El misterio del hobbit de
Flores
El hallazgo de un homínido de apenas un metro de
estatura y el cerebro del tamaño de un chimpancé que vivió en la isla de Flores
(Indonesia) hace miles de años desconcertó a los científicos desde el año 2004 cuando
se dio a conocer y abrió un debate que aún hoy sigue candente. Los hobbits son
una raza ficticia de seres antropomorfos que pertenece al legendarium del
escritor británico J. R. R. Tolkien. La simple presencia del “hobbit de Flores”
en una isla perdida de Asia a la que nadie sabe cómo llegó, es un enigma por
sus extrañas características y su misteriosa desaparición. Estos hobbits de la
isla, tenían un cerebro del tamaño de un chimpancé, medían un metro y estaban
bien adaptados a su entorno. Cazaban elefantes enanos, grandes roedores, y
fabricaban herramientas a veces difíciles de distinguir de las de Homo sapiens.
Este «Homo floresiensis» al que pronto bautizaron con el apodo de
«hobbit», en un guiño a Tolkien, se ha dicho que era un Homo erectus que «se encogió»
para adaptarse a la vida en una isla, o quizás que se trataba de un Homo
Sapiens que sufría de síndrome de Down o de algún trastorno genético...
Desde que en 2004 se anunció al mundo el
descubrimiento de un nuevo pariente humano llamado Homo floresiensis, el
hobbit, como lo bautizó el geocronologista Bert Roberts, ha provocado uno de
los debates más interesantes sobre evolución humana del último siglo. En un
lado, quienes opinan que se trata de una especie de ancestros de los Homo-erectus que al vivir en una isla,
habían evolucionado hasta convertirse en unos homínidos de menor tamaño, pero
muy inteligentes a la vista de los útiles encontrados junto a ellos; en el
otro, los que veían simplemente una especie de humano moderno similar a los
pigmeos actuales, o incluso una persona con síndrome de Down. Antonio Rosas,
investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC afirma que el
nuevo hallazgo no cambia en lo fundamental el debate, que mantiene su interés. Existe
la posibilidad de una convivencia con humanos. Datos recientes, dan pie a
pensar que los Homo floresiensis podían haber convivido con los sapiens.
Esta hipótesis coincidía oportunamente con una antigua leyenda de la isla de
Flores que hablaba de unos seres pequeñitos y podía ser una memoria histórica
de aquella convivencia entre especies humanas.
A raíz de las excavaciones
realizadas por el Australian Research Council entre 2007 y 2014 se hicieron
nuevas investigaciones publicadas en marzo de 2016 en la revista Nature que retrasaron la fecha de
extinción del H. floresiensis a 50
000 años atrás, coincidiendo con los años de expansión del H. sapiens en la zona.
Bert Roberts, profesor de la Universidad de Wollongong y coautor del nuevo
estudio dijo: “aún no tenemos pruebas de que hubiese humanos modernos en Flores hace
50.000 años”. “La evidencia más antigua de humanos modernos
en Flores es de hace unos 11.000 años, pero sabemos que estaban en otras islas
de la región mucho antes y que llegaron a Australia hace 50.000 años”,
continuó el investigador australiano: “al menos en Australia, las pruebas apuntan a
que los humanos desempeñaron un papel decisivo en la extinción de animales
endémicos gigantes, así que: ¿fue Homo floresiensis otra baja del avance de nuestra especie? Esta es una posibilidad que
consideramos seriamente, pero necesitamos pruebas sólidas para demostrarla”,
concluyó.
Los especialistas creen que como
consecuencia del limitado aporte alimentario de la Isla de las Flores, la
población de Homo-erectus llegada al territorio de la isla de Flores
hace 500 000 años sufrió un fuerte enanismo isular, una forma de especiación geográfica también presente
en la isla en otras diversas especies. Los investigadores sospechan, sin embargo, que esta
especie pudo haber sobrevivido mucho más tiempo en otras partes de la isla de
Flores hasta llegar a ser el origen y la fuente de las historias sobre los Ebu-gogo contadas entre los lugareños.
Se dice que los Ebu-gogo eran
cavernícolas pequeños, de pelo largo especialmente en la cabeza y torso, con
rostro simiesco y de lenguaje pobre, y presentarían el tamaño de H. floresiensis. Se creía ampliamente
en su existencia en la época de la llegada de los holandeses hace quinientos
años, e incluso algunas historias dicen que estas extrañas criaturas fueron
vistas hace tan sólo un siglo. Del mismo modo, en la isla de Sumatra circulan
leyendas sobre un humanoide de un metro de altura, el Orang Pendek, aunque son pocos los investigadores profesionales que
las toman en serio, recibiendo más atención de la autodenominada criptozoología
(disciplina cuyo enfoque suele ser pseudocientífico). Los investigadores del
hombre de Flores, han señalado que el Orang
Pendek y otros humanoides salvajes del folclore de Asia sudoriental podrían
estar relacionados de algún modo con relatos sobre antiguos encuentros con Homo floresiensis u otros homínidos
enanos aún desconocidos.
Maracaibo, 4 de julio 2017
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