JUNO, la sonda que nos está mostrando a Júpiter
Juno es una sonda espacial que fue creada para el estudio del planeta Júpiter. Esta sonda forma parte del programa espacial New Frontiers de la NASA, y fue lanzada el 5 de agosto de 2011 desde el Centro Espacial Kennedy. El 5 de julio del año 2016, llegó a la órbita del planeta. En agosto del año pasado, la sonda espacial Juno realizó el primer sobrevuelo de los polos de Júpiter. La nave pasó a unos 4.000 kilómetros de las nubes y sobrevivió a la intensa radiación que emite el mayor planeta del Sistema Solar. Juno es la primera sonda que orbita Júpiter desde hace más de una década. Hasta ahora, el récord de acercamiento al gigante gaseoso lo ostentaba la Pioneer 11 de la NASA, que pasó a 43.000 kilómetros de las nubes. Juno se ha acercado diez veces más, lo que ha permitido medir al detalle la intensidad del campo magnético del planeta. Según los datos publicados hoy, el campo tiene 7.766 gauss, el doble de lo que se calculaba hasta ahora.
Los primeros datos científicos de estas órbitas, publicados hoy en Science, muestran por primera vez un caos de tormentas cuya composición y comportamiento no se parece a nada que se haya visto antes en el Sistema Solar. Las imágenes desvelan que ambos polos están plagados de ciclones con forma ovalada. En el polo norte algunas de estas tormentas llegan a alcanzar los 1.400 kilómetros de diámetro. Este panorama sin orden es muy diferente del que se conocía en Saturno, otro gigante gaseoso, donde existe una descomunal tormenta hexagonal con un vórtice bien diferenciado. Los datos sobre temperaturas en las capas internas de la atmósfera apuntan a que grandes cantidades de amoniaco emanan de las zonas más profundas y contribuyen a formar las tormentas observadas.
Uno de los estudios publicados hoy, los responsables científicos de esta misión
de la NASA, encabezados por Scott Bolton, también destacan la existencia de una
descomunal nube de unos 7.000 kilómetros de diámetro que se encuentra muy por
encima del resto en el polo norte y sin que nadie pueda explicar cómo ha podido
llegar hasta ahí. Un gran penacho de amoníaco en la región ecuatorial que se
eleva desde las profundidades del planeta como un géiser en la atmósfera. “Hay
tanto ocurriendo aquí que no esperábamos que hemos tenido que dar un paso atrás
y repensar esto como un nuevo Júpiter”, declara Scott Bolton. En lugar
de encontrar un gran ciclón dominando la atmósfera en cada polo como ocurre en
Saturno y como esperaba el equipo de la misión, Juno ha encontrado un sinfín de pequeños ciclones arremolinándose en
las regiones polares. Es “un
fenómeno inexplicable” teniendo en cuenta lo parecidos que son ambos
planetas, destaca Agustín Sánchez-Lavega, especialista en atmósferas
planetarias de la Universidad del País Vasco.
Por debajo de las nubes de la atmósfera de
Júpiter hay una capa intermedia hecha de hidrógeno en estado líquido que se comporta como un
metal y amplifica el poderoso campo magnético del planeta, que es como una descomunal
dinamo con una masa 300 veces mayor que la Tierra que da una vuelta sobre sí
misma cada 10 horas. Una de las mayores preguntas que Juno intenta responder es
si tras esta capa hay un núcleo rocoso con elementos pesados, lo que podría
aclarar qué tipo de materiales existían en los primeros momentos de formación
del Sistema Solar después de la aparición del Sol, ya que Júpiter fue el primer
planeta en formarse y, por su composición gaseosa, se parece a una estrella.
Esta nave de la
NASA, del tamaño de una cancha de baloncesto, es la nave espacial que más lejos
ha llegado en el Sistema Solar usando solo la energía solar que capta con sus
grandes paneles. Sus cámaras y el resto de equipos científicos están blindados
con titanio para protegerse de la intensa radiación que emite el planeta.
Durante sus órbitas más cercanas la nave ha atravesado el interior de los
cinturones de radiación donde abundan estas partículas. El próximo 20 de
febrero, la sonda encenderá sus propulsores y se adentrará en las capas
externas de la atmósfera, donde se desintegrará por el rozamiento. Esta última
maniobra durará unos cinco días y evitará que las lunas del planeta se
contaminen con microbios terrícolas. Los datos de la misión también
servirán para entender mejor la mayoría de los más de 3.400 planetas
descubiertos fuera del Sistema Solar, ya que también estos son gigantes
gaseosos. En la próxima década, dos misiones espaciales —Clipper de la NASA y
Juice de la Agencia Espacial Europea— tienen previsto explorar Europa y
Ganímedes, los dos satélites jovianos con más posibilidades de albergar vida en
sus océanos sepultados bajo el hielo.
Maracaibo, 27 de mayo del 2017
REF: ElPaísCiencia
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