miércoles, 17 de mayo de 2017

Los rusos ya vienen ...




Los rusos ya vienen…

Hace un par de dìas, el Secretario de Estado estaba presente, en la reunión, por lo que fue testigo presencial de cuando el presidente rico y poderoso, considerado igualmente por mucha gente como inculto e irresponsable, le hizo confidencias al Canciller soviético sobre los informes del Mosad acerca de tabletas electrónicas para explotar en el aire los aviones en un remedo multiplicador del 11 de septiembre del 2001. Este detalle en la proximidad de su entrevista con Vladimir, ha metido en un berenjenal a Donald de quien dicen algunos que ahora podría ser enjuiciado… No por no saber medir las consecuencias de chismorrear como un fablistán cualquiera, imprudente, irreflexivo, insensato e indiscreto, con el tenebroso oso soviético, a quien él quizás ve como su amigo, sino por despachar al director del FBI James Comey, por razones que muchos políticos demócratas y republicanos relacionan con un pecado tipificado como “obstrucción de la Justicia”, y los periodistas del Washington Post, cual si fuese un nuevo filme semejante al del año 1976 con Robert Redford y Dustin Hoffman (All the President's Men) ya entusiasmados husmean como un nuevo Watergate.

En 1966, un film con el título usado singularmente aquí (The rusians are coming, the rusians are coming) relataría como un submarino ruso, el Sprut (“Calamar”) accidentalmente encalló frente al litoral de un pueblo de Nueva Inglaterra lo que provocó el pánico ante lo que creían era una invasión soviética. La película ganadora del Globo de Oro del 66, también otorgado a Alan Arkin como mejor actor, describía a los rusos amigablemente (¡en plena guerra fría!), y sería mencionada por el senador Ernest Gruening en un discurso en el Congreso y hasta en el Kremlin emitirían una copia de dicho filme. Cualquiera podría asegurar que los rusos en muchos sentidos son impredecibles, por lo que el mundo se asusta cuando ven a Donald (que no en el pato de Disney, ni es el Mac de las hamburguesas), jugando con fuego. Como un ejemplo de esas cosas extrañas de los soviéticos aprovecharè para señalar la historia de Mijail Lomonossov (1711-1765), cuyo apellido ostenta la cordillera de montañas que atraviesa bajo el océano Ártico el mero polo norte, y quien siendo un individuo del siglo XVIII fue reactivado en el siglo XX (1936) para promocionarlo como “El hijo pródigo del pueblo ruso” y “el Lavoisier siberiano”, y es ahora considerado el patriarca de la geografía en Rusia. En la década de los 60 se produjeron más de 300 publicaciones que hablaban de sus logros científicos. ¿Que tal?

Mijaíl Vasílievich Lomonósov nació en Denisovka en la costa del Mar Blanco, hijo de un campesino que alternaba las faenas del campo con la pesca y quien  gracias a que su madre adquirió algunos conocimientos rudimentarios, y a los 19 años, en diciembre de 1730, uniéndose a una caravana de mercaderes de pescado, abandonó su aldea y se dirigió a Moscú, para transformarse con el correr de los años en un científico, geógrafo, mosaiquista y escritor, quien realizó descubrimientos en ciencia, literatura y educación, y sería el fundador en 1755 de la primera universidad rusa que hoy lleva su nombre. Con más de dos metros de estatura, era un mujick siberiano, gran bebedor pero poseedor de una inteligencia natural por la cual, aunada a su capacidad de trabajo asombraría a sus maestros de un modo tal que consiguió ingresar en la Academia Eslava Greco Latina de Moscú y sus estudios programados para ocho años los cursó en cinco. Ya preparado en  griego, latín, eslavo antiguo, historia y filosofía, fue becado para proseguir estudiando en la Academia de Ciencias de San Petersburgo, para irse en 1736, becado a estudiar en la Universidad de Marburgo en Wiesbaden, Alemania con el filósofo Christian Wolff. 

Entre 1739 y 1740  se trasladó a Sajonia en la Academia de Minería donde estudiaría química, física, mecánica, minería y el arte de la fundición. Regresó a Marburgo y se casó en 1740 con Elisabeth Christine Zilch, la hija de su casera, y desde esa época empezó a desarrollar su faceta de escritor y poeta. En 1741 Lomonósov volvió a Rusia como adjunto a la cátedra de física de la Academia de Ciencias y en 1745 fue nombrado catedrático y miembro de la Academia de San Peterburgo. Como filólogo fue el autor de la Retórica (1748), la primera crestomatía en lengua rusa, y de la Gramática rusa (1755). Adoptó el sistema de versificación silabotónico o silábico-acentual, reformando la poesía rusa. Fue poeta oficial, bajo la emperatriz Elizaveta Petrovna, y compuso odas, epístolas y tragedias. Su carácter engreído y violento y su excesiva afición a la bebida le provocaron algunos problemas, (permaneció bajo arresto casi todo el año 1743 y estuvo a punto de ser expulsado de la Academia). La emperatriz lo protegió de su enemistad personal con Sumarókov y Trediakovski, y le concedió grandes fincas, con siervos incluidos. A mediados del decenio de 1750 en el Departamento de Geografía de la Academia de Ciencias rusa, entre los levantamientos geográficos en la zona del Ártico siberiano, Lomonósov haría importantes contribuciones al descubrimiento de la geografía ártica. En 1755 se fundó por iniciativa suya la Universidad de Moscú. Ferviente cristiano ortodoxo en 1755 reformó la lengua literaria rusa combinando el vocabulario sacro de la iglesia eslava con la lengua vernácula. En más de 20 odas ceremoniales solemnes, destacaría «La meditación de la grandeza de Dios».

Del interés de Lomonósov por “las partículas más pequeñas” surgiría su frese de “Mi química es física”anticipándose a la ley de la conservación de la masa ( el famoso “nada se pierde” de Lavoisier); Lomonósov trató de reproducir los experimentos sobre la oxidación de los metales realizados por Robert Boyle un siglo antes y explicaría las propiedades de la materia a partir de sus “corpúsculos” proponiendo que la velocidad de ellos es proporcional al calor y donde el cero absoluto sería la inmovilidad perfecta. Verá en el fuego el movimiento rotativo de sus “partículas de fuego”, esferas capaces de comunicarse como luz si se cambia el movimiento rotativo por uno oscilatorio y así Lomonósov inventará tres tipos de éter donde sus partículas tienen 3 colores, los primarios. Precursor de la teoría cinética de los gases, Mijail Lomonósov fue un pionero por el coraje de atreverse a pensar libremente.

Maracaibo, 18 de mayo del año 2017

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