sábado, 5 de enero de 2019

Laurence van der Post




Laurence van der Post

Quisiera iniciar este relato sobre un escritor poco conocido, que dio origen a una película dirigida por un cineasta japonés, (Nagisa Oshima, recordado por sus filmes El imperio de los sentidos -1976, y El imperio de la pasión -1978). En esta ocasión me referiré a la novela de Laurence van der Post “La semilla y el sembrador” que sirvió de argumento para que Nagisa Oshima produjera su filme Feliz Navidad Mr Lawrence (1983) un relato que se desarrolla en los campos de prisioneros de los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.

Señalaré que he traído este tema al blog al tener la suerte de leer el libro del Señor F.J Erick Kramer “Japanes camps in the Ducht East Indies 1942-1945” donde relata sus experiencias de niño como prisionero de un campo de concentración japonés en Indonesia, para aquel tiempo y desde 300 años antes, colonia del Reino de los Países Bajos hasta 1949 cuando se hicieron independientes y su capital Batavia pasó a llamarse Jakarta. El señor Kramer quien vivió en Venezuela cuando se creó la empresa VIASA, es el padre de Federika, mi nuera, esposa de Jorge Eduardo mi hijo mayor. Más adelante conversaré sobre esta importante obra ya en una cuarta edición.

Laurence van der Post fue un escritor cuyo nombre quizás jamás aparecerá entre los grandes literatos de la humanidad. Fue asesor para las antiguas colonias africanas de Margaret Tacher, amigo íntimo del Príncipe Carlos, y en buena medida, su figura resulta destacada por cuestiones extraliterarias, en particular por su vinculación a los círculos de poder del Reino Unido, más que por sus amistades con el Círculo de Bloomsbury.  Laurence nació en una acomodada familia de granjeros afrikáners,  y posee una aureola heroica durante la Segunda Guerra Mundial.  Es reconocida su activa defensa del paisaje y de las raíces culturales, folclóricas y étnicas de África tan devastada por la colonización del hombre blanco. Todo ello hace de él el último de los exploradores británicos, con un perfil intelectual vinculado con el espíritu decimonónico de descubrimiento, sorpresa y aventura. Van der Post acabaría divulgando sus conocimientos como conservacionista en la televisión inglesa hasta su muerte en 1996. 

En el período de posguerra, cuando el existencialismo era la corriente filosófica predominante,  su visión, más moderna, despojada del afán imperialista, le permitió, desmarcarse y dibujar en las páginas de sus libros una forma de entender al ser humano bajo un prisma optimista y esperanzador. La obra de Van der Post  incluye La semilla y el sembrador, que fue parcialmente adaptada por el director Nagisha Oshima en la película Feliz Navidad, Mr. Lawrence, creando un filme muy interesante. Partiendo de la conocida parábola bíblica, La semilla y el sembrador es una composición narrativa de un particular momento en la Noche Buena y el día de Navidad cuando el coronel John Lawrence (alter ego del escritor) y el anónimo narrador se reúnen para celebrar, por primera vez libres y juntos, unas pascuas diferentes a las que compartieron durante su cautiverio bajo yugo japonés en Java, a finales de la Segunda Guerra Mundial. 

La obra superpone los diversos puntos de vista de las experiencias relatadas y revela desde las memorias de la guerra pasada y la compasión como clave de la redención humana como si de un poema sin rimas se tratara, con imágenes que se repiten insistentemente para recordarnos que todos los personajes de este cuento navideño para adultos conforman una misma realidad, compleja, dolorosa, abominable y sublime; pero definitivamente humana. Van der Post no construye su narración para hacer hincapié en las ironías del destino, y en cómo el mal conduce a la perdición, sino que, al contrario, recuerda que nadie posee la verdad absoluta y que, por tanto, erigirnos en jueces de nuestros semejantes es siempre peligroso y erróneo. A pesar de la desazón que destila la historia, el autor apunta una melancólica esperanza: el perdón y la reconciliación son posibles.

El segundo relato de la obra, el más largo, da título al conjunto; “La semilla y el sembrador” construido mediante el clásico recurso del manuscrito encontrado. Celliers, es un personaje diferente a Lawrence, el coronel Jack Celliers, con rasgos autobiográficos de Van der Post (es sudafricano), es una suerte de lord Jim que carga con una culpa muy diferente: la de la traición y la hipocresía, aceptará misiones suicidas y decidirá su destino en un campo de prisioneros japonés. Celliers padecerá de una insatisfacción permanente, incapacidad para amar, y una perpetua alienación de sí mismo. El fruto de ello será su legado al capitán Yonoi, el oficial al mando del campo de prisioneros donde Celliers y el narrador acabarán confinados. La simpatía de Celliers por el responsable de su cautiverio, provocará en Yonoi, abrumado por la conciencia de deshonor como sólo puede estarlo un japonés, reconociendo en él a su alma gemela. Pero la verdad y el conocimiento siempre tienen un amargo precio, la diferencia nunca es aceptada y ambos hombres lo pagarán de la forma más amarga.

Finalmente, el tercer relato, “La espada y la muñeca”, recupera el protagonismo de Lawrence, mediante una historia de amor. Es el relato más convencional desde el paradigmático título del cuento (opone el juguete del hijo del narrador, la espada, al de la hija, la muñeca, como símbolos de muerte y de vida, de destrucción y de encarnación, de yang y de yin). Semejante visión idealizada pareciera conectar con una línea de pensamiento feminista que promulga la mayor capacidad de compasión y comprensión de las mujeres, el avistamiento de un mundo mejor si el futuro es compartido con ellas, dicho de otra forma: el amor humano como reflejo del amor divino.

Mississauga, Ontario, 5 de enero del 2019



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