En México son tradicionales los
moles, que son unas salsas típicas preparadas con chile y especias; los más
populares son el mole rojo y el verde, pero hay más, y entre ellos destaca
el mole negro, que es uno de “los siete moles”, elaborados en el Estado de Oaxaca. Fuera de
Oaxaca es conocido como “mole oaxaqueño”.
Tiene un sabor ligeramente picante tirando a dulzón. Es un plato común en
diferentes fiestas y celebraciones. Se suele servir acompañando a la carne de
guajalote (pavo) o pollo, con tortillas o con tlayudas (que son las tortillas
de maíz típicas de Oaxaca).
La historia del mole, pareciera ser
leyenda, ya que hay diversas versiones sobre su origen. En los tiempos
remotos de la América prehispánica, los aztecas preparaban mezclas
con chiles, jitomate, cacao y especias, que daban como resultado unas salsas a
las que llamaban “mulli”, término del cual derivaría la palabra “mole”. Cuentan
que estos mullis servían de ofrenda a los dioses. Con el tiempo, la preparación
de estas salsas fue evolucionando y cruzándose con las aportaciones en ingredientes
y especias de los conquistadores españoles.
La evolución del mole, está ligada
a la de los conventos que se construyeron en México, tras la conquista del
nuevo mundo. Según una de estas versiones, una monja del Convento
de Santa Rosa, en Puebla, dio con el sabor del mole poblano al moler
en un metate diferentes chiles y otros ingredientes. La versión tiene una
variante ampliada, con nombre y apellidos pues se trata de Andrea de la Asunción
quien habría sido la monja dominica que, por inspiración divina, creó el mole
para agasajar al virrey Tomás Antonio de Serna, que según cuentan quedó muy
complacido con esta deliciosa preparación.
Existe otra versión según la cual
el origen del mole fue producto del despiste e un fraile,
Fray Pascual Bailón, quien no era
Pascual Baylón Yubero (nacido
en Torrehermosa, España,
en mayo de 1540-y fallecido en 1592) Baylón Yubero es venerado como santo por
la Iglesia católica con
el nombre de san Pascual Bailón o Baylón y la tradición popular
afirma que orando experimentaba tanta alegría que muchas veces se ponía a
bailar, pos este, el del cuento del mole, es otro fraile bailón.
Cada región de México tiene su mole
(casi como las de Polar en Venezuela) y en las regiones se le ha ido dando a
sus moles, su propio carácter y según cuentan fue de esta forma, como surgió el
mole negro en Oaxaca. Un fraile mexicano, era cocinero de un convento poblano,
y estaba nervioso por la visita de Juan Palafox y Mendoza, virrey de la Nueva
España y del arzobispo de Puebla. Entonces el fraile nervioso, se tropezó con la
cazuela donde se cocinaban unos guajalotes y de forma fortuita cayeron al guiso
chiles, chocolate, almendras y otras especias. Sin embargo, el virrey al
probarlo, quedó gratamente sorprendido por el sabor del nuevo plato.
El 21 de agosto de 1929 en la
ciudad de México, se casaron Frida Khalo y Diego Rivera. Se habían conocido
cuando ella tenía 15 años y él 35. Ella era una estudiante avezada y él ya era
célebre. Ella era menudita, y tenía apenas veintidós años de edad cuando decidió
unir su vida a este hombre enorme y gordo, de cuarenta y tres años, divorciado,
y para colmo, comunista. En aquella “fiesta” habría amantes y la primera de
muchas humillaciones en público para Frida.
Años antes, en 1922 mientras Diego
Rivera, entonces de 36 años, y ya un pintor famoso, pintaba un enorme mural en
el anfiteatro del centro donde estudiaba Frida Kahlo quien era apenas una
adolescente, una de las 35 mujeres entre los 2.000 estudiantes que se
preparaban allí para entrar en la universidad. Diego se paseaba en los
andamios, afanándose en su trabajo, mientras desde el suelo le acompañaba su
futura esposa, Lupe Marín, retratada en el mural como “la justicia”
y “la mujer”, dos veces con su melena negra… Frida se colaba para
observar al pintor, gastándole bromas infantiles como robarle comida de la
cesta o enjabonar las escaleras para que resbalase.
Frida hablaba con otras alumnas y declaró asombrándolas a todas: “Mi ambición es tener un hijo de Diego Rivera, y se lo voy a decir un día”. “Ya verás, panzón, ahora no me haces caso, pero algún día tendré tu hijo”, aseveró… La madre de Frida, era Matilde Calderón resentida porque sus padres no le habían dejado casarse con su primer amor y éste se había suicidado se casaría por despecho con Guillermo Kahlo, un judío alemán emigrado, viudo con dos hijas, a quien nunca llegó a amarle de verdad. Cuando se casó con Matilde las niñas fueron enviadas a un convento y una acabó metiéndose a monja.
La fiesta se llevó a cabo en una casa
en Coyoacán. La mamá de la novia estaba desconsolada ella tan católica y el
novio tan ateo y tan comunista, había hecho lo posible para evitar la boda… ¡El
demonio había entrado a su casa! El papá de la novia consolaba a su esposa
haciéndole ver que no era tan malo. Juntos se retiraron temprano de la fiesta.
Para sorpresa de todos, el platillo fuerte del banquete: el mole negro de Oaxaca fue preparado por Lupe Marín quien era la ex esposa de
Diego, la misma que había protagonizado varios escándalos debido a sus celos.
Su padre ya había hablado
directamente con Diego Rivera para hacerle una advertencia: “No olvide que mi hija es una persona enferma
y lo será toda su vida. Es inteligente pero no es bonita. Piénselo, y si a
pesar de todo desea casarse con ella, le doy mi consentimiento”. La misma
Frida Kahlo cuenta que se vistió para su boda gracias a su sirvienta, quien le
prestó una blusa, rebozo y una falda con la que se tapó bien su pierna, que no
estaba del todo sana por la polio que la afectó y el aparatoso accidente
sufrido unos años antes de casarse.
Además del mole negro de Oaxaca hubo otra serie de platillos mexicanos, chiles
rellenos, pozole, arroz, capirotada y pastel de bodas, para beber: pulque y
tequila, o en su defecto agua de frutas. Ya entrada la noche, Lupe Marín se
acercó a la novia, le levantó la falda y señaló sus piernas mientras gritaba
llamando a los invitados: ¿Ven estos
palos? ¡Esto es lo que tiene Diego ahora en lugar de mis piernas! La pobre
novia corrió a esconderse de las risitas burlonas y las exclamaciones incómodas
de los invitados que habían visto su pierna derecha adelgazada por la
poliomielitis.
La ex esposa de Diego, Lupe
Morín -con quien años después Frida consolidó una buena amistad- fue quien
preparó el delicioso mole negro de
la boda, y diría que se desquitó con su nueva esposa, molesta porque Diego no
le pagaba la manutención de las hijas que había tenido con ella. Así, con mole negro, fue la celebración matrimonial de Magdalena Carmen Frida Kahlo y de Calderón y
Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y
Barrientos Acosta y Rodríguez, hace ya 96 años.
En Maracaibo, resumido para
lapesteloca el lunes 7 de abril del año 2025
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