Acercándonos al
Sol …
Las erupciones solares, con partículas
energéticas solares y perturbaciones geomagnéticas, se producen regularmente, y
se notan a través del Sistema de Posicionamiento Global (GPS), los satélites,
la aviación y la red de energía eléctrica. El astrónomo inglés Richrad Carrington,
fue el primero en observar la que hasta ahora es considerada la tormenta solar
más potente registrada en la historia. La tormenta solar en 1859, sería conocida como el “evento
Carrington”. La llamarada solar, denominada gran eyección de masa coronal y a finales del mes
de agosto se vieron auroras que llegaban hasta el norte de Colombia aumentando de
intensidad el 1 y 2 de septiembre, con
fallos de los sistemas de telégrafo en toda Europa y América del Norte.
Comenzando el mes de agosto cuando por toda Norte América desde Maine hasta
Florida, se vieron auroras boreales con intensas cortinas
de luz. En Cuba los capitanes de
barco registraron en los cuadernos de bitácora la aparición de luces cobrizas cerca del firmamento. En 1859 los cables del telégrafo, recién
habían empezado a funcionar en los Estados Unidos, y sufrieron cortes y
cortocircuitos que provocaron numerosos incendios, en Europa y en Norteamérica. Se
observaron auroras en zonas de latitud media, como Roma y Madrid e incluso en zonas de baja latitud como La Habana, y las islas Hawái
y ciudades de Colombia entre otras. Si una tormenta solar de estas dimensiones
se produjese en nuestros días, los satélites artificiales dejarían de
funcionar, las comunicaciones de radio se interrumpirían durante semanas y los
apagones eléctricos tendrían proporciones continentales.
En 1989, un transformador en Nueva Jersey quedó inutilizado dejando a
6 millones de personas en la provincia de Quebec (Canadá) sin energía eléctrica
a causa de una eyección de plasma solar. En una sociedad como la nuestra muy dependiente
de la tecnología, el caos
llegaría sin remedio. El año 2012,
una gran eyección de masa coronal (CME), fue probablemente más poderosa que el
famoso «evento Carrington» de 1859, cuando el Sol golpeó la atmósfera de la
Tierra dos veces lo suficientemente fuerte como para iluminar el cielo desde el
Polo Norte hasta América Central, permitiendo que los ciudadanos de Nueva
Inglaterra leyeran el periódico por la noche a la luz de las auroras. Un
bombazo solar rompió el escudo magnético de la Tierra nuevamente el año en 2015, y la nube de plasma lanzada por
el Sol golpeó nuestro planeta a 2,5 millones de km por hora, comprimió la
magnetosfera y provocó apagones de radio en muchos países. No es posible
predecir estos eventos, ni cuándo sucederán exactamente, ni con qué
intensidad nos golpearán. Sólo los vemos después de haberse producido y para
tomar las debidas precauciones el tiempo
de reacción es mínimo, de apenas unas horas. Comprender por qué el
Sol emite ocasionalmente esas mortíferas oleadas de partículas ayudaría a los
científicos a saber con antelación cuándo esas partículas solares golpearán la
Tierra y poder predecir el "tiempo espacial". Este
sería de gran ayuda para, desconectar las centrales eléctricas o poner en
marcha los protocolos de
emergencia entre la población.
Durante muchos años, los
astrónomos han estudiado el Sol desde la distancia. Ahora será la primera vez
que puedan hacerlo desde dentro de su ardiente atmósfera. La NASA para terminar
con estas peligrosas incertidumbres, se dispone a lanzar, entre el 31 de Julio
y el 19 de agosto de 2018, su nueva sonda Solar
Probe Plus, una nave que será capaz de llegar hasta donde ninguna otra ha
podido hasta ahora. La nave, diseñada y construida en el Laboratorio de Física
Aplicada de la Universidad John Hopkins, llevará a cabo 24 "pasadas"
sobre el Sol a lo largo de una misión de siete años, que se contarán a partir
de su llegada a destino, a principios de Noviembre de 2018. La Solar Probe
Plus, además, se moverá a 724.000 km/h. y se convertirá, por lo tanto, en la
nave más veloz construida hasta ahora por el hombre. De esta forma, la primera
nave podrá recoger, sobre el terreno, valiosos datos sobre los mecanismos que
calientan la corona y aceleran el viento solar, el flujo constante de
partículas emitidas por nuestra estrella. Ni que decir tiene que el buen
funcionamiento de los sistemas de la Solar Probe Plus depende, en gran medida,
de su escudo térmico frontal, de 11,43 cm. de grosor, construido con fibra de
carbono y capaz de soportar tanto la infernal temperatura como el intenso
bombardeo de radiación. A menos de tres metros tras el escudo, el resto de la
nave permanecerá a temperatura ambiente. Las 24 aproximaciones llevarán a la Solar Probe Plus a algo menos de seis
millones de km. del Sol, o lo que es lo mismo, más de siete veces más cerca
(37,6 millones de km. menos) que la sonda Helios, la que más se había acercado
al Sol hasta ahora. A esa distancia, suficiente para destruir cualquier otra
sonda, la nueva nave de la NASA tendrá que soportar y trabajar a una
temperatura cercana a los 1.500 grados centígrados, y el disco solar parecerá
23 veces más grande de cómo lo vemos desde la Tierra.
Maracaibo, 2dejuniodelaño2017
REF: Madrid31/05/2017 ABC,Ciencia)
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