lunes, 12 de agosto de 2019

Maite


Maite

He hablado en ocasiones sobre la importancia de cantar (https://bit.ly/2EdqfOX), y sabemos que en el universo musical de los vascos, el canto tradicional “a capella” ha ocupado siempre un lugar primordial. He relatado antes, como en el orfeón del Colegio Gonzaga, hasta llegué a memorizar canciones en euskera. Pero quiero conversar hoy sobre una canción en particular, más breve que Maitetxu mía; es sobre Maite.  De ambas canciones, debo decir que en el curso de mis andanzas por el mundo me ha tocado cantarlas, varias veces; usualmente “a capella”, y de veras siento que mi hijo Tomás quien es casi “euskaldum asimilado” y ni Marijo mi querida nuera navarra, y por tanto, más vasca que los vascos mismos, o mis hermosas nietas y el nieto vasco, me hayan escuchado alguna vez cantando Maite… Así que al “echar este cuento”, plantearé una buena ocasión para volver a vernos, pronto, nuevamente… El aita-aitona, en Donosti…

“Lejos de aquel instante,  Lejos de aquel lugar,  Al corazón amante   Siento resucitar .  //  
Vuelvo su imagen bella En mi memoria a ver, Como un fulgor de estrellas Muerto al amanecer…// Maite, yo no te olvido, Y nunca, nunca te he de olvidar, Aunque de ti me alejen Leguas y leguas de tierra, de tierra y mar.//  Maite, si un día sabes Que muero ausente de tu querer, Del sueño de la muerte, Para adorarte, despertaré. Maite... Maite... Maite…”

Me entero ahora de que la canción Maite, que es un zortzico, fue compuesto para coro y orquesta en 1941 por el compositor vasco Pablo Sorozábal (1897-1988). Maite fue estrenada por primera vez en la película Jai Alai (1946), pero lo curioso de esta historia es que la película Jai Alai desapareció. El periodista Alberto Pérez Echevarrieta, investigador de la historia del cine del País Vasco, el mes de marzo del 2002 publicó un artículo sobre la película Jai Alai, en el periódico Bilbao sobre aquel largometraje de tema y ambiente vasco, rodado en Elantxobe en 1940 por el director bilbaíno Ricardo Rodríguez Quintana. López Echevarrieta, relataría en su artículo, que Jai Alai, tras su estreno en el Palacio de la Música de Madrid en diciembre de 1940 y luego de otras posteriores proyecciones en Bilbao en abril de 1941, desapareció. Las copias se evaporaron misteriosamente y el negativo fue destruido.

La Filmoteca Vasca ha buscado rastros de la película y no ha logrado dar nunca con pistas que lleven a ella. Historiadores especializados en el cine vasco han hablado sobre Jai Alai, empezando por el propio López Echevarrieta quien en su libro Cine Vasco: de ayer a hoy, época sonora”, publicado en 1984, ya señalaba un "filme misterioso, desconocido por casi todos y del que no se conserva material alguno". El periodista bilbaíno, al lamentar la triste suerte corrida por el trabajo de Ricardo Rodríguez Quintana mostraba el anhelo de "recuperar esta extraña película sobre el deporte de la pelota vasca que tan mala suerte tuvo en tiempos de Franco".

López Echevarrieta, en la sinopsis de Jai Alai, señalaba la importancia de este largometraje ya que, a partir de 1940, varias películas con temática vasca llegaron a las pantallas gracias a su ejemplo. El filme cuenta la historia de la rivalidad de Josechu y Mikel por el amor de Mirentxu en un ambiente de pruebas deportivas durante las fiestas de Elanchove. “Josechu acaba ganando el trofeo tras salvar la vida de su rival, Mikel, que está a punto de morir ahogado. Don Venancio, alcalde de Otamendi y tío de Mirentxu, desafía al pueblo de Elanchove a un torneo de pelota, y los representantes de Elanchove son Mikel y Josechu. Don Venancio protege a Mikel y Josechu decide perder el partido para arruinarle, pero Mikel juega con entusiasmo y ganará la partida. Después salva la vida de Josechu, que está a punto de morir en una galerna, y termina casándose con Mirentxu. A Josechu no le queda otro recurso que lanzarse a la mar en su barca, que ha bautizado con el nombre de "Mirentxu".  Al leer esta sinopsis, vino a mi mente el recuerdo de otra canción vasca aprendida en el orfeón del colegio que decía:Cuando salgo con mi barca a la mar, en el pecho prendido llevo un amor, el amor que se quedó trabajando en el hogar, mientras yo me lanzo a navegar… Mi barca boga por el azul, y es su recuerdo faro de luz, que ilumina con su fulgor, por babor y por estribor, el mar negro de mi corazón!

José María Unsain, en su obra El cine y los vascos, editada en 1985 por Eusko Ikaskuntza y la Filmoteca Vasca, cita también la película y la enmarca dentro de esa imagen rural y bucólica asociada a lo vasco en el cine, iniciada por Ramuntcho (1918) de Jacques Baroncelli y seguida por otras cintas como Le chemin d’Ernoa (1921) de Louis Delluc o La sirena del Cantábrico (1926) de Agustín C. Carrasco. Esta visión, -en la que a tenor de su argumento, parece enmarcarse plenamente Jai Alai, con paisajes y personajes típicos vascos, sigue, impregnada de un tono folklórico incapaz de adentrarse con rigor en la realidad vasca, con películas como Le chant de l’exile (1943) de Andre Hugon, El emigrado (1947) de Ramón Torrado o Cancha vasca (1955) de Aselo Plaza y Alfredo Hurtado. Koldo Larrañaga y Enrique Calvo en Lo vasco en el cine (las películas), libro editado por la Filmoteca Vasca en 1997, dan una completa ficha artística y técnica, además de una sinopsis de la película.

Pero… ¿Cómo es posible que la película se perdiera? Aparentemente, en principio, la trama argumental de Jai Alai no parecía haber despertado las iras de la terrible censura de la época, pues se trataba de un folletín romántico sin pretensiones socio-políticas. Más sorprendente parece, que en 1940, primer año de la posguerra, se admitieran nombres vascos como Mikel, Mirentxu, etc, en las pantallas, o que se aceptara que un grupo de música, interpretaran en euskera el zortziko Maite. En el folleto publicitario de la película, al leer frases como "la alegría desbordante de las fiestas típicas vascas, el esfuerzo atlético de los remeros y los jugadores de pelota, el encanto melódico de las canciones ancestrales... el alma, la música y el paisaje de una raza viril y eterna", cabría entender por qué la reacción de los gobernantes de entonces con el recuerdo de la guerra y del rechazo del nacionalismo vasco al franquismo tan fresco en la memoria, ante este canto al alma vasca y se pudiera explicar así la desaparición de Jai Alai, más nunca lograrían que se olvidase y se dejase de cantar el zortziko Maite.

Se sabe también que Jai Alai llegó a ser emitida en su momento por una cadena norteamericana, y uno se pregunta… ¿La prestó algún particular? ¿Existe todavía esa copia? Si acaso existiese… ¿Cuál sería su estado? Debido a su edad, la emulsión estaría ya a punto de desprenderse del soporte... El objetivo de López Echevarrieta con su artículo, -al que se une otro de Euskonews & Media, revista electrónica que en sus viajes por la red esperaba llegar con más facilidad a la diáspora vasca asentada en América-, era, dar con alguien que pudiese aportar datos sobre la existencia de Jai Alai, con la idea de recuperar la película para la Filmoteca Vasca. Con la esperanza de lograr alguna pista que llevase a ella y que pudiese aportar información, se indicaba la siguiente dirección: webmaster@euskonews.com. Lograr su objetivo sería un ilusionante hallazgo para la historia del cine de Euskal Herria y para la cultura vasca en general.

Reproduzco parcialmente hoy en este blog y en 2019, el artículo del año 2002 de Carlos Roldán Larreta, Doctor en Historia del Arte: con varias fotografías que están publicadas en el libro de José María Unsain, El cine y los vascos, editada por Eusko Ikaskuntza y la Filmoteca Vasca y en la enciclopedia Auñamendi. JGT

En Mississauga, Ontario, el lunes 12 de agosto de 2019

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