La pesadilla
La pesadilla (The Nightmare),
también conocida como El íncubo, es un cuadro de Johann Heinrich Füssli, pintor suizo establecido en Gran Bretaña quien hizo varias versiones sobre el tema, siendo la más famosa la de
1781, perteneciente al Institute of Arts de Detroit, Estados Unidos. Existe otra de
1790-91 que se encuentra en el Museo
de la Universidad Goethe de Fráncfort del Meno en Alemania. Aprovecho para hacer algunos breves
comentarios sobre este artista, y de sus “pesadillas” ya que el 30 del pasado
mes de diciembre, mostré una de las pesadillas como portada del libro “Siete noches y siete conferencias” de
Jorge Luís Borges (bit.ly/2CsaJMy) con una
mujer dormida poseída por un íncubo, demonio que se presenta en sueños de tipo
erótico, apareciendo en segundo plano la cabeza de un caballo de aire fantasmal
que contempla la escena.
Johann Heinrich Füssli (Zúrich, 1741- Londres, 1825) dibujante, pintor, historiador del arte y
escritor suizo, establecido en Gran Bretaña, donde sería reconocido como Henry
Fuseli, un pintor de estilo manierista, entre el neoclasisismo y el romanticismo, hizo esta obra (“La pesadilla”) inspirándose en el Sueño
de Hécuba de Guilio Romano, o en el Sueño de Rafael, de Marcantonio Raimondi. La fisonomía de la mujer pintada corresponde a
Anna Landoldt, sobrina de su amigo Johann Caspar Lavater, por la que el pintor sentía una
gran pasión. Esta, “La pesadilla”, es una de las obras más emblemáticas de este
pintor, y refleja uno de los temas preferidos a lo largo de su obra (satanismo,
horror, miedo, soledad, erotismo). Füssli recrea en esta obra un mundo nocturno
y teatral, con fuertes contrastes lumínicos, que inspirará toda la imaginería
satánica del siglo XIX. Su título en alemásn, Nachtmahr, era el nombre del caballo de Mefistófeles.
“La pesadilla” de Füssli presenta un aspecto que
se ha considerado contradictorio: mientras la superficie del cuadro y la
técnica, parece hablarnos de mesura y contención, los tintes fríos y dramáticos
y el mundo de sus personajes nos sumergen en un mundo fascinante y horrible,
fiel expresión de la poética, tan británica, de lo sublime. Su atmósfera de ensueño, su
alusión al mundo de íncubos y demonios de la tradición inglesa, el aire de un
erotismo de pesadilla, convierten la obra en un antecedente del surrealismo.
Maracaibo 8 de abril, 2018
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