sábado, 17 de junio de 2017

“ATROCIDADES”




“ATROCIDADES”

La humanidad está viviendo unos tiempos difíciles. Bien podríamos decir que es esta una época de atrocidades; el mal llamado ejército del estado islámico conformado por fundamentalistas, fanáticos, siembra el terror en el mundo asesinando inocentes indiscriminadamente. Nuestro país sin vivir un conflicto armado padece por “atrocidades”, calificadas así por quienes comandan las fuerzas militares que las ejecutan contra el pueblo que inerme manifiesta en las calles. Esta tragedia que acogota al país nacional nos llena de impaciente tristeza al comprobar que tras casi 20 años de vivir en un proyecto que se llamó revolucionario y que pretendía llevarnos  a “el mar de la felicidad” (Chávez dixit), hemos superado la meta y tras igualarnos al “modelo cubano” ahora finalmente arribamos al mar. Hoy estamos ahogándonos en un mar, pero de sangre, la de decenas de jóvenes asesinados, de centenares de heridos, encarcelados y torturados por quienes deberían ser los protectores y defensores del pueblo. ¿Cómo explicar las razones que llevan a traicionar a la Patria y a pisotear la Constitución que juraron defender quienes se formaron para defender a sus compatriotas, los mismos que antes conociéramos orgullosamente como las Fuerzas Armadas venezolanas? 

En el transcurso de la historia, la humanidad ha visto utilizar diversas ideologías y religiones para justificar las atrocidades de guerras y etnocidios de todo tipo. Vienen a mi memoria los dibujos de Francisco de Goya y Lucientes, “Los caprichos” donde el sueño de la razón producía monstruos y recordé algunas cosas aprendidas leyendo a Christopher Hitchens (1949-2011), polémico escritor y periodista angloestadounidense quien escribió una vez, sobre una paradisíaca isla que se llamaba Ceilán y que ahora, es un país que cambió de nombre (¿Como el nuestro?), y se encuentra arruinado y desfigurado por la violencia y por la represión (¿Como el nuestro?)… Ahora se llama SriLanka. Lanka porque en cingalés era el nombre original de la isla y Sri que viene del budismo y significa “santo”. Los tamiles, quienes son hinduistas y viven en el norte de la isla prefieren llamar a su tierra “Eelam”; sus partidarios por un tribalismo étnico retaliador crearon una guerrilla que se especializó en el asesinato suicida como respuesta a los linchamientos multitudinarios (pogromos) de los budistas contra los tamiles, lo que desembocaría más tarde en el asesinato del primer presidente de SriLanka independiente a manos de un sacerdote budista.

Lo que nos está sucediendo en el país no tiene connotaciones ni características ideológicas, nacionalistas, o religiosas. Ante la silente complicidad de quienes se formaron como cadetes en la Academia Militar y luego ascendieron en los estamentos militares de teniente a capitán, de mayor a teniente coronel, y luego al generalato de las cuatro fuerzas militares que antes eran denominadas orgullosamente, las Fuerzas Armadas Venezolanas, sencillamente, permanecen silentes. Ellos presencian impávidos como se viola permanentemente y sin pudor alguno la Constitución nacional mientras el país yace sumido en una bochornosa corrupción, en niveles de hiperinflación que han llevado al desabastecimiento de medicinas y de alimentos con estadísticas espeluznantes y las más trágicas consecuencias, mientras quienes desde un partido político, siguiendo el plan trazado desde otro país, continúan controlando con “bozal de arepa” a los jefes que mandan a los “guardias nacionales” quienes aceptan en denominar “atrocidades” a las acciones que robando y asesinando cometen sus subalternos.

A mediados del siglo XX, un monje budista llamado Gudô Uchiyama  se hizo fanático del socialismo y consideraba que las doctrinas budistas y marxistas compartían el mismo ideal social. En 1907, el partido socialista japonés fue prohibido, y Uchiyama en 1909, condenado a siete años de cárcel y acusado de alta traición sería finalmente fusilado. Gudô crearía un Manual para los soldados imperiales, y sus seguidores, más cercanos al fascismo que al socialismo crearían un “budismo imperial” donde más adelante siguiendo a Nichirem Shoslen se transformarían en budistas zombis quienes se inmolarían en el “viento divino” de los kamikaze creyendo servir al Emperador, “Rey Sagrado y Timón de oro”. Ya en el siglo XXI vemos con preocupación cómo se inmolan los fanáticos yihadistas, mientras por acá, en lo que antes fuera “la tierra de gracia”, la guardia nacional venezolana sigue cometiendo “atrocidades” y protegiendo a paramilitares  armados para defender la permanencia en el poder de quienes descaradamente continúan violando la Constitución Nacional. Es ahora Cicerón y sus catilinarias lo que llega hasta mi mente… ¿Hasta cuándo? 

Maracaibo, 17 de junio del año 2017

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