BESAR
Besar es
una acción maravillosa del ser humano, usualmente provocada por amistad, cariño familiar o por amor.
La ciencia ha estudiado los besos para averiguar lo que nos impulsa a darlos, y
el cómo y el por qué se provocan las reacciones que son un fenómeno universal.
Algunas de estas preguntas tienen respuesta, pero otras siguen siendo un
enigma. El ser humano es de las pocas especies con la capacidad de besar. Pero
no es la única. Otros primates
juntan los labios para expresar emociones como el afecto o la reconciliación. Se sabe que el acto de besar
promueve la liberación de dopamina,
un neurotransmisor que puede
provocar que las pupilas se dilaten,
aumente la sudoración, se acelere el ritmo cardíaco y se provoque
la necesidad de seguir besando a
la otra persona. Los besos, de manera regular pueden disminuir los niveles en
sangre de cortisol, conocida
como hormona del estrés, por lo
que se asocian a una sensación de
relajación.
Las
encuestas suelen manifestar la preferencia de los hombres por los besos con
lengua frente a los que no producen intercambio de saliva; esto hace que el hombre pase testosterona
a la mujer y actúa como una especie de afrodisíaco que activa su receptividad
sexual. Son pequeñas las cantidades de testosterona que pasan a la otra
persona durante el beso, pero ellas generaría un aumento de su libido que es
muy útil de cara a la reproducción. Las interacciones de hormonas en el cerebro
pueden depender también de la experiencia previa de la persona. Cuando se besa
a una persona conocida, las reacciones químicas son diferentes que cuando el
sujeto es desconocido; el cerebro, tras analizar toda la información sensible,
puede decir sí, en décimas de segundo, y comienza a segregar una serie de neurotransmisores
para que los protagonistas del beso, sin percatarse de ello, noten sus efectos.
Se
describen cuatro neurotransmisores básicos que se despiertan con el beso: la dopamina,
que hace sentir placer y bienestar; la serotonina, que provoca excitación y
optimismo, aunque también puede tener un efecto de ira o de agresión: la epinefrina,
que aumenta la frecuencia cardiaca, el tono muscular y la sudoración, y el
corazón se acelera; y la oxitocina, que genera apego y confianza.
Además, se liberan otras sustancias, como el óxido nítrico, que relaja los
vasos sanguíneos, provocando un incremento en el flujo sanguíneo del pene y,
por tanto, la erección. O la feniletilamina,
una anfetamina potente y rápida que estimula el sentimiento de placer. La
química del beso parece cambiar con el paso del tiempo dentro de una misma
relación. La razón de estos cambios, de disminución del efecto, reside en la
saturación de los receptores del cerebro. Existe un cambio en la química
cerebral, al principio de la relación hay gran estimulación hormonal donde
dominan los andrógenos (testosterona) y la dopamina, pero con el paso del
tiempo cambia y se estimula más la vasopresina y la oxitocina; “se besará con menos frecuencia e intensidad pero de manera más cariñosa
y estable".
A través
del beso también se pueden compartir enfermedades, como la mononucleosis
infecciosa también conocida como la enfermedad del beso, frecuente en los
adolescentes. Con cada beso de 10 segundos intercambiamos 80 millones de
bacterias, según un estudio realizado
en Holanda, sin embargo, no es malo besarse. Besarse es bueno. Hay estudios que
han demostrado que las personas que besan más viven más porque todo lo que hay
a su alrededor es positivo (compañía, ayuda, y apoyo emocional). No hacerlo
significa que “no se tiene buena relación
con seres humanos". Esta afirmación es de un psiquiatra, quien
concluye que lo difícil no es que te besen, sino tener a alguien que se deje
besar.
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Con un detalle de la fotografia de Alfred Eisentaeadt de un beso que marcó el final de la 2nda guerra, le pongo fin a esta historia...
Mississauga,
Ontario, miércoles 14 de
agosto del año 2019
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