“1984”-2019
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La lucha
debe seguir, y es ahora precisamente, en estos críticos tiempos cuando nuestra
sociedad ya ha sido penetrada por el germen del mal, y el mundo está
presenciando en los países hispanoamericanos, fenómenos que van más allá de
presumir la existencia de un germen del mal, pues presenciamos las
consecuencias de una planificación descaradamente urdida por quienes han
infiltrado nuestras bases sociales y políticas de una manera tan grotesca que
sus actos no pueden ya ser disimulados. Es más, ya aceptan que sus acciones son
parte de un proyecto internacional convencidos de que han ganado mucho terreno
utilizando el criminal sistema de “tierra arrasada”. Sin embargo, no solo en
general y torpemente nos negamos a combatirlos, sino que con frecuencia
secundamos sus propósitos con nuestras dependencias y nuestras crédulas observaciones;
o peor aún, vemos impávidos como la corrupción lleva a que no les importe que
el país sea entregado en manos criminales o a potencias extranjeras con tal de beneficiarse en lo
personal. Ese ¡no puede ser!, de asombro, tan característico de estos tiempos, pareciera
que ya no vale como excusa…
El domingo 8 de este mes de
diciembre, en la tarde se me ocurrió oír música por la radio y al encenderla
escuché lo que me pareció una prédica fanáticamente desesperada de alguien que
de momento me hizo pensar que era un religioso, y es que sonaba cuasi apocalíptico,
por el tono, pero, ¡fanático de bola!, por lo enardecido del discurso de nuevo
les gritaba a la gente, pues se apreciaba que estaba ante una multitud rugiente
y me parecía que el tipo quería conducirlos hacia algún despeñadero, eso lo imaginé
yo pues la muchedumbre se sentía gritar desaforadamente, y me dije, ¡zape
gato!, ¡vainapaloca!, y cambié la emisora, pero… ¡Sorpresa! En la otra era la
misma voz fanatizada y caí en cuenta entonces de que no habría música
dominical, ni gaitas ni ná!, era que estábamos encadenados…
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Mi intención hoy era hablar sobre
“1984” una de esas
novelas que hasta hoy, han servido para alertar a varias generaciones, pero la
marcada y enardecida distopía de cuanto habían traído hasta mis oídos las ondas
hertzianas, era como si estuviese viviendo dentro del texto de George
Orwell y pensé… ¿Será cierto que sus ominosas predicciones no se han cumplido
completamente? Acababa de escuchar cosas
absolutamente distópicas y entonces me dije, ¡buenopues! Quise suponer que lo que vivimos actualmente significa
que las advertencias de Orwell nos siguen hablando de una realidad que más que posible
está a la vuelta de la esquina, y les aseguro que al oírla pensé que realmente ya
estábamos “llegando al llegadero”…
Lo
que vivimos en Venezuela, lejos de ser un relato distópico, es una espantosa
realidad, la de un país rico expresamente empobrecido, donde su estamento
militar se dejó infiltrar por consejas sibilinas excretadas desde una isla, y
fue comprado con dinero procedente del narcotráfico para mostrarle al mundo,
posiblemente el más triste ejemplo de traición a la patria, particularmente
bochornoso por ser perpetrado por quienes eran los herederos de un ejército que
liberó cinco naciones de América.
Me
preguntan hasta cuándo, y por qué no se atreven a enfrentar la realidad quienes
dicen ser “políticos” y dirigen otros países latinoamericanos que están
padeciendo esta especie de maldición a la vista de todo el mundo. Maite Rico,
joven periodista de El País, experta en política internacional, señalaba el pasado
mes de mayo como: “…el viejo Castro, mucho más listo, vio en ese militar iluminado la
tabla de salvación de su régimen calamitoso, la ubre a la que aferrarse tras el
derrumbe de la URSS, que puso fin en 1990 a unas ayudas de 65.000 millones de
dólares (cinco veces el Plan Marshall, con el que EEUU contribuyó a la
reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial)”, y ante la
estupidez de Hugo Chávez, “Castro se la cobró muy cara… …“Infiltró Venezuela como un alien”… Mientras
Cuba y Venezuela, encadenados uno al otro, se hunden sin remedio en la pobreza,
la Rusia neo-imperial de Putin y
la China voraz de Xi-Jinping
vuelan, revoloteando en círculos sobre los moribundos.
Como
decía mi primo Ernesto, “que oiga quién tenga oídos” …
Maracaibo, martes 10 de diciembre 2019
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