domingo, 26 de marzo de 2017

Hans Küng la Iglesia Católica y el Papa Formoso




Hans Küng la Iglesia Católica y el Papa Formoso

Hans Küng en su libro “La iglesia Católica. Una historia corta” (Mondadori Ed, 2002), considera que durante el siglo X la historia de la Iglesia fue obscura. “Saeculum obscurum” podría denominarse todo aquel siglo cuando “la senadora Marosia fue amante de dos papas (Sergio III y Juan X) y madre de otro (Juan XI) su hijo ilegítimo, preso en el Castillo de San Ángelo hasta cuando en su tercer matrimonio fue encarcelada por su hijastro Alberico quien gobernaría a Roma durante dos décadas como “dux et senator Romanorum”… Tan oscuro y  absurdo como la historia de papa Formoso quien fue juzgado y condenado después de muerto por razones meramente políticas. Suena casi como cosa del siglo XXI. Estos relatos de tan lejano pasado, vienen a cuento en estos tiempos cuando el papa Francisco suena en la política y aprovecho para decir algo sobre Hans Küng, (Lucerna, 1928), un sacerdote suizo católico, teólogo, profesor emérito de Teología Ecuménica en la Universidad de Tübingen desde 1996, y prolífico autor, quien desde 1995 preside la Fundación por una Ética Mundial, es famoso por su postura contra la infalibilidad papal y quien a pesar de no tener permiso de la Santa Sede para enseñar teología católica, ni su obispo ni el actual u otro papa, le han revocado sus facultades sacerdotales.

Hans Küng fue nombrado por el papa Juan XXIII en 1962, teólogo conciliar y participó activamente como perito del Concilio Vaticano II. En 1979 la Santa Sede le retiró la licencia a Küng para enseñar teología católica, debido en parte a su libro ¿Infalible? donde cuestionaba el dogma de la Infalibilidad en la Iglesia. Su actitud crítica frente al papa Juan Pablo II, le convirtieron en uno de los principales teólogos cuyas mayores críticas las desató la publicación de la enciclíca Evangelium Vitae (El Evangelio de la vida) en la que se mostraban las posiciones de la Iglesia respecto a la moral sexual, a la anticoncepción y el aborto. Küng señalaría que con esta encíclica, Juan Pablo II revelaba su carácter autoritario y su negativa al diálogo con el mundo moderno. El papa Benedicto XVI con quien tuvo serias discrepancias, lo recibió en 2005. El 9 de marzo del 2016 la prensa internacional publicó una carta del teólogo suizo en la cual Hans Küng invitaba al papa Francisco a abrir un debate sobre el dogma de la infalibilidad del Sucesor de Pedro y ante la respuesta del papa, Küng comentaría públicamente: “Me ha respondido con una carta fraternal, no ha puesto límites a la discusión sobre el dogma”…Este es el nuevo espíritu que siempre esperé del Magisterio. Estoy convencido de que, por fin, también el dogma de la infalibilidad, una cuestión fundamental y decisiva de la Iglesia católica, se podrá debatir con espíritu libre, abierto y alejado de todo prejuicio. Estoy profundamente agradecido al papa Francisco por ofrecernos esta posibilidad”. 
  
En el libro de Küng, La Iglesia Católica, está el relato de lo acontecido con el papa Formoso, y como de jueces y tribunales que hacen y deshacen al arbitrio de sus amos políticos trata este asunto, aquí va sucintamente una historia que se dio en la mera mitad de la Edad Media. Desde Septiembre de 885 a 891 el papa 110 de la Iglesia Católica, fue Esteban V quien duraría 6 años en su cargo. En 891 hasta el año 896 (4 años) se dio el pontificado de Formoso. Empezó el 19 de septiembre del año 891. El 20 de abril de 892, presionado por el emperador Guido de Spoleto (855 - †894), se vio forzado a coronar como emperador y su sucesor a Lamberto, el hijo de Guido y de Ageltrude, quien en 894 a la muerte de Guido, tenía tan solo 14 años por lo que su madre se constituyó en regente del reino de Italia para activamente estimular las diferencias con los Carolingios e intervenir  influenciando las elecciones papales buscando favorecer al joven Lamberto de Spoleto. Ante los reclamos de Arnulfo de Carintia quien expuso ante el papa Formoso su reclamo en nombre de los Carolingios, el año 896 Arnulfo marchó sobre Roma y el papa Formoso lo coronaría, haciendo que el joven Lamberto y a su madre Ageltrude abandonasen la ciudad. El 4 de abril del año 896, Formoso falleció a los ochenta años y dos años de una muerte violenta, sin que fueran concretados los detalles de ésta por las crónicas, pero pueden imaginarlo y Formoso fue sucedido por Bonifacio VI, un clérigo de oscuro pasado que contaba con el apoyo de Lamberto de Spoleto. Bonifacio VI, solo duró quince días al fallecer, supuestamente de gota el 25 de abril de 896 y lo sucedió el Papa Esteban VI, un obispo de Anagni, quien ordenó, siguiendo las instrucciones de Lamberto de Spoleto y de su madre, que el cadáver de Formoso fuera exhumado para someterlo a un juicio. 


Tras nueve meses enterrado, el cuerpo de Formoso fue sacado de su tumba, vestido con los ornamentos papales y sentado ante el tribunal eclesiástico. La espeluznante escena de un cadáver en avanzado estado de descomposición, atado a la silla para evitar que se escurriera no frenó un proceso que hoy es conocido como el Sínodo del Terror. Esteban VI acusó de haberse dejado elegir obispo de Roma cuando ya era en ese momento la cabeza de la diócesis de Porto, a los restos de Formoso, que estaban pudriéndose,  (paradójicamente lo mismo que había hecho el propio Pontífice siendo obispo de Anagni). Fue nombrado un diácono como abogado para que hablase en nombre del difunto. El Papa Esteban VI presidió el concilio desde su silla, y tras la sentencia, se le cortaron los tres dedos con que había impartido tantas bendiciones y el cadáver fue  arrojarlo a una fosa con los cuerpos de varios condenados a muerte de donde los soldados sacaron los restos de Formoso nuevamente y los arrojaron al río Tíber. Pero en esto de las exhumaciones no siempre hay impunidad y solo vemos actuar al castigo divino… El año 897 el pueblo romano partidario de Formoso, entró violentamente en el Vaticano para prender a Esteban VI quien fue desnudado y arrojado por la turba a una prisión subterránea, donde poco después fue estrangulado. Ese mismo pueblo, llevó a la silla papal al Cardenal de San Pedro in Vincoli, de nombre Romano, quien a los cuatro meses falleció también de una muerte violenta y ese mismo destino le aguardaba a su sucesor, Teodoro II, quien fue asesinado tres semanas después de ser elegido Papa. Teodoro, no obstante, tuvo tiempo de convocar rápidamente un Sínodo en el curso del cual devolvió sus derechos a los eclesiásticos ordenados por Formoso y borró cualquier rastro del demencial proceso judicial de Esteban VI.

Regreso a Hans Küng, quien a punto de cumplir 88 años, ha vuelto a demostrar coherencia y autenticidad al defender el derecho a la eutanasia, en el último volumen de sus memorias: Humanidad vivida (Trotta, 2014), donde expone detalladamente cómo le gustaría morir.  Es difícil poder afirmar rotundamente que existe solo un “catolicismo. Hay una gran variedad de “movimientos” internos dentro de la Iglesia, los cuales, apenas tienen trato entre sí. Las personas próximas al Opus Dei no tienen relación alguna en sentido espiritual con los miembros de la llamada “teología de la liberación”, o con los jesuitas, y viceversa. Los llamados cristianos “progresistas” poco soportan a quienes están relacionados con “la Obra“ y ese trato indiferente o a veces condenatorio, existe también entre católicos y evangélicos, entre ortodoxos y católicos, entre adventistas y mormones, o entre testigos de Jehová y el resto de grupos cristianos. Hans Küng abogó siempre por un acercamiento real entre la Iglesia católica y la protestante, y defendió la necesidad de una apertura de la Iglesia al mundo moderno, para lo cual debían transformarse necesariamente sus estructuras, ya que, según él, es imposible lograr una paz en el mundo si antes no se consigue una paz entre las distintas religiones.

Maracaibo, 27 de marzo del añ0 2017

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