La Santa María y el Fuerte Navidad
La
Santa María
fue la mayor de las tres embarcaciones que Cristóbal Colón utilizó en su primer
viaje al Nuevo Mundo en 1492, la nao era propiedad de Juan de la Cosa y le digo
nao porque no está muy definido si realmente era una carabela. Las otras dos
naves de la expedición fueron las carabelas La Niña y La Pinta. Nao puede
definir sencillamente a un navío, quizás carabela, pero igualmente puede
referirse a una “carraca”, que era un gran navío de vela redonda de alto bordo utilizado
para transportar grandes cargas en largos trayectos. La Santa María pudo tener unos
23 m de eslora y tres mástiles. En el
Diario de Colón se numeran las velas que arbolaba: “maestra y dos bonetas y trinquete y çebadera y mezana y vela de gavia".
Sin duda, la Santa María era el barco de mayor desplazamiento de las tres naves
y a diferencia de las otras dos carabelas, se sabe que la Santa María no
retornó a España al embarrancar en la isla La Española en diciembre de 1492. Se
dijo que sus restos sirvieron para construir el Fuerte Navidad, el primer
asentamiento español en el Nuevo Mundo.
Cristóbal Colón,
perdió su nave capitana, la Santa María, al encallar a media noche en un banco
de arena de la isla La Española. Se sabe que la pérdida de la Santa María
aconteció mientras se encontraba al timón un grumete sin experiencia y Colón se
hallaba descansando tras dos días sin dormir. Con ayuda de los indios, Colón
envió lo que quedó de la Santa María a otra de las naves, la Niña, y con los
restos de la Santa María se construyó el 12 de diciembre de 1492, el llamado
Fuerte Navidad, al que trasladaron la artillería de la nave destruida. Allí
quedaron 39 hombres, entre ellos un cirujano, un sastre, un tonelero, un
carpintero, un calafatero y un bombardero, con provisiones para un año y
semillas para sembrar. El fuerte quedó al mando del alguacil Diego de Arana,
cuando el 16 de enero de 1493, Colón emprendió el regreso a España. Colon y
expresaría formalmente su intención de regresar al fuerte Navidad, durante un
segundo viaje.
Transcurrido casi un año, se organizó el almirante don Cristóbal Colón
preparó una flota de diecisiete naves y zarparían de la bahía de Cádiz en el amanecer del 25 de
septiembre de 1493 tomando rumbo a las Islas
Canarias donde tenían previsto detenerse para reponer agua, alimentos y
recoger algunos animales. El 2 de octubre llegaron a Gran Canaria y el 5 a la Gomera.
El 7 de octubre partieron navegando
rumbo norte hasta encontrarse con otra gran isla, a la que llamaron Santa María de Guadalupe. Fondearon y
desembarcaron buscando contacto con los indígenas que huyeron hacia las montañas.
Colón, al igual que en el primer viaje, ordenó a toda su tripulación que no robase
ni rompiese nada para no crear mala imagen de los cristianos y para que los
indígenas confiasen en ellos. Al charlar con algunos jóvenes que habían quedado en el poblado, estos resultaron
ser esclavos de los caribes, indígenas caníbales que habían ocupado aquellas
islas y atacaban habitualmente el resto de islas caribeñas.
El 10 de noviembre, retomaron camino buscando la isla Española y encontrándose con más islas a las que fueron
poniendo nombre: isla de Montserrat,
Santa María la Redonda, Santa María de la Antigua, San Martín, Santa Úrsula
y las Once Mil Vírgenes, actuales Islas Vírgenes, y San Juan Bautista actualmente
Puerto Rico. El 22 de noviembre
llegaron a las costas del norte de la Española, y en la península de Samaná, desembarcó uno de los indios
originario de esa región, que habían llevado a Castilla, y quien convertido cristiano regresaba para pregonar su
nueva religión. Prosiguieron hacia el Fuerte Navidad y antes de arribar a la
zona, en el puerto de Monte Cristo, vieron dos cadáveres flotando en el agua,
pero no pudieron averiguar si eran cristianos o nativos por su avanzado estado
de descomposición. Finalmente,
en la noche del 27 de noviembre las naves castellanas fondearon frente al lugar
donde habían construido el fuerte casi un año antes. La oscuridad
imposibilitaba ver si había bajos en el agua por lo que optaron por esperar al
día siguiente para acercarse más a la costa y desembarcar ya con la luz del día.
No vieron a nadie en tierra firme, e incluso dispararon sus lombardas y no
obtuvieron respuesta alguna. A las pocas horas encontraron otros dos cadáveres
siendo uno de ellos barbudo, indicio de que seguramente fueran españoles.
Al día siguiente desembarcaron
varios marineros y hallaron el fuerte
reducido a cenizas, todo
estaba destruido y la guarnición aniquilada por los indígenas isleños, pero de los españoles del fuerte
no localizarían a
ninguno, ni vivo ni muerto. Tras informarle
a Colón de la situación y éste el día siguiente hizo una ronda buscando indios que le pudiesen
explicar lo acontecido pero todos huían hacia la selva. Colón regresó a
la nao Marigalante frustrado
hasta que se acercó a las naves una canoa de indios. Le explicaron al Almirante
que el cacique Guacanagarí no podía ir a visitarle porque se encontraba herido
y le invitaron a visitarle en su poblado. Colón acudió a la cita y el cacique
le explicó que en la lucha por defender el fuerte Navidad había resultado herido. El médico de la expedición Don Diego Álvarez de Chanca le
examinó, y no observó ninguna herida. El cacique les contó que Caonabo,
era uno de los caciques más poderosos de origen caribe, y observaría como el
grupo dejado en el fuerte estaba dividido en dos bandos por disensiones provocadas
por el oro y las mujeres. Cuando uno de los grupos decidió abandonar el fuerte,
al internarse en la isla fue fácilmente cazado por los guerreros de Caonabo,
después éstos se dirigirían al fuerte a terminar con los restantes marineros
que allí permanecían junto a Diego de
Arana. A
pesar del apoyo
prestado por Guacanagarí a los cristianos, todos perecieron. El poblado de los
indios de Guacanagarí también fue arrasado y quemado. Estos hechos fueron un
duro golpe
para Colón, por lo que la expedición de su primer viaje se convirtió en un fracaso
frente a los castellanos y los reyes. Su prestigio comenzó a palidecer. Ante el
evidente peligro de que Caonabo volviese a atacar la zona decidieron
buscar un emplazamiento más seguro hacia el este y allí fundar la primera
ciudad española en el Nuevo Mundo: La
Isabela.
Maracaibo, 18
de marzo de 2017
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