Los rusos ya vienen…
Hace un par de dìas, el Secretario de Estado estaba
presente, en la reunión, por lo que fue testigo presencial de cuando el
presidente rico y poderoso, considerado igualmente por mucha gente como inculto e irresponsable, le
hizo confidencias al Canciller soviético sobre los informes del Mosad acerca de
tabletas electrónicas para explotar en el aire los aviones en un remedo multiplicador
del 11 de septiembre del 2001. Este detalle en la proximidad de su entrevista
con Vladimir, ha metido en un berenjenal a Donald de quien dicen algunos que
ahora podría ser enjuiciado… No por no saber medir las consecuencias de
chismorrear como un fablistán cualquiera, imprudente, irreflexivo, insensato e
indiscreto, con el tenebroso oso soviético, a quien él quizás ve como su amigo,
sino por despachar al director del FBI James Comey, por razones que muchos
políticos demócratas y republicanos relacionan con un pecado tipificado como “obstrucción
de la Justicia”, y los periodistas del Washington Post, cual si fuese un nuevo
filme semejante al del año 1976 con Robert Redford y Dustin Hoffman (All the President's
Men) ya entusiasmados husmean como un nuevo Watergate.
En 1966, un film con el título
usado singularmente aquí (The rusians are coming, the rusians are coming)
relataría como un submarino ruso, el Sprut (“Calamar”) accidentalmente encalló
frente al litoral de un pueblo de Nueva Inglaterra lo que provocó el pánico ante
lo que creían era una invasión soviética. La película ganadora del Globo de
Oro del 66, también otorgado a Alan Arkin como mejor actor, describía a los rusos amigablemente (¡en plena guerra
fría!), y sería mencionada por el senador
Ernest Gruening en un discurso en el Congreso y hasta en el Kremlin emitirían
una copia de dicho filme. Cualquiera podría asegurar que los rusos en muchos
sentidos son impredecibles, por lo que el mundo se asusta cuando ven a Donald (que
no en el pato de Disney, ni es el Mac de las hamburguesas), jugando con fuego.
Como un ejemplo de esas cosas extrañas de los soviéticos aprovecharè para señalar la
historia de Mijail Lomonossov (1711-1765), cuyo apellido ostenta la
cordillera de montañas que atraviesa bajo el océano Ártico el mero polo norte, y
quien siendo un individuo del siglo XVIII fue reactivado en el siglo XX (1936)
para promocionarlo como “El hijo pródigo
del pueblo ruso” y “el Lavoisier
siberiano”, y es ahora considerado el patriarca de la geografía en Rusia. En la
década de los 60 se produjeron más de 300 publicaciones que hablaban de sus
logros científicos. ¿Que tal?
Mijaíl Vasílievich Lomonósov nació en
Denisovka en la costa del Mar Blanco, hijo de un campesino que alternaba las
faenas del campo con la pesca y quien gracias
a que su madre adquirió algunos conocimientos rudimentarios, y a los 19 años, en
diciembre de 1730, uniéndose a una caravana de mercaderes de pescado, abandonó
su aldea y se dirigió a Moscú, para transformarse con el correr de los años en
un científico, geógrafo, mosaiquista y escritor,
quien realizó descubrimientos en ciencia, literatura y educación, y sería el fundador
en 1755 de la primera universidad rusa que hoy lleva su
nombre. Con más de dos metros de estatura, era un mujick siberiano, gran
bebedor pero poseedor de una inteligencia natural por la cual, aunada a su capacidad
de trabajo asombraría a sus maestros de un modo tal que consiguió ingresar en la
Academia Eslava Greco Latina de Moscú y sus estudios programados para ocho años
los cursó en cinco. Ya preparado en griego, latín, eslavo antiguo, historia y
filosofía, fue becado para proseguir estudiando en la Academia de Ciencias de San Petersburgo,
para irse en 1736, becado a estudiar en la Universidad de Marburgo en Wiesbaden, Alemania
con el filósofo Christian Wolff.
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Del
interés de Lomonósov por “las partículas más pequeñas” surgiría su frese de “Mi
química es física”anticipándose a la ley de la conservación de la masa ( el
famoso “nada se pierde” de Lavoisier); Lomonósov trató de reproducir los
experimentos sobre la oxidación de los metales realizados por Robert Boyle un
siglo antes y explicaría las propiedades de la materia a partir de sus “corpúsculos”
proponiendo que la velocidad de ellos es proporcional al calor y donde el cero
absoluto sería la inmovilidad perfecta. Verá en el fuego el movimiento rotativo
de sus “partículas de fuego”, esferas capaces de comunicarse como luz si se
cambia el movimiento rotativo por uno oscilatorio y así Lomonósov inventará
tres tipos de éter donde sus partículas tienen 3 colores, los primarios.
Precursor de la teoría cinética de los gases, Mijail Lomonósov fue un pionero
por el coraje de atreverse a pensar libremente.
Maracaibo, 18 de mayo del año
2017
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