Un
marino de Guetaria
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Cuando en 1518 Juan Sebastián Elcano
conoció en Sevilla al navegante Fernando de Magallanes, se entusiasmó con los
preparativos que el marino portugués hacía para organizar una expedición al
servicio de España, la cual según él le explicó, intentaría buscar una ruta
para llegar a las Indias navegando hacia el Oeste. Elcano quien también ya era
un avezado marino, había participado en
la expedición de Francisco Jiménez de Cisneros a Argel en 1509 y en las campañas de Italia con el Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, por lo que no
tuvo reparos para enrolarse en la expedición de Magallanes. Se buscaría
una nueva ruta comercial para llegar a las Islas Molucas, de donde procedían las especias. Esa era la principal razón
económica de aquella original empresa, la cual terminaría tres años después
convirtiendo a Elcano y a los marinos sobrevivientes en los protagonistas del
primer viaje alrededor del mundo. Magallanes y Elcano decidieron partir desde
Sanlúcar de Barrameda en la
margen izquierda del estuario del río Guadalquivir, el día 10
de agosto de 1519, o sea hace nada más en este mes de agosto, que quinientos
años…
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Una de las dos naves se averió por lo
que sería necesario que su tripulación se quedase en una de las Molucas a la
espera de su reparación para hacer el viaje de retorno por donde habían venido;
la otra nao, Victoria al mando de Elcano decidió regresar a Portugal por la ruta del sur de
África, cruzando por el Cabo de Buena Esperanza sin tocar tierra. Los portugueses
ya habían enviado una flota para acabar con la expedición de Magallanes
argumentando que debían de haber eludido a propósito las Molucas, pues no
parecía necesaria otra ruta comercial para el país que ya poseía el lucrativo
monopolio del comercio de las especias navegando hasta aquellas islas alrededor
de África y a través del océano Índico.
Elcano consiguió dominar la impaciencia de la
tripulación, quienes desde que navegaban ante las costas de Mozambique, desesperaban
por la falta de víveres que les obligaría a detenerse. Finalmente lo harían en
las islas de Cabo Verde, donde varios tripulantes fueron apresados por el
gobernador portugués. Tras huir apresuradamente, sería en aquel entonces cuando
Juan Sebastián Elcano descubriría haberle dado una vuelta completa al mundo.
Cuando la expedición llegó a Sanlúcar de Barrameda en 1522, con sólo 18 hombres
de los 265 que habían partido de allí mismo tres años antes, el rey Carlos I de
España, honraría a Elcano con una pensión de 500 ducados y un escudo con la
inscripción, "Primus circumdedisti me". El viaje, consolidaría la hegemonía española con la incorporación de
nuevos territorios, la apertura de rutas comerciales y el enriquecimiento del
erario hispano. Por otra parte, quedó demostrada la esfericidad de la tierra.
Tres años después, el 24 de julio de 1525 Juan Sebastián Elcano salió del puerto de La Coruña en la expedición de García
Jofré de Loayza a las Islas Molucas. Cuando llegaron al Estrecho al sur de
América, la lógica dictaba que con Elcano de guía, nada podía salir mal, pero
la nao capitana confundió la entrada del paso y cuatro naves se perdieron o
desertaron. Ya en el
Pacífico una tormenta dispersó a las dos naos restantes y tan solo quedó una
para terminar el viaje. El escorbuto se extendió entre los
tripulantes y los escasos hombres
que luchaban por vivir empezaron a sangrar.
Andrés de Urdaneta, presente en
la expedición, en sus crónicas escribió:
“… nos
ahogábamos de sed; …me acordé yo que quizás me remediaría con
mis propias orinas, y así lo hice; luego bebí siete u ocho sorbos de ellas, y
orné en mí, como si hubiera comido y bebido”. Al final, el 30 de julio
el escorbuto se llevó también la vida de García de Loayza. Elcano asumió el mando y se
convirtió en capitán general de
una malograda armada, pero por desgracia, muy enfermo, duraría menos de una
semana. El mismo Urdaneta anotaría
en su diario: «Lunes, a seis de
agosto, falleció el magnífico señor Juan Sebastián Elcano».
Mississauga, Ontario, domingo 18 de agosto, 2019
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