Stroganoff, la radio y el Correo del Zar
Conversando con unos jóvenes hace un par de días,
hablábamos sobre cine, a propósito de la reciente ceremonia de los premios
Oscar y de repente surgió el nombre de un tal Boris, que no siendo Izaguirre
coincidí con uno de ellos en que era un malvado ruso, el de la tira cómica de
Rocky y Bullwinkle y, ¡sí!, todos lo habíamos conocido por la TV. Con cierta
esperanza indagué sobre el monstruo Milton y su amigo el del diente abrelatas y
sobre El intrépido Volador con sus poderosos anteojos, y pues sí, esos si
estaban acompañando a Kool Mackoll en el registro de nuestros amigos menores de
30, pero mayores de 19… Interesante, pensé. Fue entonces cuando a propósito de
Boris, el ruso, se me ocurrió preguntarles por otro Boris, por Pasternak el
creador de Yuri Zhivago y para mi desilusión, ni el ruso Premio Nobel de
literatura ni su personaje Yuri Zhivago, les sonaba… Pero si no les suena,
¡rayos!, el “tema de Lara” habrá de hacerles plin!, les dije, y lo traté de
tararear, pero no, tampoco. Entonces jurungando ya más a fondo les pregunté
fríamente por Miguel Strogoff, el correo del Zar. No, no es comida, no es de
lomito, ¡stroganoff!, es Strogoff, sí, y es una novela famosa. La pregunta la
hacía con la intención de saber si habían oído hablar de alguna película con
ese nombre. “La recordaría”, me dijo uno de ellos y a mi mente llegó un
parlamento de Le Luthiers... La recordaría, me dije yo, y era tan real mi recuerdo
de la espada hirviendo que va sobre los ojos del Correo del Zar que estaba
seguro de que existía algún filme en mis enmarañadas neuronas, por lo que me
dije: ¡Rayos, la recordaría! ¡Pero no! No recordaba haber visto una película
sobre la novela de Julio Verne leída varias veces en mi adolescencia, pero
absolutamente desconocida para “los chamos”… Entonces fue cuando les dije, como
Jack El Destripador, mis amigos, vamos por partes...
Antes de relatarles sobre el cine que se ha hecho sobre la novela de Julio
Verne, permítanme que les cuente un relato que estaba en el back-stop de mis
neuronas del recuerdo, pero que es real y es verdadero, de manera que no tuve más
que apelar a mis sinapsis para asegurarle a los chamos que cuando yo era niño… “Once upon a time” como dicen los cuentos
en inglés, y no puedo recordar si ya era adolescente, pero me tocó escuchar a
Miguel Strogoff por la radio. Imposible precisar si fue por “Ondas del Lago, y
no creo que fuese por “La voz de la fe”, pero como ya había leído el libro, no
me costó mucho trabajo imaginar a los tártaros en las riberas del lago Baikal y
el terrible incendio y las complicaciones para poder llegar Miguel y Nadia a
Inkurst y vencer al temible Ivan Ogareff… Eso me condujo directamente a
recordar a “Raffles el ladrón de las
manos de seda”, y a “Tamakn el
vengador errante”, para decirles que también los había conocido, como a
Frijolito y Robustiana, por la radio. Que no existía toda esta maravillosa nube
de Internet, ni había TV, solo el cine y mucha lectura, y aproveché para reafirmar
el valor de la radio, su importancia y capacidad de divulgación…
Tamakún cuyas aventuras disfrutábamos
pegados a la radio, había surgido en la década de los cuarenta en la radio
cubana. Tamakún fue una creación de Armando Couto, quien también fue responsable
de otra serie radiofónica: “Los Tres
Villalobos”. Aventuras que fueron reproducidas rápidamente en tiras cómicas
hechas en México y su éxito se extendió a otros países de Hispanoamérica. A Venezuela,
arribaron al final de la década de los cuarenta, y eran trasmitidas por “Radio
Continente”. A finales de los años 60, y comienzos de los 70, todos los días, a
la una de la tarde, transmitía Radio Rumbos, a “Martín Valiente” con el actor Arquímedes Rivero. Rosita Vásquez hacía
la voz de Rosalinda, la novia de Martín Valiente quien era un médico que corría
aventuras por todo el mundo luchando contra el malvado doctor Belcebú con la
ayuda de su caballo Relámpago y de su compañero Frijolito. El creador de Martín
Valiente fue el escritor cubano Armando Couto. Una que de veras recuerdo fue la
radionovela de “Raffles, el ladrón de
las manos de seda” era una radio-serie cubana que se transmitió en los años
50 y había sido escrita por el poeta cubano José Ángel Buesa, que también era novelista
y escritor de novelas radiofónicas en
las estaciones RHC-Cadena Azul y CMQ. Quizás puede que llegue a la memoria uno
de sus poemas, el del “Renunciamiento” que decía:“Pasarás por mi vida sin saber que pasaste. Pasarás en silencio por mi
amor, y al pasar, fingiré una sonrisa, como un dulce contraste del dolor de
quererte... y jamás lo sabrás”.
El cine, al fin, y sigo creyendo que ciertamente debo haber visto a Curd Jürgens
en la pantalla grande, pues no se me olvida a su madre llorando, y a Nadia llevando
al ciego por las etepas de Siberia, pero, regreso a pensar que puede ser todo
provocado por la magia de la literatura… Bien, ahora sí. En el cine, “Miguel Strogoff” la primera vez que
se filmó fue en 1926. Fue una película francesa, coproducción franco-alemana
dirigida por Viktor Tourjansky. Luego, en 1937 se estrenó un filme norteamericano
titulado “The bandit and the lady” dirigido por George Nichols Jr. Con Anton Walbrok, Elizabeth Allan, Akim Tamiroff, y Margot Grahame, basada en la novela de Julio Verne. En 1956 se estrenaría una coproducción
de los países Francia-Alemania del Oeste-Italia y Yugoslavia; con el título de “Michael Strogoff” dirigida por Carmine
Gallone y con Curd Jürgens, Geneviève Page, Jaques Dacqmine y Sylvia Koscina, en los papeles principales. En 1961, nuevamente un filme francés dirigido
otra vez por Viktor Tourjansky y con el título de “Le Triomphe de Michel Strogoffaka”, ofrecería un reparto integrado
por Curd Jürgens, Jacques Bézard, Capucine, Daniel Emilfork y Raymond Gérôme, y
donde lamentablemente la trama se desvía exageradamente de lo descrito en la
novela original del escritor francés. Van 4 carteles de las películas de El Correo
del Zar, Miguel Strogoff.
Maracaibo, 6 de marzo del año
2017
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