La maldición de Tutankamón
Tutankamón fue el faraón niño; el rey que murió a los 18 años, el mismo que restauró el politeísmo que había desplazado su padre Akenaton. Hay quienes aseguran que una inscripción tallada en el ingreso a la tumba del faraón decía: “La muerte vendrá con alas raudas a aquellos que osen perturbar la paz del rey”.
Howard Carter, el arqueólogo inglés que hacía más de dos décadas excavaba en las arenas y la historia de Egipto cuando el 4 de noviembre de 1922, Husein Abdel Rasul, un niño de 10 años que llevaba agua para los miembros de la expedición arqueológica, encontró una escalera y una puerta. Carter reconoció de inmediato que el hallazgo era prometedor. Le avisó entonces a Lord Carnavon, y aguardó con ansiedad a que éste llegara desde Londres junto a su hija, Lady Evelyn, para abrir la que se convertiría en la tumba más famosa y mediática del mundo. Lord Carnavon, era un egiptólogo apasionado, había sido el mecenas de la expedición, fue él quien patrocinó a Carter y siguió desde el castillo de Highclere los avances de la expedición.
Allí, en el Valle de los Reyes, enterrado entre el desierto y el río Nilo, intacto y ajeno al paso del tiempo y de los saqueadores, estaba el tesoro arqueológico más impactante de todos los tiempos. El 26 de noviembre 58 personas ingresaron a la tumba de Tutankamón para adentrarse en salas y pasadizos repletos de oro y toparse con una momia intacta. Era la momia del faraón niño. Aquel fue el día que marcó el principio del fin para varias de esas 58 personas…
Como preludio de la desgracia, el primer episodio sobrenatural ocurrió horas después del ingreso a la tumba. Amante de los animales, Howard Carter tenía un pájaro al que consideraba de buena suerte y que, con su canto, hacía las delicias del investigador y su equipo. Esa noche, mientras cenaban en la casa de Carter oyeron algunos ruidos inquietantes. Salieron y vieron que una culebra había matado al canario. La culebra era como las que aparecían en las coronas que habían descubierto apenas horas antes, aquellas que eran las serpientes protectoras del faraón.
La próxima muerte estaba cerca y fue Lord Carnavon quien la encontró el 5 de abril de 1923 en el lujoso hotel Savoy de El Cairo. Tan sólo de 56 años, oficialmente se habló de “una neumonía por erisipela”, una infección de la piel causadas por estreptococos y se dijo que mientras se afeitaba se había cortado una picadura de mosquito que tenía en la mejilla. Su hija contó que cuando murió, súbitamente se apagaron las luces de toda la ciudad. Fue un apagón general en El Cairo que nunca nadie supo explicar y que obligó a llevar velas a la habitación del difunto. En otra extraña y trágica coincidencia, su perra Susie, a la que le faltaba una pata y que tantas veces lo había acompañado a la tierra de los faraones, murió en Highclere en el mismo instante que su amo.
Fomentada por la prensa la difusión de la maldición contó con la desinteresada colaboración de Sir Arthur Conan Doyle, el escritor–espiritista en su tiempo libre- señalaría que la responsable de la muerte de Lord Carnavon, era la momia de Tutankamón. La sucesión de eventos desgraciados marcó los siguientes ocho años. En septiembre de 1923, mientras realizaba un tratamiento experimental para la ceguera, murió Aubrey Herbert, el hermano de Lord Carnavon. Para 1930, cuando ocho personas ya habían fallecido, Carter y su equipo de investigadores terminaron de estudiar la tumba de Tutankamón.
Hacia mitad de la década del ’30, ya eran 21 las personas vinculadas a la tumba que habían fallecido en extrañas –y muchas veces trágicas- circunstancias. En los años ’60, Muhammed Ibrahim, director del Museo, quiso frenar la salida de parte de los objetos de la colección hacia una muestra que iba a realizarse en París. Había soñado que si dejaban su lugar en Egipto, él sería responsable y lo pagaría. Presionado por distintos intereses, se vio obligado a firmar. Ese mismo día murió atropellado. Arthur Mace, el excavador que rompió el muro que permitió ingresar falleció poco después en El Cairo; y a Sir Archibald Reid, responsable de radiografiar a la momia, le sucedió lo mismo sorpresivamente debido a una enfermedad que avanzó muy rápido.
La mayoría de los venezolanos cree que la exhumación del sepulcro de Simón Bolívar, el 17 de julio de 2010 ordenada por Hugo Chávez, provocaría una “Maldición de El Libertador”, por haber profanado su tumba. Cuando en junio de 2010, Chávez anunció la insólita decisión de exhumar los restos de Simón Bolívar supuestamente con fines científicos”, un temblor estremeció todo Caracas y dobló la punta de una de las torres del Panteón Nacional, donde se ubica precisamente el cadáver del Libertador.La operación, donde participaron más de 50 personas, comenzó en la medianoche del jueves 15 de julio del 2010 y duró aproximadamente 19 horas (?) Se dijo que el objetivo de la exhumación era aclarar si Bolívar murió de tuberculosis, versión consolidada históricamente, o fue asesinado, hipótesis defendida por Chávez. Ya en el 2010, los venezolanos dijeron que la profanación había sido realizada en una noche de luna llena, de un día viernes. En los correos recibidos en esa fecha se informó que todos los que participaron lo hicieron de blanco, como suelen vestirse los babalaos. Con individuos que salían y entraban en el Panteón con máscaras blancas, como “científicos”. Abrieron el sarcófago pasada la medianoche, en la madrugada del viernes, día y tiempo preferidos para las ceremonias de santería de encantamiento mágico, “situación especial para hacer brujerías”...“La maldición alcanzó a un importante grupo de asesores de Hugo Chávez y la pava lo alcanzó también a él”.
Una secuela de muertes de los invitados a la exhumación fue confirmando las predicciones de que quienes participaron en ese acto serían alcanzados por la maldición de Bolívar; pocas semanas después de la exhumación murió víctima de cáncer el general Alberto Müller Rojas, uno de los asesores más íntimos del presidente. Le siguió Luis Tascón, de cáncer al colon, diputado famoso por una lista que revelaba a los que habían votado en contra de Chávez. A la muerte de Tascón le siguió Guillermo García Ponce, director del diario izquierdista Vea, quien también murió de cáncer. El mismo día de la muerte de García falleció el gobernador del Guárico, William Lara, ex diputado oficialista, en un extraño accidente donde su vehículo se volcó y cayó a un río. Así han seguido “cayendo como moscas”…
Se ha dicho y de buena fuente, que la verdadera intención de la exhumación fue crear una nueva figura histórica a través de un ritual con asistencia de babalaos cubanos, que contemplaban la unión de los huesos con los restos simbólicos de la amante de Bolívar, Manuelita Sánz, buscaba lograr la reencarnación en Chávez, convirtiéndolo así en el nuevo Prócer de la historia de Venezuela. El lunes 30 de abril de 2012, cuando Hugo Chávez se despedía de Venezuela para regresar nuevamente a Cuba para supuestamente recibir tratamiento para un cáncer, del cual no volvió con vida, ya se ha hablado de una sombra que pasó entre él y el retrato de Bolívar a su espalda. La gente entonces diría… “Yo no creo en brujas, pero de que vuelan, vuelan”…
Maracaibo, jueves 24 de junio, del año 2021
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