sábado, 12 de abril de 2025

Patología ultraestructural (1)


En 1933, los doctores Ernest Ruska y Max Knoll, un físico y un ingeniero eléctrico, inventaron el microscopio electrónico (ME), de acuerdo con lo que relató el mismo Ruska en su autobiografía. Ambos comercializarían su invento en el año 1939, lo que les valdría para que, en 1986, le otorgasen a Ruska el Premio Nobel de Física.

Ambos investigadores habían logrado a través de lentes electromagnéticas hacer con el chorro de electrones lo que las lentes de vidrio hacían con la luz, e impregnando los tejidos con metales pesados los observarían en una pantalla pudiendo fotografiarlos. El ME de transmisión se perfeccionaría con los avances tecnológicos que les aportaron algunas substancias maleables y endurecidas como el metacrilato y las resinas epoxy capaces de penetrar en las células sin distorsionar su arquitectura interna.

Con el invento de cuchillo o bisturí de diamante de Fernández Morán se lograron las secciones ultrafinas necesarias para poder observar con el ME estructuras moleculares avanzando de la resolución de una micra con la luz a 50 nanómetros, y cada vez menos con el chorro de electrones. El progreso de la Biología con este invento fue vertiginoso y áreas como la Botánica y la Medicina se favorecieron de inmediato.

En 1968, los doctores Juan Rosai y Héctor Rodríguez, entonces jóvenes patólogos formados bajo la tutela del profesor Lauren Ackerman en la Universidad George Washigton de St. Louis Missouri, publicarían un artículo en el American Journal of Clinical Pathology, con el título de “Application of electronmicroscopy to the differential diagnosis of tumors”. Desde ese entonces, se le daría la importancia al ME para utilizarlo como un arma con poderes diagnósticos en el estudio de la patología tumoral humana.

Después la publicación de Rosai y Rodríguez sobre el uso del ME para diagnosticar con mayor precisión los tumores, las publicaciones internacionales en revistas calificadas sobre el tema, comenzarían a aparecer cada vez con mayor frecuencia. En un desconocido paralelismo, entre 1969 y 1997, la historia de dos microscopios electrónicos en nuestro país y sus repercusiones hasta la actualidad (2025), puede servir para mostrar cómo, durante más de 30 años se desarrolló la patología ultraestructural tumoral y la investigación microbiológica ultraestructural utilizando el ME en la patria de Fernández Morán.

El 19 de abril de 1948, el doctor Pedro Iturbe había logrado inaugurar el Sanatorio Antituberculoso de Maracaibo, dedicado al aislamiento y tratamiento de pacientes tuberculosos. Años más tarde, con la aparición de nuevos tratamientos para la enfermedad el doctor Iturbe, iniciaría paulatinamente la transformación del Sanatorio en Hospital General. En 1969 se instalaría un microscopio electrónico como una dependencia del Servicio de Anatomía Patológica de esa institución. El doctor Iturbe lograría un ME JEM7A a través de una donación y con el asesoramiento del doctor Humberto Fernández Morán se instalaría el equipo y desde los estudios iniciales sobre la patología comenzarían con gran actividad en eventos científicos del país y del extranjero y con sus publicaciones. En marzo de 1971 se realizó en Maracaibo el Primer Simposio Venezolano sobre Patología Ultraestructural con invitados de Colombia, Argentina, México, Estados Unidos y patólogos de Caracas y virólogos del IVIC.

Ese año 1971 se realizó también el VIII Congreso Latinoamericano de Patología en Maracaibo, un evento donde se presentaron numerosos trabajos sobre la patología ya examinada con el ME. Los trabajos de investigación del Laboratorio de ME estuvieron encaminados a examinar los epitelios de la piel y del cuello uterino, para investigar sobre el carcinoma epidermoide, ya que el del cérvix, era la primera causa de muerte por cáncer en las mujeres venezolanas y así se mantuvo durante el pasado siglo XX.

La identificación de partículas virales en el exudado vaginal de pacientes y el estudio colposcópico, histopatológico y ultraestructural de lesiones en cérvix y vagina, demostradas por JT Núñez Montiel y J García Tamayo, fueron presentados como trabajos libres en el IX Congreso Latinoamericano de Patología, Mérida Yucatán México, en octubre, 1973, publicados como resúmenes del evento en la Revista de la Sociedad Latinoamericana de Patología. Tras la muerte de JT Núñez Montiel, fueron publicados en Acta Médica Venezolana el año 1978 demostrando por primera vez la importancia del virus del papiloma humano (VPH) en el cáncer cervical.

El ME de alta resolución permitiría el estudio de otros agentes virales y de protozoarios que afectaba a la población en el occidente del país, y llevaron a producir las primeras publicaciones sobre la ultraestructura del virus de la encefalomielitis equina venezolana (EEV), del virus de la rabia, y de la tricomona vaginalis. Colaborando con la Facultad de Veterinaria de la Universidad del Zulia, sobre la ultraestructura de sangre periférica en animales.  En 1966 se amplió con la identificación de amibas de vida libre del género Acantamoeba y se publicarían en 1978, en la Revista Acta Cytologica (EUA) más observaciones sobre la ultraestructura de la tricomona vaginalis.

Entre 1978 y 1980 utilizando el ME del Instituto Anatomopatológico en la Universidad Central de Venezuela formalmente se comenzó la publicación de trabajos sobre la patología ultraestructural tumoral, publicados inicialmente en una revista venezolana vigente para la época y otros cuatro, en revistas de Patología en México y en España estudios sobre tumores musculares, de células germinales, sarcomas de hueso y un tumor de la grasa parda caracterizado por la apariencia de sus activas mitocondrias, el Hibernoma.

El ME pasó a ser además de un arma diagnóstica, un instrumento de enseñanza para los residentes del postgrado de Anatomía Patológica en la Universidad Central de Venezuela, Se hizo común utilizar el llamado “retrospectoscopio” para señalar como se podía ir de las láminas coloreadas con hematoxilina y eosina al descubrir con el ME los filamentos, microvellosidades, gránulos, luces y densidades en las células tumorales que la ultraestructura trasformaba en estructuras precisas valederas para asegurar los diagnósticos histopatológicos.

Con el Departamento de Virología de IVIC y en trabajos experimentales demostramos la respuesta inmune y la ultraestructura del sistema nervioso central (SNC) en el fenómeno encefalítico experimental inducido por el virus de la EEV. Las investigaciones estaban dirigidas hacia la búsqueda de un modelo experimental para demostrar el daño intrauterino provocado por el virus. Se logró que las ratas sobrevivieran a la inoculación con la cepa Guajira, gracias a Carreño y Esparza y los resultados de la ultraestructura del SNC en las ratas sobrevivientes se publicarían en una revista de Gran Bretaña en 1979.

NOTA: este trabajo continuara y finalizara mañana.

Maracaibo, sábado 12 de abril del año 2025


No hay comentarios: