lunes, 23 de abril de 2018

Sobre El Gabo y sus escritos



Sobre El Gabo y sus escritos

La prosa de García Márquez puede perseguirse desde su niñez en Aracata (1928) en una secuencia que tempranera la vemos iniciase con “La hojarasca”(1955) dando a luz un episodio premonitor lleno de lirismo de su niñez sin que incursione todavía en el real y maravilloso mundo de lo fantástico, y será de un fragmento del manuscrito de “La hojarasca” como veremos nacer, chispeante y luego a cántaros, la lluvia que Isabel verá caer sobre Macondo. “Isabel viendo llover en Macondo”(1958) aquel aguacero de cuatro días trasmutado en algo de ensueño que abrirá un paréntesis en la vida de El Gabo. Como consecuencia de un reportaje periodístico sale García Márquez exiliado a París para escribir allá “La mala hora”(1961). Inicialmente titulada “cinco minutos de silencio” donde todo un pueblo conmocionado por la aparición de pasquines nocturnos que acusan a los vecinos de pecados, incitan a la autoridad para conducir hasta la muerte a un joven en medio de una atmósfera cargada de ambigüedad que habrá de preceder a “Los funerales de Mamá Grande”(1963) y desde allí, plena de hiperbólica fantasía habrá de ver la luz su magistral “Cien años de soledad”(1967). García Márquez afirmaría entonces con sobrada razón, quela literatura es el mejor juguete que se ha inventado para burlarse de la gente”.

Después habrían de venir, “La increíble historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada”(1972), “El otoño del patriarca”(1975), la “Crónica de una muerte anunciada”(1981), y “El amor en los tiempos de cólera”(1985). Será sobre la creación de “Cien años de soledad” de lo que quiero brevemente conversar en este breve recuento de la narrativa de nuestro admirado premio Nobel. Más explícito no podría ser si utilizo sus propias palabras dadas a conocer por su amigo mexicano Carlos Fuentes al decidirse a sentarse a escribir aquel proyecto que le había tomado 17 años para madurarlo y que redactaría en 14 meses:Jamás he trabajado en soledad comparable, no siento más punto de referencia que quizás Rebelais, sufro como un condenado poniendo a raya la retórica, buscando las leyes como límite de lo arbitrario, sorprendiendo a la poesía, cuando la poesía se distrae y peleándome con las palabras”.

Finalizaré esta breve nota citando las palabras que Carlos Fuentes le escribiera a su amigo Julio Cortázar quien en ese entonces residía en una remota aldea en el sur de Francia.Querido Julio: te escribo en la necesidad imperiosa de compartir mi entusiasmo. Acabo de leer Cien años de soledad…  …“he leído el Quijote americano, un Quijote capturado entre las montañas y la selva, privado de llanuras, un Quijote enclaustrado que por eso debe inventar al mundo a partir de cuatro paredes derrumbadas. ¡Que maravillosa recreación del universo inventado y reinventado!¡Que prodigiosa imagen cervantina de la existencia convertida en discurso literario, en pasaje continuo e imperceptible de lo real a lo divino y a lo imaginario!”

Maracaibo 22 de abril, 2018

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