con el Premio Nacional de la Crítica y el Aristón, y llevada al cine por Fernando Trueba en 2002, es relatada por Dani, un joven que comparte con Susana la ausencia de un padre que murió en la guerra y donde ella, como una odalisca presa en un castillo, será su primer amor que lo marcará para siempre. Cuando el capitán Blay le encarga a Dani para hacer un retrato de Susana, él encuentra por fin la manera de llegar a la torre donde está recluida su princesa enferma de tuberculosis. Forcat aparecerá como un personaje envuelto en el misterio de poseer extraños poderes y guardar graves secretos, y les narrará a los jóvenes la historia de Kim, (el padre ausente de Susana, y también el padre idealizado por Dani). Kim y sus aventuras en Shanghai, pasarán a ser las un personaje imaginario especie de un héroe de tebeo y será entonces cuando aparecerá Mascaró, apodado el Denis, la nube negra, detonante de la violencia que los envolverá haciéndolos víctimas de una tragedia. 

Marsé es experto en el arte de narrar como muestra sus novelas Si te dicen que caí (1973); La muchacha de las bragas de oro (1979); Un día volveré (1982); Ronda del Guinardó (1984); El fantasma del cine Roxy (1985); La fuga del río Lobo (1985); Teniente Bravo (1986); El amante bilingüe (1990); El embrujo de Shanghai (1993); Rabos de lagartija (2000); Cuentos completos 1957-1994 (2002); La gran desilusión (2004); Canciones de amor en Lolita's Club (2005);Caligrafía de los sueños (2011). Cuando Trueba, escribió su propia adaptación de El embrujo de Shanghai, Marsé estuvo allí para filmar con él dos embrujos distintos. Marsé pudo leer la atrevida trasposición al papel firmada por Erice, y a continuación sentarse en los cines para ver la hermosa película que Trueba extrajo de las páginas de su novela. Ganadora del Goya 2002, con premios a la mejor dirección artística para Salvador Parra; mejor diseño de vestuario para Lala Huete y premio al mejor maquillaje y peluquería ganado por Gregorio Ros y Pepito Juez. 

El embrujo de Shanghai representa ese arte de crearnos ilusiones que nacen en la pantalla del cinematógrafo. Marsé, Erice y Trueba, con una gran dosis de lirismo nos presentarían la fachada del cine de barrio y su taquillera rubia con la angustia del franquismo, y el hirsuto el capitán Blay en un armario cual ogro benéfico de un cuento, y sentimos como el niño Dani la primera vez que con él descubrimos voluptuosamente a Susana, la odalisca tuberculosa. Uno de los grandes logros de Trueba fue desarrollar sutilmente su película a partir de la mirada del niño, que no ve nada diferente a lo que observamos todos, excepto Shanghai que resulta ser una falsificación interesada de lo real, eso que se llama un ensueño. Erice en su libreto decidió mostrar a Shanghai en unos simulacros de postales y novelitas populares, y Trueba abordará a Shanghai ayudado por ese artista de la luz que es López-Linares construyendo atmósferas, temperaturas, en blanco y negro que hacen confluir armónicamente las dos vías dramáticas de esta fiel adaptación de la novela de Marsé. Los discrepantes relatos oídos sobre el asesinato al final destacarán la figura del capitán Blay con toda la gracia que Fernán-Gómez aportó siempre a sus interpretaciones. Marsé creó una crónica de lo que era la podredumbre moral de la posguerra, y un personaje que representa la conciencia que emerge como un referente entre las fantasiosas tragedias de la Guerra Civil, las apariciones y desapariciones de los maquis, desde el otro lado de la frontera, con las historias de sus aventuras que era lo único que animaba el ambiente gris de la posguerra, la de los exiliados y sus mutiladas familias viviendo bajo la égida del dictador Franco. 
Maracaibo, sábado 14 de marzo de 2017

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