domingo, 13 de abril de 2025

Patología ultraestructural (2)


De manera que como lo señaláramos en el artículo de ayer en este blog lapesteloca, el modelo experimental propuesto para investigar el daño-intrauterino, con el virus de la EEV fue aceptado y publicado en el Boletín de Patología Comparada del Instituto de Patología de las Fuerzas Armadas de EUA, y ya en 1981 en Infection & Immunity (EUA) saldría la información sobre las lesiones tempranas de fetos y placentas observadas utilizando también la inmunohistoquímica.

Igualmente se examinó con el ME la activación de la toxoplasmosis cerebral en ratas Sprague Dawly y publicamos en Acta Médica Venezolana el estudio ultraestructural de algunos casos de amibiasis cerebral y de encefalitis granulomatosa amibiana.

En 1981, un par de trabajos con el ME marcarían un hito de gran relevancia; uno de ellos el estudio experimental en bovinos sobre la ultraestructura del tejido nervioso de la médula espinal de animales afectados por rabia paralítica, el trabajo logrado con la colaboración del médico-veterinario profesor de LUZ Claudio Maldonado Álvarez señalaría detalles inéditos sobre la alteraciones de las neuronas ante la acción del virus de la rabia; en otro trabajo, menos experimental demostraríamos con el ME de Transmisión y el ME de Barrido el poder de penetración de las pseudohifas de Candida Sp y la división intracelular de las esporas en las células del epitelio vaginal en material de citología vaginal humana.

Durante los años 1982-1984 se publicó un estudio sobre la ultraestructura de 15 timomas y se examinaron los detalles ultraestructurales de los tumores malignos de células redondas, del tumor odontogénico epitelial calcificado, del tumor de células gigante maligno de los tejidos blandos, y las pápulas perladas del pene. Entre 1983 y 1989 se publicaron nuevamente trabajos sobre el VPH y sus efectos en la neoplasia epitelial vulvar, se revisó nuevamente la ultraestructura del VPH y el cáncer ginecológico y en ActaCytologica (EUA) se describieron cambios ultraestructurales en las células descamadas durante la infección con VPH. El año, 1986 se publicaría un trabajo experimental importante sobre el efecto del virus de la EEV utilizando la cepa TC83, menos virulenta que la Guajira por ser la usada para la vacuna.

En 1988 y 1989 se publicarían dos importantes trabajos sobre tumores cuya morfología no estaba clara y en los que la ultraestructura ayudaría a dilucidar su origen; la fasciitis pseudosarcomatosa que resultaba ser una lesión de miofibroblastos y el hemangioendotelioma epitelioide, una lesión descrita por Sharon Weiss y Enzinger que simulaba ser una neoplasia epitelial. Estábamos ya viviendo la pandemia del SIDA y comenzaríamos a publicar nuestra experiencia con la ayuda del ME en las autopsias y las biopsias de estos enfermos; inicialmente sobre 50 autopsias y luego señalando la importancia que la inmunohistoquímica estaba aportando a los estudios ultraestructurales, para describir casos de Herpes, cuando ya teníamos 404 autopsias de SIDA examinadas sobre las infecciones micóticas oportunistas y sobre 69 biopsias hepáticas y la patología pulmonar en el SIDA.

En 1992 se publicó un estudio clínico, histológico y ultraestructural sobre la anemia drepanocítica y las lesiones hepáticas en esta patología, y 34 casos de tumores pediátricos epiteliales y mesenquimáticos, e igualmente se examinaron 17 casos de rabdomiosarcomas con el ME. Tras reportar un nuevo caso de encefalitis granulomatosa amibiana en una revista alemana, publicaríamos un estudio sobre el aporte del ME en las biopsias endomiocárdicas en particular en la cardiomiopatía dilatada y posteriormente en 1997 sobre la ultraestructura pulmonar en la proteinosis alveolar. Finalmente tuvimos la oportunidad de examinar con el ME muestras de cultivos celulares de humanos infectados con el virus de la EEV en otra epidemia de encefalitis acaecida en el Zulia en 1995.

Los costos de los estudios con el ME se habían hecho muy elevados, y la inmunohistoquímica había venido afortunadamente a resolver casi todos los problemas de diagnóstico para los cuales antes dependíamos del ME.

En 1997 me tocó tener que sepárame de mi trabajo en la Sección de Microscopía Electrónica del Instituto Anatomopatólogico de la Facultad de Medicina y tuve que pasar a la condición de Profesor Jubilado, en la Universidad Central de Venezuela. Me hubiese gustado que las numerosas personas que trabajaron en estas lides y se involucraron en los estudios ultraestructurales de nuestra patología pudiesen ser coautoras de un trabajo como este, que resumiese tanta actividad docente y asistencial, pero no puede ser posible… Ellos estarán presentes en las referencias bibliográficas y guardaré siempre un recuerdo muy especial para el personal técnico y para los entusiastas médicos residentes que durante sus años de preparación para hacerse patólogos intervinieron en tantos casos, aprendiendo y enseñándonos a todos.

Sin embargo, sin que por ser los últimos dejen de ser importantes, debo para terminar, referirme a otras publicaciones que seguirían naciendo del estudio ultraestructural de los tumores, ahora acompañados usualmente de la correlación inmunohistológica. Ese mismo año 1997, publicamos un detallado trabajo en Investigación Clínica (Ven), la revista del Instituto de Investigaciones Clínicas de la Universidad del Zulia, con el título de: Aplicación de la Microscopía Electrónica de Transmisión y la inmunohistoquímica al diagnóstico de los tumores malignos.

Fue esta la manera de iniciar una serie de publicaciones sobre la patología de los tumores con los resultados del estudio ultraestructural e inmunohistoquímico, como fueron los publicados sobre el Tumor murino transplantable, el Fibosarcoma congénito y el Glioblastoma Multiforme congénito, el Tumor de Askin, la Nesidioblastosis y tambien el estudio ultraestructural del Pneumocistis carinii y un trabajo sobre la aplicación del ME al estudio de la patología microbiológica del SIDA. En el año 2001 el Dr David Mota y colaboradores publicarían sobre la ultraestructura e inmunohistoquímica del carcinoma medular de tiroides.

Para concluir, debo señalar que en la Revista Vitae Academia Biomédica Digital, de la Facultad de Medicina, de la Universidad Central de Venezuela pudimos continuar publicando una larga serie de trabajos sobre la inmunohistoquímica (IHQ) de los tumores. Estas publicaciones no corresponden a trabajos directamente hechos con el ME, exceptuando uno de ellos, el de José Rafael Tovar, Eduardo Caleiras y mi persona sobre la ultraestructura del virus del Dengue en humanos, único trabajo publicado con este tipo de material utilizando el ME.

Sin embargo, algunas de las publicaciones en VITAE Academia Biomédica Digital, pueden servir de ayuda al examinar el diagnóstico diferencial de los tumores bajo los criterios que nos ofrece la IHQ, ya que para corroborar los diagnósticos, aplicaríamos en cada caso, cuanto habíamos aprendido sobre la ultraestructura de las neoplasias.

Maracaibo, domingo 13 de abril del año 2025

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