jueves, 5 de septiembre de 2024

El “tronie” de Vermeer

 

A mediados del Siglo XVII, Delf era una próspera ciudad de los Países Bajos a medio camino entre Rotterdam y La Haya. Este momento histórico está considerado como la Edad de Oro de La Pintura Holandesa. Aquí es donde nace en 1632, Johannes Vermeer y hay muy pocos datos acerca de su vida. Sabemos que se casó a los 19 años y vivió siempre en la casa de su suegra María Thins, que fue también una especie de agente para sus Obras.

 

Johannes Vermeer (1632-1675) perteneció al Gremio de Pintores de San Lucas, y aunque tampoco sabemos quiénes fueron sus Maestros, en sus primeros trabajos se advierte la influencia de los Caravaggistas de Utrecht. Fue desarrollando luego un estilo que reflejaba intimidad y calma. “Los caravaggistas de Utrecht” fueron pintores holandeses de esa ciudad quienes, en un viaje de estudios por Roma, como era habitual, conocieron a Caravaggio y quedaron tan deslumbrados que, al volver a Holanda entre 1620 y 1630, pintarán y difundirán el estilo del maestro italiano.

 

Durante la década de 1620 renació en la persona de pintores como Hendrick ter BrugghenGerrit van HonthorstAndries Both y Dirck van Baburen. En la siguiente generación, el caravaggismo influyó en varios pintores, como Peter Paul RubensRembrandt Harmenszoon van Rijn y hasta en Diego Velázquez, quien durante su estancia en Italia tuvo la oportunidad de conocer y estudiar sobre el arte de Caravaggio.

 

Al regreso de Vermeer a su ciudad, esta tendencia no duró mucho, A diferencia de los caravaggistas italianos y españoles, en los que la luz tiene un foco de origen indeterminado, los de Utrecht a veces presentan un foco de luz artificial definido e identificado en la pintura, cosa que precisamente distinguiría la pintura de Vermeer, quien nunca abandonó su ciudad y murió en la ruina en 1675 a los 43 años. Es sabido que debido a sus deudas, su esposa no tuvo acceso a ninguna herencia.

 

Johannes Vermeer solo pintaba una o dos obras al año, de los que nos han llegado unas 35. Aún así, es considerado, después de Rembrandt o de Jacob Ruysdael, como el más famoso pintor holandés, por su maestría en la representación ilusionista de la realidad, y la enigmática quietud y misterio que emanan sus obras, en un estilo que suele ubicarse dentro del Barroco Centroeuropeo, aunque podemos decir en términos actuales que se trata de una Pintura Hiperrealista.


 

Vermeer casi nunca pintaba al aire libre, y la mayoría de sus trabajos, están realizados en el interior de su estudio. Es por eso que siempre aparecen en varias de sus obras, una ventana a la izquierda. Son escenas simples de la vida cotidiana, íntimas y domésticas, pero que demuestran su total dominio del color y la luz, que crean una atmósfera casi atemporal. Sobre la luz y Vermeer ya escribimos una vez en este blog lapesteloca (https://bit.ly/3CG9vOz) señalando que la tradición lumínica de la escuela veneciana, destaca en Johannes Vermeer  quien imprimía a sus obras -en espacios interiores- una luminosidad pálida en unos ambientes plácidos y sosegados.


Vermeer se diferencia de otros pintores de su época, en que no quiere contarnos historias particulares ni quiere expresar ideas moralizantes, su intención es la búsqueda de la belleza en lo cotidiano, lo banal, lo que hacen sus vecinos, pinta sobre lo que viven los habitantes de aquella región bañada por una luz que refulge en sus cuadros, que baña la superficie de las cosas, y realza los colores. Lo de él, es luz diurna, luz natural y sus tonalidades no obstante son frías, no tienen la calidez e intensidad del sol, son colores fríos como el azul, el gris, el blanco y el amarillo pálido con tonos que nacen frecuentemente de la luz que penetra por una ventana que está de cara al norte. Es esa luz difuminada en sus pinturas la que será capaz de revelar las texturas de las telas, del pan, de todo cuanto aparece en sus lienzos.

 

La Joven de la perla (hacia 1665) es su obra más conocida y no es un retrato propiamente dicho. Se considera un tronie del francés antiguo trogne que significa cabeza o rostro. Los tronies se hicieron muy populares durante la Edad de oro de la pintura neerlandesa y no pretendían ser retratos, sino más bien estudios de expresión y fisonomía de un modelo de personaje, un anciano, un soldado, una mujer oriental. Aunque la paleta de colores es limitada, de trazos simples y, en apariencia, poco trabajados, el lienzo está llenó de trampantojos que crean una ilusión visual que no existe. La misma perla, los ojos, y boca, son en realidad efectos ópticos que nuestro cerebro completa para crear un cuadro lleno de vida.

 

La bella y enigmática modelo, recorta su busto de perfil ante un oscuro fondo neutro, girando la cabeza para dirigir su intensa mirada hacia el espectador. Su boca se entreabre ligeramente, como si deseara hablar, dotando así de un mayor realismo a la composición. Viste una chaqueta de tonalidades pardas y amarillentas en la que sobresale el cuello blanco de la camisa, y cubre su cabeza con un turbante azul del que cae un paño de intenso color amarillo, creando un contraste cromático de gran belleza. La misteriosa mirada, es lograda mediante una especie de sfumato.

 

Vermeer no pintó cejas ni pestañas y dejó el contorno de los ojos sin definir. Así, también permite una interpretación personal, algunos ven melancolía, otros ven tristeza, y otros alegría. De alguna manera es como si existiese casi una joven distinta para cada espectador. Lo más sorprendente del cuadro, es el efecto que le da nombre. Si observamos bien, el pendiente son apenas dos pinceladas blancas sobre el cuello que nuestro cerebro interpreta como un círculo.

 

La parte inferior de la "circunferencia" parece un magistral reflejo del cuello blanco de la camisa de la muchacha. No hay ningún broche o cadena que sujete la "perla" al lóbulo. Es como una gota de agua suspendida en el aire de manera casi mágica. En el brillo de los ojos y de la perla, encontramos toda la luz que refleja ésta Icónica Obra, considerada como La Gioconda Holandesa.

 

En 2016 hablamos en este blog de la joven de la perla y de Vermeer como personaje, que se ha utilizado en obras de ficción escritas. Susan Vreeland publicó el libro La joven de azul Jacinto donde habla de un cuadro ficticio de Vermeer, Niña con costurero, que mostraría a la hija del pintor. En el relato de la escritora Vreeland, el pintor Vermeer solo aparece al final del libro. El pintor Vermeer llegará también a la literatura infantil con un libro de Blue Balliett que trata de los cuadros El geógrafo y Dama en amarillo escribiendo, donde este último aparece en la historia de Balliett como robado, señalando con ello, que algunos cuadros han sido atribuidos por error a Vermeer. Recientemente en el año 2005, Luigi Guarnieri escribió otra novela, La doppia vita di Vermeer («La doble vida de Vermeer»), relatando la historia Han van Meegeren, un pintor famoso por sus falsificaciones de las pinturas de Vermeer.


La novela La joven de la perla del escritor Tracy Chevalier desarrollando una historia ficticia alrededor de una criada de nombre Griet, quien supuestamente hace de modelo para Vermeer se popularizó a través del cine cuando el año 2003, el director británico Peter Webber adaptó para el cine el libro de Tracy Chevalier. La protagonista, Griet, la criada, fue interpretada por Scarlett Johansson y Vermeer por Colin Firth en la película La joven de la perla fue nominada a tres premios Óscar.

Maracaibo, jueves 5 de septiembre del año 2024

 

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