Además de escribir
un buen número de poemas, los dramas del escritor noruego Henrik Ibsen (1828-1906) son los de un dramaturgo y poeta que ha sido
considerado el más importante dramaturgo noruego y uno de los autores que más
han influido en la dramaturgia moderna, padre del drama
realista moderno y antecedente del teatro simbólico.
Según su biógrafo
Michael Meyer, la carrera de Ibsen se puede dividir en cuatro periodos: 1- Los años de fracaso, con las obras
que nadie quiso representar. 2- Los
grandes dramas épicos, escritos en verso de 1860 a 1870 como Brand y Peer Gynt,
son poemas dramáticos. 3-A fines de
1870 y principios de 1880, sus obras sociológicas. 4- De 1880 a 1890, sus grandes obras que dejaron desconcertado a
sus contemporáneos.
En 1842 Henrik, de 15 años,
ingresaría en un colegio religioso. Años después en su edad madura, se
declaraba ateo. La
familia se mudaría a la pequeña ciudad de Grimstad donde
iba a trabajar durante seis años como aprendiz de farmacia, acentuándose su
carácter introvertido. Al terminar los estudios de secundaria Henrik comienza a
estudiar medicina, pero nunca terminará pues interesado por la literatura ya
escribe sus primeros poemas Resignación y En
otoño y obras dramáticas de carácter romántico Catilina y La
tumba del guerrero.
En 1852 consigue trabajo en el
Det norske Theater de Bergen,
con el compromiso de estrenar una de sus obras al año y estrena cuatro
obras: La noche de San Juan (1853), una nueva
versión de La tumba del guerrero (1854), La señora Inga de
Ostraad (1855) y La fiesta en Solhaug (1856).
En 1857 realiza viajes de estudios a Dresde y Copenhague. En Bergen conoce a
Susannah Thoresen, hija de un clérigo protestante, con la que contraerá
matrimonio en junio de 1858. En septiembre de 1857 regresa a Cristianía para
hacerse cargo de la dirección artística del Cristianía Norske Theater hasta su
quiebra en 1862.
El carácter
simbolista de sus piezas teatrales les da un un gran sentido metafórico: La dama del mar (1888), Hedda Gabler (1890) y El maestro constructor (1892). Habría de ser
durante su tercera etapa de creación, cuando Ibsen realmente se consagró como
un gran dramaturgo. En este periodo escribió Los
pilares de la sociedad (1877); Casa de muñecas (1879); y
ya en su 4ta etapa Espectros (1881)
y Un enemigo del pueblo (1882).
En estas obras Ibsen se ocupó de problemas sociales, de los
convencionalismos, y las apariencias. Casa de muñecas, se transformó en
una de las obras feministas que no dejarían de representarse en distintas
partes del mundo. Para la
época, ya circulaban los textos de Charles Darwin, Karl Marx y otros
pensadores y no eran pocos los críticos que sospechan que Ibsen también los
conocía. De
alguna manera, Ibsen da cuenta de los cambiantes procesos culturales e
históricos en la Europa de entonces evidenciando que la cosmovisión
empezaba a cambiar y, en este sentido, el teatro de Ibsen tuvo mucho para
aportar.
Casa de muñecas, es el drama de Nora, su personaje principal quien, en
busca de ella misma, va desafiando convencionalismos sociales. La sociedad de
ese momento, de costumbres victorianas muy arraigadas, no estaba preparada para
cuestionamientos de esa estirpe. Los maridos y jefes de familia ya no eran
dioses y la mujer no tenía por qué estar bajo su mando ni tener menos derechos
que su esposo.
Ibsen se había
declarado ateo y, con sus obras, comenzó a cuestionar cosas de las que nadie se
atrevía a hacerlo, y sus lectores y espectadores lo siguieron en ese
razonamiento. Así, las cosas en las que creían ciegamente comenzaron a
tambalearse; había que tener una opinión propia sobre cuanto existía. Esto era
algo que no se había logrado antes. Henrik Ibsen desafiaba
la autoridad en muchos aspectos, y cambió el teatro, pasando de ser un lugar de
entretenimiento a un arma para debatir las ideas del momento con gran habilidad.
Después de Ibsen, el teatro nunca volvió a ser el mismo.
Ibsen,
además, anticipó muchas de las ideas que otros pensadores abordaron cincuenta
años después. El psiquiatra inglés, Anthony Storr, comentaria en un
especial sobre la vida del dramaturgo: “Ibsen
estaba muy preocupado acerca del cumplimiento del destino del individuo, más
allá de si era hombre o mujer. Y, por supuesto, en su época era algo muy nuevo
que la mujer tuviera el mismo derecho para cumplir su destino como el hombre,
que fuera lo que ella quisiera ser. Ibsen se anticipó al concepto de
autorrealización que otros especialistas, como Abraham Maslow y Eric Fromm,
abordaron más adelante. Ibsen estaba muy adelantado a su época”.
Casa
de muñecas, lo consagró, y se convirtió en una de las piezas feministas
que dio lugar, incluso, a nuevas obras, como por ejemplo Después de casa de muñecas, escrita por el
estadounidense Lucas Hnath,
en la que narra la vuelta de Nora al hogar, quince años después del famoso
portazo para ir en busca de ella misma. Esta vez, la protagonista de la
historia regresa como una escritora feminista, para resolver nuevos problemas,
pero que la encontrarán de otra manera ante el mundo.
Los
dramas de Ibsen, no hay duda de que siguen interpelando a hombres y mujeres, e
invitando siempre al cuestionamiento de todo cuanto se ha impuesto o
naturalizado.
Ibsen es un dramaturgo con
reconocimiento internacional. Sus obras se representan en diversos países de
Europa. En 1869 viajaria a Egipto invitado a la inauguración
del Canal de Suez. En 1873 fue elegido miembro del
jurado de arte internacional en la Exposición Universal de Viena.
En 1878 volveria a Roma, donde residirá durante siete años. Es en todo este
exilio voluntario cuando escribe su principal obra dramática, sus dramas
realistas y simbolistas.
En 1891, a los 63 años, Herik
Ibsen regresa definitivamente a Noruega y fija su residencia en Cristianía. En
1898 celebran su septuagésimo aniversario
y sigue escribiendo, Su drama Juan Gabriel Borkman es
de 1896. En 1900 sufre un primer ataque de apoplejía y
se irá minando su salud hasta quedar totalmente paralítico. Muere el 23 de mayo
de 1906 a los 78 años de edad.
Maracaibo, viernes 13 de septiembre de 2024
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